«Desde el punto de vista político, resulta inquietante la forma en que Alemania y Francia han cerrado otra vez estos acuerdos, a dos bandas, como ya sucedió con el Tratado de Maastricht. Al anunciarlos, Merkel y Sarkozy parecían dos monarcas absolutos entregando una carta otorgada a sus súbditos europeos. Sin embargo, es seguramente la forma más fácil de desatascar el atolladero en el que se encuentra la zona euro.»
Esaña no está precisamente en situación de poner condiciones. Berlín y París tienen, más que nunca, la sartén por el mango: si pusieran reparos al BCE para que dejara de comprar deuda española e italiana, por ejemplo, ambos países seguirían los pasos de Grecia, Irlanda y Portugal. Ya advertimos en un titular que fue acogido con malestar en medios del Gobierno que Alemania iba a someternos a un «régimen de libertad vigilada». Se le podrá llamar como se quiera, pero España está perdiendo soberanía como consecuencia de los errores de la política económica de Zapatero. Hoy estamos fuera del núcleo decisorio donde se adoptan los acuerdos. EL PAÍS.- Las señales positivas que dieron Merkel y Sarkozy seguramente no producirán euforia alguna en los mercados, que reaccionan ante cuestiones mucho más concretas, ni tampoco son un remedio inmediato para recomponer los daños que esta crisis ha hecho ya en la eurozona. De hecho, la calma que se consiguió en los mercados de deuda pública de la eurozona tras las intervenciones compradoras del BCE no se está viendo acompañada de una mejora en las expectativas de crecimiento económico. Todas las economías avanzadas sin apenas excepción exhiben en el último trimestre una desaceleración que es particularmente significativa en las que hasta ahora podían ejercer una mayor tracción sobre el conjunto de la economía mundial. ABC.- El difunto «eje» franco-alemán ha sido sustituido por una «sociedad de apoyos mutuos» que Merkel y Sarkozy utilizan para intentar salir del atolladero europeo con «soluciones» que les permitan combatir los ataques de incertidumbre, nacionales y bursátiles. La pareja Helmut Schmidt y Valery Giscard d’Estaing creó el Sistema Monetario Europeo. La pareja Kohl/Mitterrand echó los fundamentos del mercado único y el euro. La pareja Schroeder/Chirac dinamitó los primeros criterios de convergencia económica que debían fundar la moneda única. La pareja Merkel / Sarkozy intenta salvar el euro de la crisis de fondo que comenzó cuando Berlín y París se tomaron libertades presupuestarias que permitieron a París, Roma, Atenas y Madrid volver a «chutarse» con déficit y deuda pública. Editorial. El Mundo París y Berlín pactan refundar la eurozona LAS DECISIONES que adoptaron Merkel y Sarkozy en su entrevista de ayer en París marcan un cambio de ritmo en el desarrollo de la Europa del euro y suponen, en la práctica, el primer paso para su refundación. Por ello no es exagerado calificar el resultado de esa reunión de hito histórico. Sus efectos los veremos en los próximos meses y años, porque se abre un proceso largo de convergencia fiscal en la Eurozona. EL MUNDO ya adelantó ayer en primicia que el encuentro de Merkel y Sarkozy no sería una simple cita para tratar de tranquilizar a los mercados, y que, a la vista de los problemas que han colocado al euro al borde del desastre, funcionarios alemanes y franceses llevaban semanas trabajando en el diseño de un nuevo núcleo de poder económico. Las iniciativas de Merkel y Sarkozy encaminadas a lograr una política fiscal común -que incluye disciplina presupuestaria, control del déficit y la armonización del sistema tributario y de los mecanismos de protección social- son acertadas y abren un camino ilusionante. Desde estas páginas hemos venido reclamando más Europa como solución a los problemas del euro. Los mercados han demostrado también que es inviable intentar mantener una política monetaria común con 17 políticas fiscales distintas. Sin embargo, algunas de las medidas anunciadas son discutibles. Por ejemplo, el impuesto a la banca por transacciones financieras podría restar competitividad a la zona euro y da la sensación de que se trata de un señuelo dirigido a la izquierda -en la oposición en los principales países europeos- para ganar su apoyo al plan de reformas. También es cuestionable que las constituciones de los Estados deban incluir un techo de gasto y de deuda antes de un año, sobre todo si es excesivamente rígido. Es imprescindible controlar el déficit y es lógico que exista una coordinación entre los países del euro, pero dado que habrá momentos en que las economías nacionales necesiten estímulos y puedan verse en la necesidad de recurrir al déficit, sería arriesgado incluir esa «regla de oro» -como la definió Sarkozy- en la Constitución. En