Asistimos a una escalada de acusaciones entre PP y PSOE por los pactos que están marcando la constitución de los nuevos ayuntamientos y parlamentos autonómicos. Rajoy acusa a Pedro Sánchez de «extremista de izquierda radical». Y el propio Sánchez dice que están con las fuerzas que van a cambiar el país. Está claro para todo el mundo que el PP no forma parte del viento popular, pero hay quien dice que el PSOE «ha cambiado». ¿Qué pasa con el PSOE de Pedro Sánchez, ¿es parte del «terremoto popular» que sacudió la vida política del país el 24M?
La escalada de acusaciones no resiste la prueba de la realidad. PP y PSOE son la pata izquierda y derecha del modelo bipartidista y mantienen sustancialmente las mismas posiciones en las cuestiones fundamentales del Estado, de la oligarquía bancaria y monopolista y del hegemonismo y sus proyectos para nuestro país. Ahora que tanto se habla de “líneas rojas”, también hay otras “líneas rojas” que constituyen las reglas del juego del dominio del hegemonismo y la oligarquía y que unen como un cordón umbilical a las fuerzas del bipartidismo.
Los medios se han llenado con las noticias que hablan de la integración cada vez mayor de España en la estrategia militar de Estados Unidos, una cuestión en la que PP y PSOE caminan por la misma senda, la de la sumisión. Zapatero firmó el despliegue del escudo antimisiles en Rota y Rajoy acaba de firmar la conversión de Morón en la “base de África”. Una noticia de gran alcance que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha reconocido conocer desde hace tiempo directamente por la embajada norteamericana, pero no ha levantado la voz ni posición crítica alguna porque nuestro país esté cada vez más integrado en esta escalada bélica, ni siquiera porque con ello colocan a nuestro país y nuestro pueblo en el centro de todas las dianas.«Ley electoral, reformas laborales, rescates a la banca, OTAN, TTIP… en todas estas cuestiones claves PP y PSOE cierran filas»
El “derechista” Rajoy y el “izquierdista” Sánchez demuestran su disposición a firmar todo lo que la Casa Blanca les pone sobre la mesa, aceptando el papel de España como uno de sus “Estados vasallos” y cediendo hasta el último gramo de soberanía.
La misma posición que mantienen ante el Tratado de Libre Comercio (TTIP) que se cuece en secreto entre EEUU y la UE, conocido como “la OTAN económica” y que supone un salto cualitativo en cesión de soberanía y en el grado de dominación de bancos, monopolios y multinacionales, norteamericanas sobre todo, sobre multitud de aspectos de la vida de la gente.
Los grupos del PP y PSOE en el Parlamento Europeo pactaron en la Comisión de Comercio el apoyo al informe a favor del TTIP presentado por el socialista alemán Bernd Lange. Sólo la oposición de una parte del Parlamento y el escándalo provocado por los tribunales de arbitraje privado recogidos en el mismo, paralizó la votación a la espera de otro informe.
En las reuniones del Eurogrupo se han alineado con Alemania y el FMI frente a Grecia y Syriza y su negativa a aceptar elevar el nivel de saqueo del país con un tercer rescate. La línea que separa el: “Grecia tiene que tiene que respetar las reglas del juego y cumplir sus compromisos” de De Guindos, al: “Grecia debe ayudarse a sí misma y acelerar las reformas en su administración pública…” de Pedro Sánchez, es tan fina como inexistente.
Juntos caminan en las cuestiones de libertades y democracia. El secretario general del PSOE dice que está con las fuerzas que van a cambiar el país y acusa a Rajoy de “recortar las libertades por imponer a los trabajadores una reforma laboral…, y amenazar con una reforma de la ley electoral” que imponga la lista más votada.
