El parlamento de Cataluña acaba de dar otro paso aprobando los presupuestos de Puigdemont que incluyen la partida para financiar el referéndum previsto para este mismo año.
También esta vez en contra de los criterios del propio Consejo de Garantías Estatutarias, que ha advertido de la ilegalidad de la medida y de la seguridad de una nueva querella; al igual que hicieron con el cambio del reglamento de la cámara para aprobar las leyes de “desconexión con España” en dos horas, sin debate y sin posibilidad de que la oposición pueda presentar enmiendas.
Los presupuestos han salido adelante con la CUP votando con Puigdemont, y la antigua Convergencia de Mas, del 3% y los recortes. Unos presupuestos que ellos mismos reconocen que “no son sociales” sino todo lo contrario. Con ERC votando con las CUP y en una coalición con PDeCAT, con quienes dicen que no volverán a ir juntos en unas elecciones.
Sectores de la propia nueva marca de Convergencia (PDeCAT) que quieren alejarse de Homs y Mas convencidos de que su camino “expres” a la independencia no les lleva a ningún sitio, y menos aún envueltos en la nube de corrupción que el caso Palau ha puesto en descubierto total.
¿Se puede dar más nivel de confusión?
Una confusión que sólo tiene una base: la existencia de una mayoría social que una y otra vez se niega a aceptar los recortes y la ruptura. Los votos en contra de Catalunya Sí que es Pot a los presupuestos, explicando que no apoyan el referéndum unilateral, son una manifestación más de esa mayoría social.
Hay que extender a todos los rincones de Cataluña la actividad para seguir levantando, desde una posición de izquierdas la unidad contra el muro de la fragmentación y la división del pueblo trabajador.