Es de todos sabido que la mentira tiene las piernas muy cortas y será 2010 donde se vea la verdadera realidad de las cuentas anuales del sector en España. Y es que convergen, especialmente en su primer semestre, factores operativos, por una parte, y de activo y pasivo, por otra, que están llamados a convertirse en el particular Rubicón a cruzar por el sector
No es de extrañar ante tal anorama que el Banco de España haya instruido severamente a las entidades para que guarden un colchón de provisiones en las cuentas de 2009 con objeto de poder aflorarlas y mitigar parte del impacto de su deterioro operativo y de balance en 2010. El consenso de mercado es que para 2011 (…) si la actividad económica no tira puede que estemos hablando en términos no de sobrellevar sino de sobrevivir a la crisis. EL PAÍS.- La guerra contra los talibanes, y su secuela terrorista, va a más y a peor, y las potencias occidentales no saben qué hacer en un escenario en el que además sus soldados son crecientemente percibidos como una fuerza de ocupación LA VANGUARDIA.- Cada vez parece más evidente que los defectos de nuestro sistema político no se deben a la Constitución, a las leyes que la desarrollan o a las instituciones políticas, sino a su manera de funcionar, a la forma en que los partidos interpretan estas leyes y dirigen estas instituciones. Nuestro sistema político no es una democracia, sino una partitocracia, no gobierna el demos, el pueblo, sino que gobiernan los partidos. Y no sus militantes, y aún menos sus votantes, sino sus dirigentes y sus burócratas, sus aparatos. Cada día el ciudadano contempla asombrado los poco edificantes espectáculos de incompetencia, de abuso de poder e, incluso, de corrupción, que nos ofrecen los políticos. Sin partidos no hay democracia, pero con estos partidos tampoco Opinión. El Confidencial Por qué la banca tiembla ante el 2010 S. McCoy Resulta irrelevante a estas alturas el debate acerca de la veracidad o no de las cuentas de las entidades financieras. Es una obviedad que la banca y las cajas están haciendo lo que pueden para maquillar su cuenta de resultados y su balance. Igual que es evidente que tal manipulación, por sutil o explícita que sea, se hace con la connivencia de Banco de España y Gobierno (…) Se trata, por tanto, la del maquillaje de una irregularidad flagrante asumida colectivamente (…) Pero (…) es de todos sabido que la mentira tiene las piernas muy cortas y será 2010 donde se vea la verdadera realidad de las cuentas anuales del sector en España. Y es que convergen, especialmente en su primer semestre, factores operativos, por una parte, y de activo y pasivo, por otra, que están llamados a convertirse en el particular Rubicón a cruzar por el sector (…) En efecto, se espera en el negocio ordinario una fuerte contracción del margen de intereses. ¿Cuánto? Alrededor del 15%. Será el resultado de un doble fenómeno: la revisión a la baja del precio de los créditos que aún no se han beneficiado de la caída del Euribor y el previsible repunte de los costes de financiación (…) el conjunto de la industria sufrirá, y mucho, toda vez que la mejora adicional de eficiencia se antoja limitada salvo que se acometan procesos de concentración que ayuden a reducir la capacidad del sistema. Por el lado del activo, a los problemas acumulados en los últimos meses, activos inmobiliarios, sostenimiento artificial de créditos zombies o disminución en el valor de las participadas, entre otros, se une ahora la temida morosidad empresarial una vez que se vea que los planes de contingencia previstos por muchos acreditados quedan en agua de borrajas. Un tipo de impago de muy baja recuperabilidad ya que el valor residual de los bienes que pueden servir como garantía a los créditos afectados suele ser simbólico. Paradójicamente será la propia banca la que incentive tal fenómeno como consecuencia de su negativa a aportar financiación adicional al sistema ante las dudas, precisamente, sobre su propia solvencia. De hecho, y entramos ya de lleno en el pasivo del balance, se avecinan en 2010 dos realidades que convergerán simultáneamente en el tiempo. Por el lado de los recursos ajenos, la necesidad de hacer frente a vencimientos tanto de financiación concedida por los Bancos Centrales (70.000 millones) como por otras entidades o el mercado (130.000 millones entre pagarés y deuda). La crisis ha impuesto el corto plazo en el