Pero no sólo el PP está dispuesto a cambiar las reglas del juego, a recortarlas, si con ello se asegura las riendas del poder político o cumplir los mandatos de Obama y Merkel. Los dos se coaligaron para cumplir el mandato de Merkel y votar juntos la reforma del artículo 135 de la Constitución para que cobren antes los bancos alemanes que los pensionistas o los parados. «Hay “líneas rojas” que constituyen las reglas del juego del dominio del hegemonismo y la oligarquía y que unen como un cordón umbilical a PP y PSOE»
Hace apenas poco más de un mes, el pasado 4 de mayo, la candidata socialista, Susana Díaz, ante la falta de apoyos para su investidura como presidenta de la Junta de Andalucía, se mostraba dispuesta a cambiar la Constitución para establecer un sistema de elecciones a segunda vuelta para las alcaldías, la presidencia de las comunidades autónomas y del Gobierno si en primera votación ningún partido obtiene mayoría absoluta. Ayer mismo, era el portavoz del PSOE en el Congreso, Antonio Hernando, quien denunciaba al PP pero se mostraba “dispuesto a hablar de esto en el futuro”. La segunda vuelta es una propuesta del bipartidismo, no para ampliar y regenerar la democracia, sino para encorsetarla aún más obligando a elegir entre PP y PSOE.
Lo mismo ocurre con la reforma laboral. La reforma laboral aprobada por el gobierno del PP en febrero de 2012 abarataba el despido, facilitaba nuevos recortes salariales y recorte de derechos laborales atacando la negociación colectiva y permitiendo el descuelgue de los convenios. Pero fue el gobierno del PSOE de Zapatero quien puso las primeras piedras: abarató el despido rebajando la indemnización a 33 (incluso a 20) días por año trabajado, amplió las causas del despido por causas técnicas, organizativas y productivas y abrió las puertas al incumplimiento de los convenios colectivos, tal y como denunciaba CCOO.
Nada de esto cuestiona el actual PSOE dirigido por Pedro Sánchez que asume en su programa electoral la reforma de Zapatero.
En estos temas no hay ninguna diferencia sustancial entre el “extremista” Sánchez y el “derechista” Rajoy. Tampoco en otros tan fundamentales como los “rescates” bancarios o la deuda pública.
Los gobiernos del PSOE y del PP son los responsables de entregar 250.000 millones de euros a la banca y llevar la deuda pública al billón de euros, el 99% del PIB nacional.
PSOE y PP de la mano en los rescates bancarios y la deuda pública. Juntos, con la inestimable colaboración de CiU y PNV, los han votado en el Congreso. En septiembre de 2008 el gobierno de Zapatero ponía en marcha el primer plan de rescate a la banca por valor de 30.000 millones de euros. Fue sólo el principio de un gigantesco saqueo para poner el dinero y los recursos públicos al servicio de la banca. Después vinieron los rescates de las Cajas de Ahorros; la creación del “banco malo” con 90.000 millones de euros en activos tóxicos. Así, hasta que en junio de 2012, el ministro de Economía de Rajoy, Luis de Guindos, anunciaba el rescate al sistema financiero con hasta 100.000 millones de la Unión Europea. En total más de 250.000 millones de euros utilizados para limpiar las Cajas y poderlas vender a precio de saldo a la gran banca de aquí (Santander, BBVA, La Caixa) y extranjera.«PP y PSOE han votado juntos en el Parlamento cada rescate, cada recorte, cada partida de miles de millones entregados a la banca nacional y extranjera»
Un saqueo de los recursos nacionales que el Partido Socialista y el Partido Popular han cargado en las mismas cuentas, la de los recortes draconianos en empleo, salarios, pensiones, sanidad, educación…, y la cuenta de la deuda pública. Hemos pasado de una deuda pública de 378.000 millones de euros, el 35,5% del PIB, en el primer trimestre de 2008, a los 1,05 billones de euros, el 99%, en el primer trimestre de 2015, al convertir las deudas privadas de los bancos en deudas colectivas de los ciudadanos, que hipoteca por generaciones el futuro de España.
No hay diferencias sustanciales, al contrario, juntos han votado en el Parlamento cada rescate, cada recorte, cada partida de miles de millones entregados a la banca nacional y extranjera.
Por mucho que se empeñen en hacernos creer que son tan incompatibles como el agua y el fuego, los hechos demuestran que PP y PSOE siguen siendo las dos patas del bipartidismo, que hay una línea de continuidad en sus posiciones, unas “líneas rojas” comunes que no sólo no están dispuestos a traspasar sino a defender.
“Líneas rojas” que no son ningún ejercicio de autonomía sino de sumisión al Imperio y señalan hasta qué punto la defensa de la soberanía, ganando independencia y autonomía, es fundamental para tener la capacidad de decidir lo que interesa a nuestro pueblo y nuestro país. Una condición imprescindible para aplicar un programa que permita una salida de la crisis favorable a la inmensa mayoría de la población.