cualquier caso, es un asunto sujeto a debate. Por otra parte, desde el punto de vista político, resulta inquietante la forma en que Alemania y Francia han cerrado otra vez estos acuerdos, a dos bandas, como ya sucedió con el Tratado de Maastricht. Al anunciarlos, Merkel y Sarkozy parecían dos monarcas absolutos entregando una carta otorgada a sus súbditos europeos. Sin embargo, es seguramente la forma más fácil de desatascar el atolladero en el que se encuentra la zona euro. España no está precisamente en situación de poner condiciones. Berlín y París tienen, más que nunca, la sartén por el mango: si pusieran reparos al BCE para que dejara de comprar deuda española e italiana, por ejemplo, ambos países seguirían los pasos de Grecia, Irlanda y Portugal. Ya advertimos en un titular que fue acogido con malestar en medios del Gobierno que Alemania iba a someternos a un «régimen de libertad vigilada». Se le podrá llamar como se quiera, pero España está perdiendo soberanía como consecuencia de los errores de la política económica de Zapatero. Hoy estamos fuera del núcleo decisorio donde se adoptan los acuerdos. Los términos en los que se plantea la refundación del euro son en la práctica un rescate, donde la creación de eurobonos al final del proceso funciona como la zanahoria que nos hará avanzar a la par que los palos. Por expresarlo de forma gráfica, España está convirtiéndose en una autonomía dentro de la zona euro. No es lo peor que nos podía haber pasado: quedar fuera de la moneda única sería terrible. El otro riesgo es el de que acabe creándose un Eurogrupo con dos velocidades EL MUNDO. 17-8-2011 Editorial. El País Un paso adelante Las iniciativas que acordaron ayer poner en marcha la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, como respuesta a las dificultades que ha atravesado en los últimos tiempos la eurozona, constituyen una señal esperanzadora a medio plazo ante el desafío ineludible de una mayor gobernanza económica de Europa. La idea de crear un Consejo de jefes de Estado y de Gobierno, que presidiría inicialmente Van Rompuy, confirma la voluntad de ir forjando el camino de una mayor integración fiscal de los países de la eurozona y aleja así la posibilidad de un alejamiento de Alemania y de los países más ricos, hipótesis que se insinuaba como uno de los peores fantasmas ante las dificultades de las economías periféricas. Puestos a buscar alianzas, nada mejor que la franco-alemana. Algunas de las propuestas que lanzaron Sarkozy y Merkel, como la de armonizar para 2013 los impuestos de sociedades en sus dos países o la de compartir criterios para elaborar sus presupuestos, son signos de un nuevo liderazgo del eje franco-alemán en la política europea, en un momento en el que urgía que los países con mayor peso económico asumieran el desafío de llevar el timón ante los recurrentes ataques al euro en los mercados financieros. En la estela de fortalecer el gobierno económico común deben interpretarse los renovados esfuerzos por caminar hacia políticas fiscales comunes o la introducción de una tasa que grave las transacciones financieras. Acaso el punto más controvertido de los sugeridos sea el de incluir en las Constituciones de los distintos países de la eurozona un límite del déficit público, por lo que supondría de inevitable demora al tenerse que aprobar en los respectivos parlamentos nacionales. Las señales positivas que dieron Merkel y Sarkozy seguramente no producirán euforia alguna en los mercados, que reaccionan ante cuestiones mucho más concretas, ni tampoco son un remedio inmediato para recomponer los daños que esta crisis ha hecho ya en la eurozona. De hecho, la calma que se consiguió en los mercados de deuda pública de la eurozona tras las intervenciones compradoras del BCE no se está viendo acompañada de una mejora en las expectativas de crecimiento económico. Todas las economías avanzadas sin apenas excepción exhiben en el último trimestre una desaceleración que es particularmente significativa en las que hasta ahora podían ejercer una mayor tracción sobre el conjunto de la economía mundial. La tasa de crecimiento de Alemania, hasta ahora la más dinámica de las economías de la eurozona, ha caído. Frente al 0,5% que anticipaban la mayoría de las previsiones, ha sido un 0,1% la tasa de variación del PIB en el segundo trimestre con relación al anterior; la más baja desde aquella tasa negativa del primer trimestre de 2009. Como admiten las autoridades alemanas, la crisis en el resto de la eurozona y en EE UU ha incidido de forma sustancial en ese debilitamiento, que no es probable que se atenúe en lo que queda de año. Ninguna de las grandes economías clientes de las empresas alemanas crecerá en la segunda mitad del año más que