Lo dijimos cuando muchos celebraban las palabras de Draghi, que relajaron momentáneamente la presión sobre la prima de riesgo. Confiar nuestra salvación a la actuación del BCE era como entregar a Jack el Destripador la protección de las mujeres maltratadas. Ahora se confirma. Berlín, a través del BCE, nos ha vuelto a apuñalar por la espalda. Primero te digo que has ganado un premio -el anuncio de una intervención masiva del BCE respaldando la deuda española-. Y, cuando vienes confiado a recogerlo, saco la pistola y te atraco. Recordándote que cualquier actuación del BCE está sometida a que España solicite una ayuda formal, lo que impicaría un mayor grado de intervención y la aplicación de recortes todavía más draconianos. Alemania es el lobo que quiere aprovechar el momento propicio para devorar a la presa española. Pero que no nos aterroricen. Cuanto más velocidad impriman al tren de la intervención, más probabilidades hay de que descarrile. Cuanto más nos aprieten, más rebelión cosecharán y más dificultades encontrarán. Como lo ocurrió a la ex-URSS, su voracidad puede estar muy por encima de su capacidad.
Más intervención, más saqueo
Mario Draghi, ex vice presidente para Europa de Goldman Sachs, maneja como un experto las artes del estafador profesional. Una de ellas es la de embaucar a las víctimas.
Hace una semana, anunció que el BCE “emprendería medidas no convencionales” para proteger el euro. Todos supusieron que consistían en la reanudación de la compra de deuda española por parte del BCE, paraguas de protección que había quedado suspendido desde marzo, colocando a España a los pies de los caballos. «Hay que redoblar la movilización y la unidad. La marcha del 15 de septiembre en Madrid tiene que ser una gigantesca demostración de la fortaleza popular»
Desde el De Verdad digital advertimos que la maniobra de Draghi escondía una trampa mortal. Y la realidad ha confirmado nuestras palabras.
Cuando todos esperaban la confirmación de la “buena nueva”, el BCE nos ha arrojado un gigantesco cubo de agua fría.
El BCE descarta completamente conceder una ficha bancaria al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), lo que le habilitaría para comprar sin límites deuda de los países bajo presión -como España o Italia- bajo el paraguas financiero de Bruselas.
Y, contrariamente a lo que Draghi pareció anunciar hace una semana, el BCE jamás actuará si no hay una petición expresa de los Estados para que el “fondo de rescate” -su nombre oficial es Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, FEEF, pero convendría empezar a llamarlo “fondo de intervención”- se lance a comprar deuda.
¿Qué significa esto? Que, en palabras del propio Draghi, pasarán a estar sometidos “a una condicionalidad estricta y efectiva”.
¿Cuáles son esas condiciones? El periódico español de mayor tirada aclaraba que esas condiciones “podrían implicar la pérdida de autonomía de la política económica nacional”. Es decir, una intervención mucho mayor, más poder para los “hombres de negro de Berlín”.
E implicará también la firma de otro memorando de entendimiento, que añadiría nuevos recortes a las 32 condiciones impuestas por la UE para desbloquear el préstamo de 100.000 millones a la banca española.
Entre estos nuevos recortes, según todos los expertos, estaría el endurecimiento de la reforma laboral, un recorte todavía mayor de la prestación por desempleo, un hachazo descomunal al gasto de las autonomías -que gestionan la sanidad, la educación y los servicios sociales-. Y, sobre todo, un recorte sin precedentes de las pensiones públicas, que Washington y Berlín han colocado como el próximo botín a cobrarse en España.
Alemania aprieta el cerco sobre España
Berlín ha puesto los puntos sobre las íes. No está dispuesta a desaprovechar la oportunidad para incrementar su intervención y saqueo sobre España.
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank y miembro del consejo del BCE, vetó rotundamente cualquier compra de deuda que no pasara por una mayor intervención.
El diario germano Frankfurter Allgemeine Zeitung, considerado como un “protavoz oficioso” del Bundesbank, advertía en su editorial que “en los países en crisis está explotando una burbuja de deuda y el BCE no debería evitarlo”.
Que España se hunda. Cuanto más abajó la empujemos, más podremos sacar de ella. Esta es la política alemana, o lo que es lo mismo, la política del BCE.
Berlín no quiere dejar otra escapatoria a España que una petición formal de ayuda, que conllevaría la aceptación de una intervención mayor.
El anuncio de la impasibidad del BCE ha vuelto a disparar la prima de riesgo, que supera otra vez los 600 puntos, y ha ampujado a la bolsa a otro batacazo histórico. Son las armas de presión y chantaje de Berlín. Asfixiar financieramente a España, empujar al alza los intereses a pagar por la deuda, hasta que constituyan una carga tan insoportable que obliguen a claudicar.
Y la presión de Berlín no va a relajarse. Se incrementará en septiembre y octubre, donde España debe hacer frente a importantes vencimientos de deuda.
Washingon no desea un hundimiento catastrófico de España que provoque una inestabilidad social parecida a la de Grecia. Pero EEUU estará demasiado enfrascado en las presidenciales americanas -que se celebrarán en noviembre- para poder prestar atención a los asuntos europeos. Y Berlín parece dispuesta a aprovechar las facilidades para cobrarse la pieza española.
Si juegan con fuego, que se quemen
Pero Alemania puede estar jugando con fuego, y puede acabar quemándose. Ha estado a punto de sucederle en Grecia, donde su presión asfixiante ha dado alas a la rebelión, cristalizada en el auge de Syriza, una coalición antihegemonista que ha estado a un paso de ganar las elecciones.
Puede sucederle lo mismo en España. Cuanto más aprietan, más contradicciones generan.
La imposición de un mayor grado de intervención, especialmente si obliga a tocar las pensiones, supondrá un nuevo hachazo para el PP y el PSOE, vapuleados en las encuestas. La debacle del bipartidismo se aceleraría, creando las condiciones, como ocurrió en Grecia, para el surgimiento de una alternativa popular y antihegemonista.
Una nueva oleada de recortes multiplicaría la movilización y la respuesta popular, que se ha radicalizado considerablemente, y ya está encontrando cauces de unidad que hace unos meses parecían impensables.
Agitando el fantasma de la “intervención total” sobre España pretenden aterrorizarnos. Pero les puede salir el tiro por la culata.
¿Qué ellos aprietan? ¡Nosotros también!
Aquí no solo juegan ellos, el BCE y el FMI, Berlín y Washington. El 90% de la población hemos irrumpido como un protagonista en las manifestaciones, y tenemos mucho que decir.
Hay que redoblar la movilización y la unidad. La marcha del 15 de septiembre en Madrid tiene que ser una gigantesca demostración de la fortaleza popular. ¡Somos el 90%! ¡Somos fuertes, más que ellos, si estamos unidos!