«El caos allí reinante parece proporcionar mucha más libido a los medios de prensa en Occidente que a sus contrapartes en las naciones emergentes. Por primera vez en siglos, el ritmo de desarrollo de las naciones emergentes ha sobrepasado al de la sociedad occidental, para vergüenza de ésta. Y ahora el malestar en la región meso-oriental podría convertirse en punto de giro para los países occidentales.»
Podría ecar de injusta la valoración de algunos teóricos, según los cuales existe una conspiración detrás de la agitación en el Medio Oriente. Tampoco es posible, sin embargo, obviar el papel que las fuerzas occidentales pueden haber desempeñado en la región. Aunque Occidente ha perdido capacidad para manipular el proceso político en el Medio Oriente, sigue siendo lo bastante fuerte como para influir en las perspectivas políticas de algunos países. (DIARIO DEL PUEBLO) THE WASHINGTON POST.- La dirección de los acontecimientos significa que, más que nunca, el interés estadounidense radica en el fomento de más y no menos libertad y llegar a los árabes que buscan una verdadera democracia. Si eso significa que quedan afectadas relaciones con aliados autocráticos, es preferible que aparecer de vuelta en el lado equivocado – lo que la administración Obama ha hecho con demasiada frecuencia durante los últimos dos meses. Los regímenes que tratan de resistir a la marea del cambio, ya sean aliados de los Estados Unidos o no, son una apuesta pobre – y a más liberalización de las sociedades árabes, mayor será el beneficio a largo plazo para los intereses estadounidenses. China. Diario del Pueblo Turbulencias en Oriente Medio perturban al mundo entero De cara a las incertidumbres que derivan de la actual turbulencia en el Medio Oriente, ningún país de esa región puede afirmar con seguridad que saldrá bien parado de esta crisis. El caos allí reinante parece proporcionar mucha más libido a los medios de prensa en Occidente que a sus contrapartes en las naciones emergentes. Por primera vez en siglos, el ritmo de desarrollo de las naciones emergentes ha sobrepasado al de la sociedad occidental, para vergüenza de ésta. Y ahora el malestar en la región meso-oriental podría convertirse en punto de giro para los países occidentales. Podría pecar de injusta la valoración de algunos teóricos, según los cuales existe una conspiración detrás de la agitación en el Medio Oriente. Tampoco es posible, sin embargo, obviar el papel que las fuerzas occidentales pueden haber desempeñado en la región. Aunque Occidente ha perdido capacidad para manipular el proceso político en el Medio Oriente, sigue siendo lo bastante fuerte como para influir en las perspectivas políticas de algunos países. En años recientes, la sociedad occidental ha ejercido una presión ante todo política cuando debe lidiar con la creciente competencia que le plantean las naciones en desarrollo. El Tercer Mundo sirve como importante fuente de bienestar para Occidente. El ascenso de los países emergentes no sólo disminuye la estatura de los occidentales, sino que además realza la posición del Tercer Mundo. Es lícito afirmar, con todo, que hasta cierto grado, la turbulencia en el Medio Oriente terminaría por poner patas arriba el patrón mundial. Los países occidentales perderían el juego solamente en el caso de que los disturbios queden confinados a la región. Lo que la prensa occidental ansía es que el movimiento democrático se expanda al fin por todo el mundo, incluidas las potencias emergentes como China y Rusia. En la era de la globalización, la cooperación entre Occidente y los países emergentes podría calmar a las élites políticas occidentales y sus impulsos de transformar su inquietud en confrontación. Por lo tanto, no podemos decir que la cooperación ha quedado descartada de la arena internacional. Sin embargo, no faltan indicios que apuntan hacia una deliberada intención occidental de colocar traspiés a los países emergentes. El derrumbe de la Unión Soviética trajo el caos a Europa sudoriental y a Asia central y puso en peligro a lo que una vez fue la mayor potencia nuclear del mundo, pero Occidente saludó su desintegración y sacó cuanta ventaja pudo del desastre. Según se avecina la posible crisis, se hace más difícil deslindar opciones válidas. Para los chinos, lo más importante es mantener la calma y mantenerse alertas. Cuanto más fuertes seamos y más estable sea nuestra sociedad, menos fantasías acariciará Occidente de sabotear a China y se decantará en su lugar por mejorar la cooperación con ella. DIARIO DEL PUEBLO. 