Los ataques de EEUU con Trump frente a la lucha de los pueblos

¿Pero quién va ganando?

Nos pintan una apabullante "ofensiva trumpista" mundial ante la que sólo cabe echarse cuerpo a tierra y tratar de resistir. Pero detrás de la agresividad del proyecto de Trump lo que hay es una superpotencia en su ocaso y a la defensiva, ante el empuje de la lucha de los países y pueblos del mundo, que conquista victorias y achica los espacios de dominación y control de EEUU

Con Trump en la Casa Blanca sufrimos una “hiperactividad reaccionaria”. Casi diariamente nos sorprende una nueva maniobra de EEUU que ataca intereses básicos de buena parte del planeta.

¿Pero la agresividad norteamericana demuestra que la superpotencia “hace y deshace” a su antojo? ¿O en realidad sus agresiones buscan defender su hegemonía, ante una lucha de los pueblos que la está desafiando?

Los pueblos avanzan, a una velocidad cada vez mayor, y obtienen victorias resonantes. Y quien retrocede es EEUU, cuyo dominio global es más débil y está más cuestionado.

Esto es lo que sucede hoy en el mundo. Pero esta visión está totalmente enfrentada con la que machaconamente se nos presenta. Nos ofrecen una realidad totalmente determinada por las decisiones que Trump toma desde la Casa Blanca, como parte de una ofensiva reaccionaria arrasadora ante la que poco podemos hacer.

No es verdad.

Es evidente que vivimos una situación internacional compleja, con graves amenazas para los pueblos del mundo.

De manera acelerada, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca se amenaza la paz mundial, espoleando el genocidio en Gaza o entregando Ucrania al imperialismo ruso. También sufrimos un racismo criminal que arremete contra los trabajadores inmigrantes. Se pretende imponer un retroceso en derechos básicos, desde el aborto a la lucha contra el machismo. Y se empuña una motosierra para ejecutar salvajes recortes sociales.

¿Pero realmente son los EEUU, con Trump, quienes ganan terreno en el mundo?

La política que Trump encarna es la alternativa que hoy respalda el grueso de la gran burguesía norteamericana para defender su hegemonía mundial.

Y, aunque adopte formas ofensivas, es una reacción a la defensiva de EEUU para intentar frenar el imparable avance de los países y pueblos del mundo y de la revolución, que socavan cada vez más su hegemonía.

La realidad del mundo actual no está definida por “la ofensiva reaccionaria de Trump”. Sino por las victorias obtenidas por los pueblos del mundo.

El dominio norteamericano es una amenaza. Pero quien avanza y va ganando la partida son los pueblos del mundo, y quien retrocede y la va perdiendo es la superpotencia.

EEUU ya no es la superpotencia incuestionable. Se le han escapado de su control decenas de países y los BRICS no siguen sus mandatos. Y por mucho que grite Trump, hay movimientos revolucionarios en muchos países y la gente no nos dejamos pisotear.

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El saldo que nos deja el siglo XXI

Veamos cuál ha sido la evolución de la situación internacional en lo que llevamos de siglo. ¿Ha avanzado el “capitalismo salvaje”, se ha fortalecido el dominio norteamericano? ¿O ha sucedido todo lo contrario?

EEUU retrocede…

Desde el año 2000, EEUU ha acelerado su declive, y ha entrado ya en una fase de ocaso imperial.

En el terreno militar el poder de la superpotencia se ha debilitado.

Sigue manteniendo una superioridad bélica aplastante. Pero se ha visto obligado a retirarse, de forma humillante, de Afganistán y de Irak. Y sus intervenciones en Libia o Siria para forzar cambios han acabado en el fracaso y la barbarie. La realidad es que en el siglo XXI EEUU no ha ganado ni una de las guerras en las que ha participado.

En el terreno político el dominio de la superpotencia ha retrocedido.

Lo que avanza hoy en el mundo no es el orden unipolar de la superpotencia, sino el orden multipolar que impulsan frente a la hegemonía norteamericana muchos países.

La emergencia de China, una potencia surgida de una revolución proletaria, se ha disparado. No es solo económica. Pekín aumenta su influencia en la política global y en los organismos internacionales. Y lo hace llamando a la unidad del “Sur global” -el Tercer Mundo- frente al dominio norteamericano.

En el año 2000 los BRICS no existían, ahora son un protagonista global en expansión. A la ampliación del año pasado -con Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía- se acaba de unir Indonesia como miembro de pleno derecho. Y Nigeria, con otros ocho países, como “asociados”. Los BRICS se atreven a desafiar la hegemonía del dólar, y proponen un nuevo orden “multilateral” que cuestiona el poder de la superpotencia.

A principios del siglo XXI eran minoría los gobiernos antinorteamericanos en el mundo hispano. Hoy son una aplastante mayoría.

EEUU arremete contra organismos internacionales que antes controlaba férreamente, como la Organización Mundial de la Salud o el Tribunal Penal Internacional, porque en ellos ha avanzado de forma cualitativa la influencia del Tercer Mundo.

Y en el ámbito económico EEUU y el bloque imperialista bajo su dominio pierden terreno de forma acelerada porque el Tercer Mundo se lo arrebata.

Del año 2000 a la actualidad, EEUU ha pasado de controlar el 30% del PIB mundial al 25%, mientras que China ha pasado del 4% al 19%, multiplicándose por 5.

Mientras, en ese mismo periodo, el peso del campo imperialista dominado por EEUU en el PIB global ha caído del 85% al 57%. Porque el del Tercer Mundo se disparaba del 18,7% al 43%.

Y está sucediendo algo antes impensable: ya se cuestiona abiertamente la hegemonía del dólar.

Esta es la tendencia principal en el mundo durante el siglo XXI, y en la actualidad: el avance de EEUU hacia un ocaso imperial cada vez mayor.

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y los pueblos avanzan

El ocaso imperial de EEUU no se ha producido por un “desgaste natural” de la superpotencia. Ha sido necesario que fuerzas muy poderosas empujen. Es la lucha de los pueblos, bajo banderas revolucionarias, lo que ha sacudido el poder global norteamericano. China o los BRICS impulsando centros de poder que se enfrentan a la hegemonía norteamericana. Muchos países zafándose del dominio de la superpotencia o ganando autonomía. Y todos los pueblos luchando contra las imposiciones de EEUU, obteniendo victorias y haciéndole retroceder.

La superpotencia norteamericana y el imperialismo retroceden porque los pueblos del mundo avanzan. Unos pierden porque otros ganan.

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Que no ganen en la propaganda lo que pierden en la realidad

Quien está a la ofensiva, socavando el dominio norteamericano y atacando los mismos cimientos del imperialismo, son los pueblos. Y quien está a la defensiva es la única superpotencia.

Es ante esta realidad que la gran burguesía norteamericana, con Trump como ejecutor, se revuelve de forma furibunda. Lanzando una ofensiva global que en realidad es una maniobra a la defensiva: busca contener a cualquier precio el avance de los países y pueblos del mundo para poder mantener una hegemonía hoy amenazada.

Adoptar una u otra mirada tiene unas enormes consecuencias prácticas.

Si nos dejamos atrapar por la propaganda de la “ofensiva arrasadora de Trump”, caeremos presas de un terror paralizante. Eso es lo que buscan.

Si ponemos en primer plano la realidad del avance de la lucha de los pueblos disponemos de enormes recursos para enfrentar los criminales planes que Trump nos arroja.

Ser conscientes de la enorme y e imparable fuerza de la lucha de los pueblos y de la revolución, demostrada en los hechos, es vital para poder defender hoy los intereses populares y enfrentar los ataques que los amenazan.

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