13-O: Masiva movilización en Madrid por la vivienda

«¿Qué es esto? ¿qué pasa? ¡Que no tenemos casa!”

La masiva manifestación por la vivienda en Madrid ha sido un éxito tan rotundo que ha desbordado las previsiones más optimistas de sus organizadores. Ahora se anuncian réplicas en Barcelona, Valencia, Canarias, Baleares, Málaga....

Tras semanas de intensa convocatoria, la gran manifestación en Madrid por la vivienda desbordó todas las expectativas de sus organizadores y con la asistencia de cientos de miles de personas es ya una de las movilizaciones más multitudinarias del año. Una protesta que -como sus antecedentes en Canarias, Málaga o Baleares- ha sabido canalizar el hartazgo de millones de personas ante un atraco del precio de los alquileres o de la cuota hipotecaria que castiga los bolsillos de la inmensa mayoría, y que tiene sus grandes beneficiaros en bancos, Socimis y fondos buitre.

La masiva movilización por la Vivienda de Madrid es contagiosa y ya anuncia réplicas en Barcelona, Valencia, Canarias, Málaga… Y solo es el principio.

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Un éxito rotundo

La manifestación se sabia masiva antes de empezar. Cuando una protesta convocada en Atocha le cuesta arrancar porque ya hay miles de personas por delante del recorrido, por todo el Paseo del Prado hasta Neptuno, es que es un llenazo. Cuando la marcha llegó a su destino, bajo el edificio Metrópolis de la Gran Vía, la cola de la manifestación todavía discurría por el Museo del Prado.

Y así ha sido. Por eso suena tan patética la cifra ofrecida por la Delegación de Gobierno (22.000 manifestantes), y adquiere credibilidad los 100.000 manifestantes que asegura el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas de Madrid, o incluso los 400.000 que firma la Federación de Asociaciones de Vecinos.

No hay duda de que la lucha por la vivienda se ha vestido de largo en la capital, cogiendo el testigo de las movilizaciones que en el último año han denunciado la situación urbanística de grandes ciudades o zonas urbanas, a menudo relacionadas con el turismo desorbitado y depredador. El pistoletazo lo dieron las siete Islas Canarias el 20 de abril, con la mayor movilización («Canarias No se Vende», 200.000 personas) que ha vivido el archipiélago. Luego, en junio, 30.000 manifestantes en Málaga, y por último, en julio, unas 50.000 personas se movilizaron en Mallorca, también la más grande de la historia de Baleares.

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Reivindicación, protesta y energía

Pancarta de Recortes Cero en la gran manifestación por la vivienda en Madrid, exigiendo una empresa pública de Vivienda que cree un gran parque público -equiparable al de la media europea, donde la oferta pública supera el 10%- de un millón y medio de hogares para VPO o alquiler social.

Sacudiendo los llaveros, como símbolo de indignación, y emulando los cacerolazos, cientos de miles de personas -con gran predominancia de jóvenes, pero con vecinos de todas las edades- han protestado en Madrid contra una escalada de precios que hace imposible las condiciones de vida y trabajo. Una espiral cuya consecuencia más trágica es el desahucio de miles de familias vulnerables al año: más de 26.000 lanzamientos en Madrid en 2023.

Con consignas, carteles y pancartas combativos y llenos de creatividad, dirigidas contra los grandes caseros y los rentistas, contra las subidas y los desahucios: «la vivienda no es un negocio», “Fondos buitre, asesinos”, «Fuera buitres, nos quedamos», «Madrid para vivir, no para sobrevivir», “No llegamos a fin de mes. Si no bajan los precios, huelga de alquiler”, «fuera rentistas de nuestros barrios», “vergüenza me daría desahuciar a una familia” o “¿Qué es esto? ¿qué pasa? Que no tenemos casa”.

Esta gran manifestación es fruto de una convocatoria realmente coral. Se fraguó en julio por la Plataforma por el derecho a la vivienda de Madrid, de la que forman parte organizaciones de gran poder movilizador como el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas, la federación de asociaciones de vecinos de Madrid (FRAVM, con 300 asociaciones), las centrales CCOO y UGT, las Plataformas de Afectados por la Hipoteca o Amnistía Internacional, pero donde hay hasta 39 colectivos y organizaciones, incluyendo al Sindicato de Estudiantes, Greenpeace, Fridays for Future o Recortes Cero.