pasivo y con él el riesgo de su posible renovación en cuantía y precio (…) No es de extrañar ante tal panorama que el Banco de España haya instruido severamente a las entidades para que guarden un colchón de provisiones en las cuentas de 2009 con objeto de poder aflorarlas y mitigar parte del impacto de su deterioro operativo y de balance en 2010. Los más listos de la clase, como Botín, están aprovechando la bonanza del mercado para hacerlo de manera más agresiva que otros. Este señor sabe de qué va esto y más vale seguirle la pista. El consenso de mercado es que para 2011 (…) si la actividad económica no tira puede que estemos hablando en términos no de sobrellevar sino de sobrevivir a la crisis. Pero no anticipemos acontecimientos que quince meses, en el entorno actual, son muchos meses (…) EL CONFIDENCIAL. 9-10-2009 Editorial. El País El laberinto afgano El fallecimiento de un nuevo soldado español en Afganistán certifica la misión en el país centroasiático como la más mortífera de las participadas por el Ejército. EE UU acaba de sufrir el mayor número de bajas en una sola jornada desde hace más de un año. La guerra contra los talibanes, y su secuela terrorista, va a más y a peor, y las potencias occidentales no saben qué hacer en un escenario en el que además sus soldados son crecientemente percibidos como una fuerza de ocupación. La OTAN va a iniciar una misión inédita en su andadura: entrenar a la policía afgana, además de a sus fuerzas armadas, algo mal visto por los mandos de la Alianza, que temen ver difuminada su identidad de combate. El nuevo papel tiene como objetivo declarado facilitar el progresivo control por los afganos de su territorio. El no declarado es apaciguar las críticas de Estados Unidos, que aporta 65.000 soldados frente a los 35.000 de la coalición. En un contexto progresivamente enrarecido, en el que los aliados europeos suspiran por una retirada ordenada, las discrepancias llegan a los asesores de Barack Obama y a sus propios parlamentarios. El presidente, que hace dos meses consideraba Afganistán una "guerra necesaria", medita ahora perplejo qué camino tomar. Una mayoritaria opinión pública cada vez más harta del corrompido Gobierno de Kabul considera ilusoria la pacificación del país -que podría llevar décadas y miles de millones- y ajeno a los afganos el modelo de democracia occidental que supuestamente se quiere trasplantar. Obama ha llamado al orden a su jefe militar sobre el terreno, general McChrystal, que se ha descolgado con una petición de 40.000 soldados más. La Casa Blanca da vueltas al dossier afgano en un intento de aclarar el alcance, los objetivos y la estrategia de una guerra envenenada que ha cumplido ocho años. Washington y sus aliados deben decidir de una vez si en Afganistán se quiere derrotar a los talibanes y establecer un Estado viable más o menos democrático, lo que implica más tropas, más dinero y más bajas; o si, por el contrario, como sugieren los últimos movimientos de la OTAN y parecen tener claro los ciudadanos de los países que aportan sus soldados, se trata de acelerar la puesta a punto de las fuerzas afganas para que Kabul haga lo que pueda. A Obama, como jefe de filas de la coalición occidental, le ha llegado la hora de la verdad. EL PAÍS. 9-0-2009 Opinión. La Vanguardia La desconfianza en los partidos Francesc de Carreras Reflejaba el sondeo publicado por La Vanguardia el pasado domingo una significativa ventaja del PP sobre el PSOE en intención de voto. Esta parecía ser la noticia destacada. Sin embargo, analizando más detenidamente los datos, aparecía otra cuestión más relevante: la desconfianza general de los ciudadanos respecto de los dos grandes partidos españoles. Probablemente, nunca en estos treinta años de democracia se había llegado a tal extremo. Los datos: a un 73% de consultados el Gobierno de Zapatero les inspira poca o ninguna confianza, a un 78% les inspira poca o ninguna confianza la oposición liderada por Rajoy. A su vez, un 64% considera mala o muy mala la gestión del Gobierno y un 70% opina lo mismo de la oposición. Es decir, si uno sale mal parado, el otro aún sale peor. Y en una puntuación del 1 al 10, el político más valorado es Duran Lleida con una nota de ¡4,5! Aquí nadie aprueba. No hay duda, ante tales datos, de que existe un escepticismo generalizado de los ciudadanos respecto al mundo político que puede empezar a tener inquietantes