Reforma del estatuto vasco. Vieja chatarra reciclada

El PNV trata de avanzar en la independencia aprovechando las nuevas condiciones y los últimos acontecimientos. La vía catalana, la disolución de ETA y las expectativas que pueda generar el cambio de gobierno, son aprovechadas para relanzar un nuevo impulso hacia la secesión. El preámbulo para el nuevo estatuto del País Vasco introduce el derecho a decidir, la condición de nación, la nacionalidad vasca o la relación de bilateralidad con el Estado como elementos claves.

Cualquiera que sepa algo de matemáticas sabe perfectamente que nunca hay un solo camino para llegar al cero.

El texto del preámbulo para el nuevo estatuto vasco no trata tanto de un cambio de estrategia para avanzar hacia la independencia como de aprovechar y adecuar el camino a las nuevas circunstancias, introduciendo sutiles pero sustanciales modificaciones en el nuevo estatuto que permitan ir configurando mejores condiciones para los objetivos de secesión a medio y largo plazo. Dirigentes del propio PNV han afirmado que con el nuevo estatuto no tratan de aumentar o disminuir competencias relacionadas con el Estatuto de Gernika, sino de establecer un nuevo marco de relación de Euskadi con España.

En realidad, nada nuevo, pero en otras condiciones en las que han actuado, básicamente, tres factores de una manera más o menos directa.

Cataluña. Importar el procés

De Cataluña han sacado dos valiosas conclusiones.

Por una parte, “el farol” unilateral ha tenido consecuencias muy negativas para las alternativas que defienden la ruptura. Se ha abierto una fractura en la sociedad catalana de consecuencias imprevisibles, han perdido apoyo social y electoral y la autonomía ha sido suspendida con todo lo que ello implica, especialmente en materia de control de presupuesto y, por tanto, de atención a la clientela del régimen. Por la otra, la bandera del “derecho a decidir” como coartada para avanzar en el objetivo de ruptura con España, bien gestionada, puede generar una situación que el nacionalismo vasco, lastrado por sus vínculos con ETA, no ha podido “importar”.

El lastre de ETA. Condición necesaria pero no suficiente para avanzar

Así las cosas, lo que aparece no es que la disolución de ETA genere un nuevo “escenario” –como les gusta decir a los dirigentes nacionalistas– para avanzar en el autogobierno y los objetivos de independencia. Es que para que se diera ese avance, era necesario eliminar la losa en la que se había convertido una ETA que ya no aportaba nueces y cuyo cadáver político, en avanzado estado de descomposición, desprendía un hedor que impedía cualquier propuesta con “apariencia democrática”, como la que han hecho en Cataluña.

Ya lo dijo Arzalluz: “Comparto con ETA sus fines, pero no sus medios”. Y dado que los medios nunca se desarrollan al margen de los fines, todo indica que ha sido el sector de nacionalismo más radical el que se ha tenido que adaptar a los “nuevos tiempos” tras la derrota de la línea nazi-fascista de ETA vinculada política e ideológicamente con un sector del PNV, de la iglesia y el empresariado vascos.

El cambio de gobierno. ¿Nuevas expectativas?

A estos dos factores se ha unido el del cambio de gobierno en la Moncloa que, inevitablemente, genera nuevas expectativas a pesar de que, en sus primeros pasos, nada indica que el gabinete de Sánchez vaya a conceder algo diferente al que ha concedido su antecesor. De hecho, el preámbulo presentado en el Parlamento Vasco ha contado exclusivamente con los votos de PNV y EH Bildu y con el rechazo de Podemos.

De momento el “tejido asociativo”, siempre vinculado al régimen, ha convocado para finales de 2018 la celebración de un referéndum bajo la coartada del derecho a decidir, que ya se reivindicó en la declaración de Cambo el pasado mayo. Para ir preparando la convocatoria, el 10 de mayo celebró una cadena humana que, convocada por la asociación Gure Esku Dago, contó con el apoyo del propio PNV y de todas las fuerzas nacionalistas.

Todos estos factores hacen prever que la cuestión nacional seguirá en el centro del debate político durante lo que queda de legislatura y, previsiblemente, en el próximo periodo. Un desafío al que el gobierno de Sánchez tendrá que dar una respuesta. De momento, el nacionalismo vasco solo ha sido capaz de presentar como nuevos, la esencia de los viejos planteamientos.

Lo que dice el nuevo preámbulo del Estatuto Vasco

El texto, presentado el pasado, 23 de mayo, con 46 votos a favor (PNV y EH Bildu) y 29 en contra (Podemos, PSE-EE y PP) sostiene que el pueblo vasco es una nación con identidad propia, defiende el derecho a decidir y propone una relación bilateral entre el País Vasco y el Estado español.

En el capítulo 2, puede leerse que “El Pueblo Vasco es Nación porque así lo reconoce e identifica una mayoría de su ciudadanía”. Sobre el estatus de ciudadanía vasca, en el capítulo 3, se sostiene que “La sociedad vasca desde el reconocimiento de los derechos sociales de segunda y tercera generación está en condiciones materiales y simbólicas de refundar su pacto social…”

En el 5º, se presenta bajo el título “Principio de legalidad. Principio democrático. Derecho a decidir”, y, finalmente, en el capítulo 8, se afirma que “Se configurará un nuevo modelo de relación con el Estado, bilateral, de igual a igual”.