Desde finales de junio los precios del petróleo han experimentado una baja de 40%, lo que ha afectado el equilibrio del mercado y las relaciones entre los países productores y consumidores de energía.
Esta situación ha sido provocada en gran medida por el aumento de la producción de gas y petróleo de esquisto, por parte de los Estados Unidos.
Para extraer este tipo de crudo no convencional, la nación norteamericana emplea el método del fracking o fracturación hidraúlica, que posibilita la extracción del gas y el petróleo del subsuelo, mediante la perforación de un pozo vertical y posteriormente uno horizontal, a fin de realizar la inyección de agua, arena y productos químicos en la roca madre, situada a gran profundidad, para provocar el flujo de gas y su salida al exterior.
Aunque Estados Unidos (EEUU) ha justificado el uso de esta controversial técnica, que ocasiona un nocivo impacto ambiental , argumentando la necesidad de reducir su dependencia del petróleo extranjero, el fracking cumple un propósito político de inundar de crudo el mercado internacional de hidrocarburos para ocasionar la caída de los precios, y a la vez, afectar las economías de los países exportadores de hidrocarburos.
«La producción de petróleo de esquisto constituye un arma política del capitalismo para tratar de doblegar a naciones que se enfrentan a sus acciones de dominación y hegemonía», destacó recientemente el presidente de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Eulogio Del Pino.
Indicó que el empeño norteamericano en aumentar la producción de petróleo de esquisto, o shale oil, forma parte de una estrategia que ha incluido el apoyo a las acciones desestabilizadoras que ha perpetrado la derecha en Venezuela, los planes para fomentar la crisis en Crimea, como forma de atacar a Rusia, y la aplicación de sanciones económicas contra Irán.
«Desde finales de junio los precios que promediaban 100 dólares por barril han caído 40%, lo que ha afectado el equilibrio provechoso que se había logrado mantener entre productores y consumidores», expresó Del Pino días atrás durante su participación en un foro internacional, realizado en Caracas.
Por su parte, el economista argentino Claudio Katz planteó en este evento que «el petróleo barato es un instrumento geopolítico de ofensiva imperial» y alertó que la extrema derecha norteamericana junto con el presidente de esa nación, Barack Obama, ha emprendido una agenda política con fines hegemónicos.
«Se han propuesto debilitar la influencia económica del rublo ruso, y presionar a una actor clave y determinante (Rusia) en las relaciones internacionales. También actúan contra Irán para obligarlo a suscribir condiciones para que abandone su política nuclear con fines pacíficos», dijo.
¿Qué tan rentable es la producción de esquisto?
De acuerdo con los analistas, los proyectos de fracking requieren de inversiones que sólo se pueden sostener con un precio del crudo que supere los 60 dólares por barril.
Al respecto, Del Pino destacó que esta metodología requiere de la constante inyección de líquidos para producir el fracturamiento y explosión en la roca madre, así como de una gran cantidad de pozos perforados, en comparación con los procedimientos para extraer crudo convencional.
El también experto en exploración, señaló que en los yacimientos de la Faja Petrolífera del Orinoco FPO «Hugo Chávez», una cantidad de 30 ó 40 pozos pueden llegar a producir 30.000 barriles, mientras que en los proyectos de esquisto para alcanzar esta cifra se requiere explotar 1.000 pozos.
«Se necesita perforar una gran cantidad de pozos, que tienen una producción que se declina muy rápido», indicó.
Asimismo, planteó que el crudo extraído es extremadamente liviano por lo que necesita ser mezcaldo con otro más pesado, producido en otros países, para poder ser tratado en las refinerías norteamericanas, que han sido diseñadas para procesar petróleos más pesados provenientes de Venezuela y el golfo de México.
«Este es un hecho que hay que considerar, porque por una prohibición del Senado, los Estados Unidos no puede exportar crudo, sino productos refinados, es por eso que se ve en la necesidad ee mezclar ese crudo para utilizarlo en las referinerías», dijo.
El presidente de Pdvsa también manifestó que un barril por debajo de 60 dólares supone la la inviabilidad de los proyectos de esquistos por parte de pequeñas y medianas empresas.
«La producción del petróleo de esquisto está en manos de empresas muy pequeñas que no se comparan con otras corporaciones como Chevron. Son empresas independientes financiadas por la banca y que son susceptibles a la baja de los precios del petróleo», expuso.
De esta manera el fracking, lejos de llevar a EEUU a una independencia energética podría convertirse en la nueva causa de una nueva crisis financiera para esta nación.
«La baja de los precios del crudo se convierte en una posible amenaza para la existencia de estas empresas, para las que el negocio dejaría de ser rentable si se mantiene la tendencia. Los que asumieron demasiadas deudas para sumarse a la bonanza probablemente tengan que hacer sus maletas», advirtió recientemente la Agencia Alemana de Prensa (DPA).
En su artículo, la DPA citó el caso del empresario Harold Hamm, quien fundó la compañía Continental Resources, pionera en el desarrollo de proyectos de esquisto en Dakota del Norte, EEUU, y que como consecuencia de baja del precio del crudo, ha sufrido una caída de su acciones en 55%, lo que representa una pérdida de 12.000 millones de dólares en el valor de mercado.
Por su parte, el diario El Economista de España, en su artículo titulado «La burbuja del esquisto amenaza con agitar la banca regional de EEUU», señaló «que las exploradoras de gas y crudo de esquisto se han convertido en una particular bomba de relojería, dado su elevado endeudamiento y sus costosas operaciones derivadas del fracking».
«La deuda basura del sector energético de EEUU asciende hasta los 210.000 millones de de dólares, alrededor de 16 por ciento de un mercado que asciende hasta los 1,3 billones de dólares», planteó el diario en su portal web: www.eleconomista.es.
Costo ambiental
Diversas asociaciones y grupos ambientalistas de todo el mundo han cuestionado a los EEUU por impulsar las labores de fracking, a pesar de su nocivo impacto ecológico.
El proceso de extracción del petróleo de esquisto se realiza alcanzando el subsuelo, con productos químicos nocivos y peligrosos, que contaminan los acuíferos y envenenan la tierra, y que puede así tener efectos potenciales en la actividad sísmica.
De hecho, recientemente la ciudad texana de Danton en EEUU,conocida por sus reservas de petróleo y gas, estableció la prohibición de este método.
La iniciativa, aprobada por los ciudadanos en las elecciones legislativas de noviembre con un respaldo de 59% de los votos, ha convertido a la ciudad en la primera en dar este paso en el estado que lidera la explotación petrolera en la nación norteamericana.
Asimismo, la pasada semana, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, prohibió la fracturación hidráulica, debido a los «impactos potenciales sobre el agua, el aire, los recursos terrestres, los servicios comunitarios y locales».
La decisión se basó en un informe presentado por el secretario de salud de Nueva York, Howard Zucker, en el cual alertó sobre los efectos nocivos que representa la liberación de partículas y químicos volátiles en la calidad del aire.
En este documento, planteó el riesgo de contaminar el agua corriente y superficial y provocar sismos, como consecuencia de la introducción de químicos en el subsuelo.
El informe de la secretaría de salud advirtió en la actualidad no existen pruebas o estudios suficientes para aseverar que el método fracking resulta seguro a largo plazo para el medio ambiente.
«Si confiamos en los pocos datos disponibles al respecto, sería una negligencia de mi parte. No podemos darnos el lujo de cometer un error», señaló. «Los riesgos potenciales son demasiado grandes. De hecho, aún no se conocen completamente», afirmó el secretario Zucker.