Mientras bombardea la capital y el sur de Líbano

Peligro de guerra en Oriente Medio: Israel asesina al líder de Hamás en Irán

En una acción coordinada que prende una nueva espiral incendiaria en Oriente Medio, Israel elimina al jefe de la organización terrorista en la capital de Irán

El líder de Hamás, Ismail Haniya, y su guardaespaldas, han sido asesinados por Israel en Teherán, donde habían acudido para asistir a la ceremonia de toma de posesión del presidente iraní Masud Pezeshkian,

El atentado contra el jefe terrorista en la capital iraní se produce además pocas horas después de que un bombardeo israelí sobre el sur de Beirut, capital de Líbano, asesinara también al número dos de Hezbolá, Fuad Shukr.

Se trata de dos actos que dinamita cualquier atisbo de conseguir un alto el fuego o tregua en la Franja de Gaza, donde Israel ha masacrado ya a más de 40.000 personas -el 70% de ellos, mujeres y niños- y que van a provocar la segura reacción de Hezbolá y de Teherán sobre Israel, prendiendo una espiral de tensión en la zona que puede provocar un estallido descontrolado en Oriente Medio.

Justo lo que viene pretendiendo desde el 7 de octubre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Una ofensiva pirómana que -no es casualidad- tiene lugar además en un momento de especial trascendencia en EEUU, con un Trump catapultado tras sobrevivir a su magnicidio, y un Biden debilitado y en retirada política.

Ismail Haniya, máximo jefe político de Hamás desde 2017, ha sido asesinado en la madrugada del miércoles 31 de julio en un ataque contra su residencia en Teherán, capital de Irán. Lo ha confirmado en un comunicado el mismo grupo terrorista, así como la Guardia Revolucionaria iraní, aunque se desconocen los detalles del magnicidio.

Ismail Haniya, lider de Hamás

Hace pocas semanas, el 13 de julio, en un brutal bombardeo en el sur de Gaza contra un capo de refugiados donde masacró a 90 personas, Israel afirmó haber eliminado a otro importante miembro de la cúpula de Hamás, Mohamed Deif, jefe de las brigadas Ezedín al Qassam (brazo militar), uno de los principales responsables directos de la matanza terrorista del 7 de octubre, en las que asesinaron a unas 1.200 personas en territorio israelí y secuestraron a más de 200 rehenes.

A lo largo de diez meses de brutales bombardeos en la Franja, en las que las fuerzas sionistas han exterminado sin piedad a más de 40.000 gazatíes perpetrando una gama interminable de crímenes de guerra, Israel asegura haber acabado con la mitad de la cúpula del brazo armado de Hamás.

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Agitando el avispero libanés

Pocas horas antes del asesinato de Haniya, un bombardeo en el sur de Beirut mataba a Fuad Shukr, considerado el número dos de la milicia chií libanesa Hezbolá. Tel Aviv decía responder así a los supuestos bombardeos que Hezbolá realizó el sábado 27 de julio en los Altos del Golán sirios ocupados por Israel, matando a 12 menores que jugaban en un campo de fútbol, aunque otras fuentes atribuyen ese ataque al mismo Israel.

Sea como sea, el ataque aéreo a Beirut y el asesinato de Fuad Shukr es algo que Hezbolá no puede ignorar. Desde hace meses, Israel viene realizando bombardeos sobre el sur de Líbano -algunos con fósforo blanco, inflamable y prohibido por las convenciones internacionales- buscando la reacción de la milicia chií, que hasta ahora ha realizado represalias limitadas, teniendo en cuenta que dispone de una capacidad de respuesta mucho mayor que la de Hamás, con cientos de miles de milicianos y de proyectiles avanzados, que según todos los expertos, podrían llegar a saturar el sofisticado sistema antiaéreo israelí y alcanzar cualquier parte del país.

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Buscando el cuerpo a cuerpo con Irán

El tercer vértice del magnicidio pirómano de Haniya es obviamente Irán, en cuyo territorio ha ocurrido el asesinato.

A pesar de que en las recientes elecciones del régimen de los ayatolás ha ascendido como presidente Masud Pezeshkian -desbancando al ala más dura de los clérigos, un ayatolá considerado moderado y partidario de buscar una nueva reedición del pacto nuclear con EEUU- el asesinato del líder de Hamás en su suelo es una acción que Teherán no puede pasar por alto.

El pasado mes de abril en respuesta al bombardeo israelí contra el consulado iraní en Damasco, Irán lanzaba un bombardeo con 150 misiles y 170 drones sobre Israel, el primer ataque de la República Islámica contra territorio hebreo.

Se trató de una respuesta muy calculada por parte de Teherán. La trayectoria de los proyectiles fue filtrada por los propios ayatollás a Turquía y Jordania horas antes de su lanzamiento, los cuales transmitieron la información a Israel. Eso, y el ultramoderno sistema antimisiles del ejército hebreo, hicieron que la represalia iraní apenas causara daños.

En abril, un Irán obligado a responder dejó claro que sabe jugar al ajedrez, que conoce perfectamente las intenciones pirómanas de Netanyahu, y que si lo desea es capaz de modular su respuesta. Pero no sabemos que ocurrirá ahora.

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La fuente de guerra… al otro lado del Atlántico

La agresividad de un gobierno Netanyahu empeñado en arrojar cerillas contra el barril de pólvora, masacrando Gaza mientras incrementa nuevas anexiones en Cisjordania, y mientras lanza permanentemente ataques contra Líbano y Siria, buscando siempre el cuerpo a cuerpo con Irán, no responde simplemente a una huida aventurera hacia adelante.

Los halcones más belicistas de Tel Aviv actúan así porque están en comunión con los halcones más belicistas de Washington, y porque cuentan con la anuencia y complicidad de las «palomas».

Esta espiral, que pone en gravísimo peligro la paz en Oriente Medio y en el mundo, ocurre en un momento donde en la cabeza de la superpotencia se agudiza la lucha de fracciones, y donde la batalla por las elecciones presidenciales norteamericanas -ahora entre Trump y Kamala Harris-, aunque con ligara ventaja para el republicano, está abierta.

Ocurre en un momento de ascenso de Trump, catapultado tras el fallido atentado en Pensilvania, y de debilidad de un Biden que ya está en los meses de descuento, tras anunciar su retirada de las presidenciales- Algo que Netanyahu sopesa muy bien.

Quien lanza permanentemente cerillas contra el bidón de gasolina de Oriente Medio no son sólo ni principalmente los halcones del Likud o de la extrema derecha sionista (que también), sino los círculos más agresivos de la superpotencia. Trump llegó a acusar a Netanyahu de “debilidad”, al recordar que Israel no participó en la operación con la que EEUU asesinó al general Soleimani, máximo jefe de la seguridad y el espionaje de Irán.

Detrás del peligro de guerra están los intereses de la superpotencia. Oriente Medio sigue siendo una región clave, de donde sale un tercio del petróleo mundial. EEUU ha perdido terreno en la región, y lo ha ganado China. Irán es uno de los grandes proveedores de petróleo de Pekín, y participa junto a China en los BRiCS y en la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai).

Con Biden o con Trump, Washington es la parte principal del problema. EEUU recuerda el fracaso en Irak, y recela de que una nueva conflagración en Oriente Medio agudice su ocaso. Pero también se revuelve contra su pérdida de influencia en una región clave, alentado los agresivos movimientos de su peón israelí para intentar recuperar terreno. Poniendo en riesgo con ello la paz mundial.

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