Arte

Quiero creer

«La medicina del fuego», como la llaman en su paí­s, se ha convertido para este importante artista chino en el nexo de unión entre la tradición de su gran nación y la modernidad de su obra. En sus pinturas pretende mostrar al mundo de Occidente que la pólvora es algo más que un instrumento para destruir, Cai Guo-Qiang construye más allá de los colores y de sus infinitas combinaciones controladas. El artista pretende crear obras de arte de carácter «imprevisible» a través de sus pequeñas explosiones. El museo Guggenheim de Bilbao acogerá la muestra hasta el mes de Septiembre.

Cai abandonó su China natal en los años 80 movido or sus inquietudes artísticas y sus ansias de abrirse al mundo, pero sin dejar de mirar atrás. Actualmente reside en Nueva York, aunque no por eso renuncia a hacer propaganda de las grandezas de su país. Precisamente esta retrospectiva permitió a la crítica de su país, en la escala de esta muestra en Pekín, percibir cómo utiliza en sus trabajos las "tradiciones antiguas de China" y qué "efectos tienen éstas en el mundo". "Han encontrado en China una nueva fe, una nueva confianza y una nueva reafirmación de la cultura china", afirma orgulloso. Cai aprovecha cada exposición de su obra para defender a ultranza los cambios que está viviendo la sociedad china, y quizá su arte sea un claro referente mundial de esta conexión entre la historia y la cultura ancestral del gigante asiático, y la modernidad en la que se mueve actualmente y que pretende mostrar al mundo. En la retrospectiva encontraremos, algunas de las más importantes pinturas de pólvora que le han hecho famoso, como la impresionante “Dibujo para las huellas de la historia”, de 33 metros de longitud. Pero también presenta vídeos de algunos de sus espectáculos con pólvora en los Juegos Olímpicos de 2008, así como grandes instalaciones. Una de las más espectaculares es “Inoportuno”, con ocho coches por los aires atravesados por tubos de luz. También destacan el “Patio de la recaudación de la renta”, con esculturas de arcilla que crean artesanos chinos y alumnos de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, y “De frente”, donde el visitante se topará con una manada de 99 réplicas de lobo. Una exposición totalmente recomendable, por la importancia actual del artista que nos visita, por la brillantez y accesibilidad de su obra, pero también por lo que significa conocer más esa China de vanguardia contemporánea, que poco a poco emerge imparable.

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