1-3-2011 EEUU. The Washington Post La revolución árabe crece TRES PREGUNTAS impulsan el debate sobre la revuelta árabe en curso y la forma en que Estados Unidos debería responder a ella. ¿Puede propagarse a todos los estados árabes, incluyendo lo que parecen ser reinos estables, tales como Arabia Saudita y a estados policiales más represivos, como Siria? ¿Puede ser detenido con la violencia por regímenes más despiadados que los de Túnez y Egipto? ¿Y pueden sus arraigadas estructuras de poder tener éxito en limitar el alcance del cambio, a través de sobornos o negociaciones? Aún no tenemos las respuestas – pero hasta ahora, el punto hacia el que tienden es a un "no" a las tres preguntas. Esa es una perspectiva excitante para los partidarios de la democracia, sobre todo para los jóvenes árabes que anhelan refundar sus países. Pero también significa más inestabilidad por delante en la región, junto con algunas decisiones difíciles para Estados Unidos. En primer lugar, las tendencias. Expertos en el Oriente Medio en un principio dudaban de que la revolución podría extenderse desde Túnez a Egipto, a continuación que pudiera penetrar en los emiratos del Golfo Pérsico. Pero ahora, Omán y Bahrein se ha unido a la lucha con un levantamiento popular – y el rey saudí Abdullah se enfrenta a una petición de los intelectuales exigiendo reformas de gran alcance y una campaña en Facebook pidiendo manifestaciones este mes. Los saudíes parecen haber alentado a los gobiernos de Egipto y Bahrein para sofocar las protestas por la fuerza. Esa estrategia fracasó, y ahora, en Libia, puede quedar decisivamente desacreditada. El líder libio Muammar Gadafi ha atacado a sus ciudadanos con fuerzas mercenarias y la fuerza aérea, sin embargo, no ha dejado de perder el control. Si las fuerzas de la oposición salen victoriosas, no sólo Bahrein, Yemen y Omán, sino también Siria tendrán que preguntarse si usar la fuerza de igual modo no se convertirá en un boomerang. Eso será especialmente cierto si la respuesta internacional a la violencia del Sr. Gadafi es lo suficientemente fuerte como para ayudar a inclinar la balanza hacia sus oponentes. Las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos, antes de que la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, hablara el lunes, no van a lograrlo. Pero la imposición de una zona de exclusión aérea, el reconocimiento de la oposición, y la provisión de suministros a las zonas controladas por la oposición sí puede. Afortunadamente, el gobierno Obama está considerando las medidas. La turbia cuestión es hasta dónde va a llegar el cambio – pero de nuevo la tendencia es hacia más. Esto puede verse en la renuncia forzada del fin de semana de primer ministro de Túnez, un vestigio del régimen anterior, y en cómo las manifestaciones masivas continúan en Egipto para forzar a su primer ministro heredado. Algunos advierten que las demandas de mayor cambio podrían llevar al caos. Pero el peligro mayor es que los intentos de las viejas elites corruptas de aferrarse al poder lleven a un conflicto interminable y pongan bazas en manos de los extremistas que actualmente se encuentran marginados. La dirección de los acontecimientos significa que, más que nunca, el interés estadounidense radica en el fomento de más y no menos libertad y llegar a los árabes que buscan una verdadera democracia. Si eso significa que quedan afectadas relaciones con aliados autocráticos, es preferible que aparecer de vuelta en el lado equivocado – lo que la administración Obama ha hecho con demasiada frecuencia durante los últimos dos meses. Los regímenes que tratan de resistir a la marea del cambio, ya sean aliados de los Estados Unidos o no, son una apuesta pobre – y a más liberalización de las sociedades árabes, mayor será el beneficio a largo plazo para los intereses estadounidenses. THE WASHINGTON POST. 1-3-2011