Hay pocos personajes públicos que generen más ‘memes’ que Donald Trump. Sus hipérboles, sus astracanadas, su bravuconería, su pirotecnia verbal -a menudo para soltar bulos y ‘fake news’ que sólo se creen sus seguidores dentro y fuera de EEUU- no tienen parangón.
En cambio, los demócratas se han atenido a líderes políticos a la vieja usanza, ceñidos a las formas moderadas y a tratar de dar una apariencia cercana, afable, incluso simpática. Esto es lo que trata de explotar la campaña de imagen de Kamala Harris, resaltando su constante sonrisa, además de una capacidad dialéctica bien entrenada en sus años de fiscal.
Una enorme campaña propagandística que tiene altavoces en todo el mundo, también en España, y que repiten sin cesar una reedición de «emperador malo versus emperador respetable» que tantas veces escuchamos en la anterior campaña electoral, comparando a Trump frente a Joe Biden. La versión 2.0 viene a resumirse en la imagen (otro meme) «la fiscal contra el delincuente convicto», resaltando que Trump es el primer expresidente condenado penalmente por 34 delitos, aunque no entrará en la cárcel.
A veces, para alimentar este clima de opinión de «embellecimiento» de Kamala Harris, sólo hay que dejar hablar a Trump. A tal cosa jugó la candidata demócrata durante el debate entre los dos candidatos.
Harris provocó varias veces al ego de Trump, hasta que el republicano mordió el anzuelo, soltando una perorata tan xenófoba como ridícula.
Refiriéndose a los inmigrantes, Trump dijo: “Han permitido que estos millones y millones de personas entren a nuestro país», Y luego, causando la risa floja de Harris, soltó la perla. “En Springfield, se están comiendo a los perros. También se están comiendo a los gatos. Se están comiendo a las mascotas de la gente que vive allí. Eso es lo que está pasando en nuestro país, y es una vergüenza”.
Estas declaraciones -meme instantáneo en internet- han causado tanta risa como indignación entre las personas demócratas y progresistas de todo el mundo, porque detrás de esta ridícula hipérbole hay algo mucho más serio y tenebroso. Hay odio, racismo, xenofobia y marginación para millones de trabajadores migrantes en EEUU y todo el mundo.
Pero volvamos a la sonriente Kamala. Porque sus declaraciones no suelen ser carne de memes, ni de titulares críticos, ni de comentarios condenatorios. Pero ¿no debería ser distinto?
Pocos días antes del debate, y preguntada por la CNN, la actual vicepresidenta de EEUU afirmó rotundo que «no» cambiará la política sobre el envío de armas a Israel en la guerra de Gaza.
Lo hizo cuando el genocidio de Israel contra Gaza dura ya once meses y el número oficial de palestinos masacrados alcanza las 41.000 víctimas mortales, la mayoría mujeres y niños. Lo hizo pocos días después de que la administración Biden haya mandado durante este tiempo, casi sin interrupción, miles de toneladas de munición a Israel, y de que acaben de aprobar una nueva entrega de 20.000 millones de dólares, incluyendo 50 aviones de combate F-15, de armas al Ejército de Netanyahu.
Todos sabemos qué esconden los memes de Donald Trump. Detrás de sus hipérboles y falsedades, de sus discursos incendiarios y ultrareaccionarios, están las agresiones de una superpotencia que llena el mundo de guerras y horrores.
Pero ¿no es exactamente eso lo que esconde la maravillosa sonrisa de Kamala Harris?