en la primera. Desde luego no lo harán las de la eurozona, con Francia a la cabeza, que no creció en el segundo trimestre. Detrás de la inquietud generada la semana pasada en esa economía no se encuentra solo ese rumor de degradación de su calidad crediticia, sino la constatación de ese frenazo en el crecimiento y un impacto muy directo en la salud de su sistema bancario. Algo no muy distinto, aunque de intensidad significativamente inferior, a lo que sucede en las otras dos grandes economías de la eurozona, la italiana y la española. Ha sido en ese contexto de inquietante desaceleración donde Sarkozy y Merkel han dado un paso adelante, que servirá para apuntalar el refuerzo del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, previsto para septiembre. EL PAÍS. 17-8-2011 Eurocrisis. ABC El último conejo de la chistera Juan Pedro Quiñonero El difunto «eje» franco-alemán ha sido sustituido por una «sociedad de apoyos mutuos» que Merkel y Sarkozy utilizan para intentar salir del atolladero europeo con «soluciones» que les permitan combatir los ataques de incertidumbre, nacionales y bursátiles. La pareja Helmut Schmidt y Valery Giscard d’Estaing creó el Sistema Monetario Europeo. La pareja Kohl/Mitterrand echó los fundamentos del mercado único y el euro. La pareja Schroeder/Chirac dinamitó los primeros criterios de convergencia económica que debían fundar la moneda única. La pareja Merkel / Sarkozy intenta salvar el euro de la crisis de fondo que comenzó cuando Berlín y París se tomaron libertades presupuestarias que permitieron a París, Roma, Atenas y Madrid volver a «chutarse» con déficit y deuda pública. Desde el estallido de la primera crisis griega, la pareja Merkel/Sarkozy ha sorteado con diversa fortuna los sucesivos escollos que han ido sucediéndose, sin conseguir imponer al resto de la zona euro una disciplina común. El último «conejo» salido de la chistera francoalemana es una «regla de oro» europea, que sirva de fundamento para la gobernanza económica del euro. De ese modo, la canciller espera paliar el descontento creciente de la opinión pública alemana, ante la indisciplina presupuestaria del resto de los miembros de la zona euro. Y el presidente de Francia podrá utilizar ese proyecto europeo como arma de campaña electoral contra la oposición socialista. Frau Merkel y Monsieur Sarkozy esperan, así mismo, que el proyecto de «regla de oro» europea consiga calmar el escepticismo crónico y bien fundado de analistas, inversores y operadores bursátiles. Sarkozy lleva muchos meses prometiendo reformar la Constitución francesa, para imponer a Francia algo semejante a la disciplina presupuestaria que Alemania adoptó el verano del 2006, modificando su modelo económico federal, estableciendo nuevas normas constitucionales de relaciones económicas entre los Länder, el Estado federal y la UE. Incertidumbre Consumada la gran reforma económica del Estado federal alemán, Merkel aboga porque el resto de los miembros de la zona euro adopten una disciplina vagamente similar a la alemana. Presionado por Merkel y la crisis, Sarkozy anunció a bombo y platillo la reforma de la Constitución, para imponer a cualquier gobierno una pauta de rigor y control de déficit. Nadie sabe cuando podrá consumarse la reforma. El proyecto de disciplina y «regla de oro» para la eurozona arrastra consigo las mismas incertidumbres, multiplicadas por diez o doce. ¿Es creíble pedir a España una «regla de oro» para el déficit y la deuda del Estado y las regiones, a la manera alemana? ¿Es posible pedir algo parecido a Italia o Grecia..? A falta de solución europea, compleja y de aplicación a largo plazo, la sociedad francoalemana de apoyos mutuos permitirá a Merkel y Sarkozy utilizar ese escudo europeo para intentar contentar las críticas nacionales, muy vivas. El proyecto de una «regla de oro» para la zona euro permite a la canciller intentar «vender» varias cosas: el proyecto no cuesta ni un euro a los contribuyentes alemanes y es una hipotética «exportación» del modelo prusiano de rigor presupuestario federal. El mismo proyecto de «regla de oro» europea está llamado a ser un arma de combate electoral para Sarkozy, que intentará «vender» su «regla de oro» nacional como un «modelo» para el resto de la zona euro. A nadie se le oculta que una posible «regla de oro» europea pudiera ser el embrión de una «nueva» forma de gobierno económico común del euro. En verdad, esa «regla de oro» ya existía y se llamaban criterios de convergencia… que Berlín y París fueron las primeras capitales en violar, hace una larga década. La crisis de la deuda, las amenazas que pesan sobre Italia, España y la moneda común aconsejan rescatar las viejas recetas de rigor y disciplina. Veremos. ABC. 17-8-2011