Un plan de 800.000 millones de euros

¿Rearmar Europa?

Las fuerzas a la izquierda del PSOE rechazan el rearme, ningún aumento del gasto militar con recortes sociales y todo haya de pasar por el Congreso. ¿Es posible una “autonomía estratégica” europea al margen de la OTAN y del mando norteamericano?

Las agresivas políticas de la nueva Administración norteamericana, por un lado (el alineamiento con Rusia en la guerra de Ucrania, el apoyo al genocidio y la limpieza étnica en Palestina, la amenaza a terceros países, Canadá, Groenlandia…, o la guerra comercial de los aranceles y la intervención en la política europea para dividir y degradar a la UE, apoyando a las fuerzas de ultraderecha y filorusas); y por otro, las amenazas sobre Europa de una Rusia que incrementa la presión militar en Ucrania, pero también la desestabilización de la Unión Europea, han reactivado las contradicciones y la necesidad de una respuesta de la Unión Europea.

Esta contradicción ha reactivado el proyecto de la Unión Europea como un polo de referencia y cohesión en el nuevo orden multipolar que se abre paso en el planeta, y el reto de dotarlo no solo de cohesión política y económica, sino de fortalecer su músculo militar. Es significativo el paso dado por Alemania aprobando un acuerdo histórico de la derecha, CDU-CSU, con la socialdemocracia y los verdes para cambiar la Constitución y permitir un multimillonario gasto en defensa e infraestructuras estratégicas como una palanca para salir de su recesión económica.

También esta contradicción está en la base tanto de las exigencias de Trump de incrementar un 5% del PIB los gastos militares de la OTAN, como el rearme propuesto por la UE y aprobado, con matices y diferencias, por prácticamente todos los países de la Unión, salvo Hungría y Eslovaquia. Junto con Reino Unido, que desde fuera de la UE, con un gobierno laborista, está jugando un papel activo en la respuesta europea a la situación.

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Un plan de 800.000 millones

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto un plan para “incrementar el gasto militar en 800.000 millones de euros” y responder a los “desafíos del imperialismo ruso” y a los “ataques que EEUU, con Trump en la Casa Blanca, dirige contra la UE”.

El plan tiene cuatro fuentes de financiación:

– Relajar las “reglas fiscales” para que los Estados puedan financiar el aumento de los gastos en defensa.

– Préstamos a los Estados avalados por deuda de la UE. De los 800.000 millones, solo 150.000 millones serían préstamos a devolver, y el “grueso 650.000 millones deberá venir de más gasto nacional” -presupuestos- de los Estados.

– Posibilidad de desviar una parte de los Fondos de Cohesión a gastos militares.

– Y utilizar créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

La propuesta, aunque apoyada mayoritariamente por los países de la UE, excepto Hungría y una Eslovaquia con fuertes reservas, también divide a los países que la apoyan y a las fuerzas políticas.

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Un mar de contradicciones

Varias posiciones, especialmente desde la izquierda, advierten que esta enorme inversión solo puede ser sufragada por tres vías: recortes, desviando a defensa una parte del dinero ahora destinado a gastos sociales; subida de impuestos; o un mayor aumento de la deuda. Especialmente entre las fuerzas sociales y de izquierdas, el temor a la imposición de un rearme sufragado a costa de recortes de los gastos sociales no es infundado. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, no solo ha declarado que hay que aumentar el gasto en defensa aunque eso suponga “gastar menos en otras prioridades”, sino que ha ido más lejos fijando en dónde habría que hacer los recortes: “Por término medio, los países europeos gastan fácilmente hasta una cuarta parte de su renta nacional en pensiones, sanidad y sistemas de seguridad social, nosotros necesitamos una pequeña fracción de ese dinero para hacer nuestra Defensa mucho más fuerte”.

Algunos gobiernos, como el de España, que apoyan el rearme propuesto, reclaman incluir “transferencias”, dinero a fondo perdido avalado por la UE, como se hizo durante la pandemia.

Se presenta este ingente aumento del gasto militar como necesario para lograr la “autonomía estratégica”, de una Europa estratégicamente autónoma de EEUU, capaz de defenderse de posibles amenazas sin estar sometida a la superpotencia norteamericana. Pero al mismo tiempo se remarca la vinculación trasatlántica con la OTAN como ineludible. ¿Es posible una “autonomía estratégica” europea al margen de la OTAN y del mando norteamericano? ¿No acabarán la mayor parte de los miles de millones de ese plan siendo la contribución exigida por Trump del 5% europeo a los gastos militares y engordando las compras de armamento al complejo militar estadounidense?

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Debate abierto también en España

En nuestro país Pedro Sánchez ya ha anunciado su intención de acelerar el gasto en defensa para llegar al 2% del PIB antes del 2029, lo que supondría, según varios informes, duplicar los más de 17.000 millones actuales hasta llegar a entre 34.000 y 40.000 millones de euros anuales. Un objetivo harto complicado teniendo en cuenta su situación de minoría parlamentaria, por el rechazo de la izquierda al “plan de rearme” propuesto por Bruselas y a incrementar aceleradamente el gasto militar.

Sánchez ha iniciado un auténtico curso de “pedagogía” para suavizar su posición y la del PSOE en un intento de limar diferencias con Sumar (la otra pata del gobierno) y las demás fuerzas a su izquierda.

Empezó comprometiéndose con Yolanda Díaz a que el aumento de gasto se haría “sin recortar ni un euro del gasto social”, basándose en lo ya hecho por el gobierno y en el crecimiento de la economía española.

Según Sánchez: «Durante los últimos siete años hemos aumentado el presupuesto en defensa en 10.000 millones de euros, y el presupuesto en políticas sociales en 120.000 millones y en más de 20.000 millones el presupuesto en transición ecológica… Esto es lo que hemos hecho y lo que vamos a hacer es anticipar algunos de los objetivos que teníamos fijados sin ningún ajuste ni recorte social».

Además se propone dar la batalla para que la Unión Europea reconozca y cuantifique como gasto en defensa partidas de gasto militar que ahora no están cuantificadas, como los gastos de las misiones militares exteriores, las inversiones de varios ministerios, como el de Industria en investigación y desarrollo de tecnología militar, o los gastos de capacitación y formación o en ciberseguridad. Así como incluir como gasto militar la tecnología de doble uso, como los drones que “se pueden usar en escenarios de guerra pero también para prevenir incendios o emergencias”, puntualiza Sánchez.

Con este bagaje, Sánchez se propone también suavizar el lenguaje en Europa, que no se hable de “rearme” para que no se identifique el aumento del “gasto en defensa y seguridad” con solo “gasto militar”.

Sin embargo, el presidente del gobierno lo tiene más que complicado para sacar estas cuentas adelante, y hoy por hoy solo puede hacerlo con los votos del PP.

La izquierda en el gobierno, Sumar, y las demás fuerzas a la izquierda del PSOE rechazan el rearme, ningún aumento del gasto militar con recortes sociales y que todo ha de pasar por el Congreso.

En la única votación sobre este tema que se ha realizado en el Congreso, sobre una moción presentada por el BNG, se ha evidenciado la división en el gobierno. El Grupo Plurinacional Sumar en Bloque (Sumar, Izquierda Unida, En Comú, Más País, Compromís, Ms y Chunta Aragonesista), Podemos y Bildu, además del BNG, han votado a favor de rechazar los planes armamentísticos de la UE y el aumento del gasto militar, así como la salida de España de la OTAN.

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