consecuencias para la democracia misma. La desconfianza en el sistema es un campo libre para demagogos de cualquier especie. ¿La causa está en la crisis económica? No lo creo. A mi modo de ver, la causa principal está en el sistema político mismo, en una enfermedad cancerosa en fase de metástasis que tiene su origen en un virus: el modo de funcionar de los partidos políticos. Todos sabemos que los partidos son insustituibles en una democracia, sin partidos no hay libertad, eso está claro. Pero cada vez parece más evidente que los defectos de nuestro sistema político no se deben a la Constitución, a las leyes que la desarrollan o a las instituciones políticas, sino a su manera de funcionar, a la forma en que los partidos interpretan estas leyes y dirigen estas instituciones. Nuestro sistema político no es una democracia, sino una partitocracia, no gobierna el demos, el pueblo, sino que gobiernan los partidos. Y no sus militantes, y aún menos sus votantes, sino sus dirigentes y sus burócratas, sus aparatos. Cada día el ciudadano contempla asombrado los poco edificantes espectáculos de incompetencia, de abuso de poder e, incluso, de corrupción, que nos ofrecen los políticos. Sin partidos no hay democracia, pero con estos partidos tampoco. ¿Por qué se ha llegado a tal situación? Apuntemos algunas explicaciones. En 1981 ocurrió un hecho que, visto desde la actualidad, constituye un precedente nefasto. Algunos conocidos miembros del Partido Comunista discreparon públicamente de sus dirigentes. Al año siguiente, dicho partido experimentó una espectacular bajada electoral, que fue atribuida a estas disidencias. Consecuencia: hay que acabar con las posiciones críticas dentro de los partidos, es mejor el monolitismo que la diversidad, hay que impedir el debate, quien se mueva no saldrá en la foto. Así se han ido empobreciendo los partidos: sólo han quedado en su interior los que aspiran a cargos públicos quizás porque no pueden aspirar a otra cosa en su vida profesional. Allí manda un grupo dirigente que rodea a un líder y lo protege de otras influencias, aislándolo, en muchas ocasiones, de la realidad. Los demás callan y obedecen. Por otro lado, ello ha dado ocasión a que se formaran unos profesionales de la política con un currículo singular: empiezan su carrera en las juventudes del partido, a trancas y barrancas acaban sus estudios, si es que los acaban; de ahí pasan a cargos internos, después a la concejalía de algún ayuntamiento y, todavía muy jóvenes, llegan a jefes de gabinete, a diputados y aun a ministros, sin otra experiencia, personal y profesional, que su ascendente carrera interna, cuyo mayor mérito ha consistido en no replicar a sus jefes. En definitiva, no han salido del cascarón del partido, no saben nada de la vida, ni son nadie sin estar arropados por su partido, al que, naturalmente, prestan ciega obediencia. Cada vez más, nuestra clase de profesionales políticos está compuesta por personas de este género. Lo advertimos enseguida al oírlos por radio y televisión: su principal argumento suele ser atacar al contrario, lo único que han aprendido de su entorno. Lamentable. Podríamos seguir y no hay espacio. Habría que estudiar la influencia del Estado de las autonomías en la estructura interna de los partidos, ese poder de los barones regionales que, a veces, impide saber quién manda, averiguar, por ejemplo, la razón por la cual Rajoy no hace limpieza en el PP valenciano. La corrupción, por cierto, es otra de las grandes lacras de los actuales partidos, los ejemplos son tan próximos que no hace falta más comentario. Por último, son cada vez más preocupantes las conexiones entre los partidos y los medios de comunicación. El cambio de criterio que ha dado un potente y prestigioso grupo mediático de Madrid es todo menos edificante, tanto desde la ética como desde la estética: encima los partidos que están en posiciones de poder impedirán que exista una opinión pública libre a base de informar torcidamente. Sin partidos no hay democracia, sin opinión pública libre tampoco. Hay que reflexionar sobre todo esto, sobre el bajo nivel intelectual y moral de nuestra clase política, encontrar sus causas y ponerles remedio. Me decía un amigo el otro día: "Con la clase política de hoy, no hubiéramos sabido acabar con el franquismo y darle una salida democrática a la transición". Pues muy probablemente. LA VANGUARDIA. 9-10-2009