Pablo Sebastián
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está liderando la precampaña electoral del PP con una intensa agenda política personal, algo bastante inédito en un presidente que no se expone demasiado y al que los suyos le acusan de hacer poca política. Pero esta vez Rajoy se ha puesto al frente del ataque del PP con vista a los comicios del 24 de mayo, que son esenciales para el PP y para él mismo, por más que insista en que será candidato a las elecciones generales -”quiero ser candidato, confíen en mí”, dijo Rajoy-.
Elecciones generales sobre las que ha hecho una importante matización al decir Rajoy que no descarta unir la fecha de las elecciones generales con las autonómicas catalanas que Artur Mas ha prometido convocar el 27 de septiembre. Es cierto que el presidente del Gobierno español añadió que aún no ha tomado una decisión y que lo más normal sería que se agoten los plazos de las elecciones generales, es decir hasta finales de año o primeros de 2016, cosa que tampoco habría que descartar.
La sospecha de ese adelanto es todavía mayor cuando se ha sabido que el Gobierno de Rajoy quiere habilitar el mes de agosto en el Parlamento para aprobar todo un paquete de leyes que están pendientes. Lo que hace pensar a más de uno que podría estar pensando en no agotar la legislatura y estar listo para adelantar elecciones generales al 27 de septiembre si Mas hace lo mismo.
En todo caso está claro que Rajoy ha querido mandar un mensaje a Mas, o una advertencia por si insiste en convocar elecciones plebiscitarias para el 27 de septiembre. Máxime cuando en Moncloa han visto a Mas dudar sobre esa convocatoria e incluso temer o condicionar que su espectáculo plebiscitario y secesionista se vea ensombrecido por unas elecciones generales al mismo tiempo, lo que desactivaría sus planes iniciales.
Es verdad que Mas empieza a recular sobre esa convocatoria y se agarra a las malas relaciones que CiU mantiene con ERC, a los que acusa de no apoyar en el parlamento de Cataluña las iniciativas de la Generalitat. De la misma manera que Mas sabe que las encuestas están anunciando un mal resultado para CiU en esos comicios del 27-S, sobre todo si los de Unió deciden ir por su cuenta alejándose del proceso independentista.
Por ello no hay que echar en saco roto el posible adelanto de elecciones generales por parte de Rajoy a la fecha del 27-S en coincidencia con las catalanas, porque el presidente sabe: que en esos comicios está en juego ni más ni menos que la unidad nacional; y que Ciudadanos se perfila como el tercer partido político catalán muy por encima del PP y del PSC, lo que le daría a Albert Rivera un nuevo triunfo y todo un trampolín de cara a las elecciones generales de fin de año.
Además, la imagen de la candidata del PP a los comicios catalanes del 27-M, Alicia Sánchez Camacho, está muy deteriorada política y personalmente, por el rechazo que ella provoca en Cataluña entre los votantes del centro político, y también por el escándalo de la famosa grabación de la comida con la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, un episodio lamentable que ha empeorado su imagen y su situación. Lo que debería obligar al PP, y así lo piensan muchos dirigentes en la sede central de Génova 13, a cambiar su líder en Cataluña. Un asunto espinoso y complicado.
De ahí que el adelanto de las elecciones generales al 27 de septiembre si Mas mantiene la fecha de la convocatoria plebiscitaria catalana, tendría por parte de Rajoy tres objetivos: embarrar el proceso soberanista catalán; frenar a Ciudadanos y tapar las carencias de Sánchez Camacho. También el valor añadido de que el PP aparezca como el abanderado de la unidad de España en Cataluña, puesto que hoy ocupa Albert Rivera.
Naturalmente todo ello va a depender de lo que ocurra el 24 de mayo en toda España y también en Cataluña. Porque si el PP sale muy mal parado de los comicios de finales de mayo, quizás la batalla electoral catalana se convierta en algo fundamental para él y para el PP. Y lo mismo le puede pasar a Mas porque si ERC le gana la batalla municipal a los de CiU, Mas quedará desbordado por sus compañeros en el proceso plebiscitario.
Motivos todos ellos por los que no hay que adelantar acontecimientos ni descartar nada como lo ha dicho el propio Rajoy. Aunque él sí descarta la posibilidad de retirarse de la cabeza del cartel del PP para las elecciones generales de fin de año, lo que está por ver. Sobre todo si el PP sufriera un severo descalabro el 24-M.