Justo cuando el ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, abandonaba la cumbre del G20 en Bali en la otra punta del mundo, Rusia dejaba clara su «voluntad de negociar» lanzando una granizada de misiles contra las infraestructuras energéticas ucranias, en una estrategia que busca usar el frío como arma de guerra, buscando multiplicar los padecimientos de la población justo cuando comienzan a caer las temperaturas en el gélido invierno.
A primera hora de la tarde en Ucrania, los misiles comenzaban a caer sobre la capital, Kiev, dejando al menos un muerto, así como sobre las principales ciudades del país, desde Járkov, en el este, a Lviv (Leópolis), en el oeste. Los misiles golpeaban Dnipró, Vinitsia, Yitómir, Volinia, Chernihov, Rivne, Mikolaiv, Jemelnitski, Cherkasi, Poltava y Krivi Rih, provocando daños y apagones eléctricos. De los más de cien misiles lanzados por Rusia (desde el mar Negro, el mar Caspio y la región rusa de Rostov), 70 de ellos han sido interceptados por las defensas antiaéreas ucranias. Pero los restantes han destruído al menos 15 instalaciones esenciales para el suministro eléctrico, dejando a más de 7 millones de personas sin luz.
El ataque ruso -claramente una represalia contra Ucrania, que llevaba cuatro días celebrando la reconquista de la estratégica ciudad de Jersón y de casi toda la orilla nororiental del rio Dnieper- el de mayor envergadura contra la infraestructura energética ucrania desde que comenzó la guerra. Hasta el momento, los proyectiles del Kremlin -muchos de ellos drones de fabricación iraní- han alrededor del 40% de la red de energía de Ucrania.
Con temperaturas que pueden caer muchos grados bajo cero en lo más crudo del invierno, el Kremlin ha decidido usar el frío como arma de guerra, buscando causar el máximo de sufrimiento en la población ucraniana, incluyendo muertes por hipotermia de los más vulnerables, como niños y ancianos. Es una nueva y heladora versión de la «doctrina Grozni»
Estos ataques agravan la situación de Kiev y otras capitales, que viven ya en penumbra, con las horas de electricidad restringidas, y con los sistemas de calefacción inservibles en muchos edificios. La situación es aún peor en otras ciudades más castigadas por la guerra, donde los edificios o las ventanas han sufrido grandes daños y se hace imposible resguardarse de las temperaturas bajo cero en las gélidas noches. Cada vez es más difícil adquirir lámparas y linternas, y muchos ucranianos han optado por volver a las rudimentarias estufas de leña para sobrevivir.
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Misiles sobre Polonia
Las alarmas en todo el mundo se encendían cuando se conocía la noticia del impacto de proyectiles «de fabricación rusa» en territorio polaco, muy cercano a la frontera con Ucrania, causando dos víctimas mortales. Polonia es un país de la OTAN y se extendía el temor de una escalada bélica de impredecibles consecuencias.
La tensión se relajaba al saberse que tanto la investigación preliminar de la propia Polonia, como los análisis de inteligencia de EEUU, descartasen que estos proyectiles hubieran sido lanzados por Rusia. Basándose en el examen de la trayectoria, el propio presidente polaco Andrzej Duda ha declarado que la hipótesis más probable es que fuera un proyectil lanzado por las fuerzas de Ucrania en sus esfuerzos de defensa antiaérea.