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Un problema sangrante

El portal Idealista -que no es inocente en este problema- evidencia que el precio del alquiler está en su máximo histórico en la capital de España. Con medias de hasta 20,4€ el metro cuadrado, eso supone que en alquilar un piso de 75m2, hay que dejarse más de 1.500€. ¿Quién puede pagar eso?

Los jóvenes están especialmente afectados por esta lacra. El 66% de las personas entre 18 y 34 años en España sigue aún en el hogar familiar, frente al 50% de 2010. Este año, muchos estudiantes de fuera de Madrid, matriculados en las universidades de la capital, han tenido que desistir de hacer este curso por no poder encontrar una habitación.

Este problema es especialmente sangrante en ciudades como Madrid o Barcelona, o en zonas turísticas, pero afecta ya en diferente grado a todo el país. Los informes del Banco de España revelan que el 40% de los hogares en alquiler hace un sobreesfuerzo para pagar el arrendamiento y un 76% tiene dificultades para comprar una vivienda.

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Alternativas a un grave problema social… posibles desde la voluntad política

La lectura del manifiesto de clausura -una defensa del derecho a la vivienda frente a los intereses de la banca, los fondos buitre, las grandes corporaciones y los rentistas- bajo el edificio Metrópolis de la Gran Via madrileña también estuvo cargada de simbolismo.

Se encargaron el actor y director Juan Diego Botto -cuya película «En los márgenes», trata de forma veraz y emotiva la lucha contra los desahucios- y dos vecinas afectadas por problemas singulares de la vivienda en Madrid. Una era Gladys Zambrana, residente de la Cañada Real, considerado el mayor asentamiento irregular de Europa, y al que la Comunidad de Madrid se niega a dar luz eléctrica; y la otra era Diana Martín, afectada del municipio de San Fernando de Henares, donde las chapuzas de la línea 7B de Metro han hundido el terreno y obligado a derribar 73 viviendas.

El manifiesto, que cargó contra la inacción del Gobierno Central, de las CCAA y los ayuntamientos, incidió en una serie de medidas unitarias que ya comparte y defiende la mayoría social progresista:

  • imponer los topes de precios al alquiler de la ley de vivienda estatal
  • ampliar el parque público de vivienda de alquiler protegido,
  • aprobar una ley madrileña de vivienda,
  • el fin de los desahucios sin alternativa habitacional
  • la suspensión inmediata de las licencias a pisos turísticos en zonas tensionadas.

Todas ellas no sólo son necesarias, sino inmediatamente posibles desde la voluntad política.

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Los grandes caseros son bancos, Socimis y fondos de inversión

Hay rentistas y R E N T I S T A S. ¿Quién es el blanco?

Como en todo movimiento social, además de la energía, la lucha y la organización, el problema fundamental es ¿quién es el blanco? ¿A quién nos enfrentamos? ¿Quién está inflando sin cesar el precio de la vivienda en España?

Muchas de las consignas y las denuncias de la manifestación se dirigieron hacia «los rentistas», un término no muy preciso que puede englobar a cualquier propietario que ponga un piso en alquiler, obteniendo una renta de ello. De hecho, la ley define como «grandes tenedores» a los que tienen 5 pisos en alquiler.

No hay duda de que ante la actual espiral de precios en las grandes ciudades, muchos propietarios de inmuebles «se han subido a la ola» y se han sumado a poner precios prohibitivos para los alquileres. «Ser casero no puede ser una profesión», decía una pancarta. Tiene razón, pero ¿son los propietarios de 1, 2, 3, 4 o 5 pisos… los que tienen el poder para especular y subir sin cesar los precios del alquiler?

No. Los grandes, grandes, GRANDES rentistas son bancos, Socimis y fondos buitre. Fondos de inversión norteamericanos como Blackstone o bancos del Ibex como CaixaBank son los mayores caseros de España con 41.000 viviendas alquiladas, seguidos de Socimis como CBRE, fondos de inversión (de nuevo yanquis) como Cerberus o el Banco Santander.

Es contra estos gigantes financieros -junto contra otras grandes corporaciones monopolistas como Airbnb, etc… que también forman parte del «ecosistema de grandes especuladores- contra los que el movimiento popular por la vivienda tiene que afilar su lucha.

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