Los votos de los diputados del PNV y Junts per Catalunya son objeto de disputa. Serán imprescindibles para formar una mayoría que de lugar a un nuevo gobierno.
Pero una cosa es negociar con ellos para recabar su apoyo, y otra que eso nos obligue a tragar con ruedas de molino.
Hay quien, amparándose en que pueden hacer posible un ejecutivo encabezado por los socialistas y con la presencia de Sumar, consideran a PNV y Junts dentro de una “mayoría progresista”, otorgándoles una pátina de izquierdas.
No es verdad. Junts y el PNV son de derechas, muy de derechas. Lo son en sus alineamientos internacionales, en la política económica, en los valores que defienden… Son la derecha catalana y vasca “de toda la vida”.
Hacerles pasar por “progresistas” o incluso “de izquierdas” es sembrar una confusión inaceptable, que conduciría a aceptar sus retrógradas posiciones.
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Alineamiento internacional: de derechas
En el último congreso de Junts, Damià Calvet, uno de los pesos pesados del partido, ex conseller de Territori, presentó una ponencia cuyo centro era reafirmar un compromiso absoluto e incondicional con la OTAN. Fue aprobada por unanimidad, con más del 80% de apoyo.
Una posición, el servilismo ante la OTAN y el belicismo de EEUU, normal en un partido de derechas… como Junts.
La portavoz en el Congreso del partido de Puigdemont, Miriam Nogueras, no solo apoya a la OTAN, sino que le conmina a “ponerse las pilas”, a intervenir más y de forma más decidida en el mundo.
Y en 2018, representantes de Junts avalados por Puigdemont se reunieron con altos mandos de la OTAN para solicitar que una Cataluña independiente se integrara en la organización “bajo el mismo estatus que Israel”. Ofreciendo el puerto de Barcelona como “enclave atlantista”.
La misma pasión pro-OTAN recorre el PNV, como corresponde a un partido de derechas. Todavía se recuerda el furor de Xavier Arzallus -entonces principal figura peneuvista- en el referéndum OTAN de 1986. Llegó a declarar que “votare bai [sí en euskera] a la OTAN aunque se hunda el mundo”.
Ahora el presidente del Euzkadi Buru Batzar, máximo órgano de dirección del PNV, respalda el aumento del gasto militar al 2% exigido por EEUU, bajo el argumento de que es necesario “para defendernos ante una agresión exterior”.
Tanto el PNV como Junts forman parte de alguna de las familias internacionales de la derecha.
El PNV fue fundador del Partido Popular Europeo, el mismo en que está integrado el PP español, el gran centro que nuclea las opciones más conservadoras y pronorteamericanas. Perteneció a él hasta 1999, y ahora el partido de Urkullu está integrado en el Partido Demócrata Europeo, hermanado con el Partido Liberal. De nuevo el PNV formando parte de “las derechas europeas”.
En el partido de Puigdemont encontramos el mismo “pedigrí político”. El PDeCAT, heredero de la ex Convergencia, sustrato de Junts, formó parte del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, otro de los centros de la derecha continental.
En el alineamiento internacional, en la política económica y social, en todo Junts y PNV son partidos de derechas, muy de derechas
Política económica: de derechas
Dos partidos presentaron en sus programas para el 23-J la “mochila austríaca” dentro de las medidas estrella en política económica. Fueron el PP y Junts.
La “mochila austríaca” es defendida por todos los grandes organismos internacionales y nacionales que han impuesto los recortes y pretenden ampliarlos, desde el FMI a la gran banca.
Consiste en un fondo que se descontaría de su sueldo -rebajándolo-, y que “cobraría” cuando es despedido o al jubilarse.
En los hechos supone reducir a cero el coste del despido, imponiendo también un plan de pensiones privado obligatorio.
Como buen partido de derechas, Junts defiende la “mochila austríaca”, una de las medidas más queridas por los defensores del capitalismo más salvaje.
El gran partido de la derecha catalana -Junts, que recoge la herencia de CiU- fue el ejecutor de la mayor oleada de recortes. De 2009 a 2015 Cataluña, bajo la presidencia de Mas, fue la comunidad que más recortó el gasto social.
A la cabeza estaba el tijeretazo en sanidad, ejecutado por Boi Ruiz, que antes de ser conseller de sanidad fue presidente de la Unión Catalana de Hospitales, la gran patronal de la sanidad privada.
Cataluña es, junto con Madrid, la autonomía que más dinero público desvía hacia la sanidad privada. Hasta un 23,61% del presupuesto de salud de la Generalitat acaba en manos de grandes monopolios del sector a través de una telaraña de conciertos.
Esta es la “política social” de Junts, una tan a la derecha como la practicada por Isabel Diaz Ayuso en Madrid.
¿Y qué sucede con el PNV? ¿Es Euskadi un “oasis” donde no se ejecutan recortes, como algunos intentan hacernos creer? Nada de eso. Las crecientes movilizaciones contra los recortes y privatización de la sanidad ejecutadas por el gobierno de Urkullu así lo demuestran.
Según el Deustobarometro los problemas en la sanidad pública son la segunda preocupación de los vascos, solo superada por el alza de los precios.
Es el resultado de una política impulsada por el PNV donde se ha multiplicado la derivación de servicios y presupuesto a la privada, y se ha precarizado un personal sanitario sacudido por la temporalidad y los sueldos bajos.
Una política, la del PNV, que rebaja la calidad de la sanidad pública y beneficia a los grandes consorcios de la sanidad privada. La política típica de un partido de derechas.
Hacer pasar a Junts o PNV como “progresistas” es una confusión que nos haría tragar con sus reaccionarias posiciones
La derecha pacta con la derecha… y es amiga de la ultraderecha
Junts y PNV tienen una larga tradición de pactos con el PP. No es nada extraño que partidos de derecha pacten con otros partidos de derecha.
En 1996, cuando el PP de Aznar ganó la elecciones pero no alcanzó mayoría absoluta, la CiU de Pujol y el PNV de Arzallus corrieron a darle su apoyo… a cambio de importantes prebendas.
Pero no es algo que sucedió en un pasado lejano.
En julio de 2011 el líder de CiU y entonces president de la Generalitat, Artur Mas, y la cabeza del PP en Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, firmaron un pacto público. El PP acudía a salvar a Mas, permitiéndole aprobar los presupuestos, y CiU acordaba una “colaboración a largo plazo” con el partido entonces presidido por Rajoy.
Eran los momentos de las oleadas más duras de los recortes… que apoyaban y ejecutaban el PP en Madrid y CiU en Barcelona.
Y como partidos de derechas, tienen también un historial, que pretenden ocultar, de relaciones con la ultraderecha.
Cuando Junts pretendió ingresar en el grupo de los verdes europeos, fue vetado por el copresidente de la formación, el belga Philippe Lamberts, por la cercanía con los nacionalistas flamencos de la N-VA, una formación de ultraderecha con discursos especialmente vomitivos contra la inmigración.
Ahora Junts mantiene unas peligrosas relaciones de cercanía con Aliança Catalana, un partido independentista de extrema derecha que predica el odio contra los trabajadores inmigrantes.