Gracias a los muchos Serrats que en Catalunya denuncian en voz alta la estafa antidemocrática del 1-O, a los valientes que defienden la democracia enfrentándose al poder.
Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manoscomo un árbol carnal, generoso y cautivo,doy a los cirujanos.Para la libertad siento más corazonesque arenas en mi pecho: dan espumasmis venas,y entro en los hospitales, y entro enlos algodonescomo en las azucenas.
(Poema de Miguel Hernéndez musicado por Joan Manel Serrat)
En 1968, Joan Manel Serrat se negó a participar en Eurovisión si no le permitían cantar en catalán. Fue el detonante de una feroz persecución por parte de la dictadura que obligó al cantautor catalán a emprender un obligado exilio.
En 2004, “Mediterráneo”, gestada en la modesta pero universal guitarra de Serrat, fue unánimente aclamada como la mejor canción española de las últimas décadas.
Toda España rendida al encanto mediterráneo de ese himno libérrimo y burlón entonado por un cantautor que exigía cantar en catalán y vivir en libertad.
Algo muy grave debe estar sucediendo cuando el Serrat que fue perseguido por la dictadura hoy, tras cuarenta años de democracia, vuelve a ser atacado.
¿Cuál ha sido su delito? El mismo por que el franquismo lo señaló como “enemigo público”: expresarse con libertad y enfrentarse al poder.
Serrat se ha atrevido a denunciar que el 1-O es una estafa antidemocrática, que “este referéndum no es transparente, no puede representar a nadie”, que el govern catalán, aún “en minoría en cuanto al número de ciudadanos” que representa en la Cámara, “ha sacado una ley exprés para hacer un referéndum, sí o sí”, donde “se ha marginado a todas las fuerzas de la oposición”, tanto las de izquierdas como de derechas, “con leyes hechas de un día para otro, sin discusiones, sin que hubiera enmiendas”.
Representando a muchos catalanes de izquierdas y atreviéndose a decirlo en voz alta.
Lo que hemos vivido en las últimas horas corresponde al terreno de la infamia democrática. Como un resorte impulsado desde el poder, se ha desatado una cacería contra el disidente.
Se han atrevido a llamar “rata fascista” a quien se la jugó enfrentándose al franquismo. Han acusado de “traidor a Catalunya” a quien se atrevió a defender el catalán cuando estaba prohibido. Han intentado denigrar a quien representa la lucha por las libertades y la democracia que hoy todos disfrutamos.
Pero los gritos de “los talibanes de Puigdemont” no hacen sino exhibir públicamente sus vergüenzas, sin posible hoja de parra que las tape.
Como denunció Ibsen hace ya un siglo señalan como “enemigo del pueblo” al que no se doblega al poder, y se atreven a expulsar del “pueblo catalán” a quien no se arrodilla.
A la manera de un retrato de Doran Grey, muestran su verdadera cara mientras se recubren de falsas banderas de democracia.
Pero la lógica indignación no debe de confundirnos. Por muy alto que griten -y para ello tienen poderosos altavoces concedidos en algún despacho del govern de Puigdemont- están condenados al fracaso.
Los protagonistas no son quienes los atacan, sino los valientes que denuncian la estafa antidemocrática del 1-O conscientes de que eso supone enfrentarse al poder en Catalunya.
Ha sido Serrat, pero no solo Serrat. Son muchos los valientes. Un Juan Marsé que a pesar de ser una de los mejores escritores catalanes es señalado como “botifler” -traidor- por quienes, recordando episodios de infausto recuerdo, atacan a los libros. Una Isabel Coixet que ha jurado no volver a callar ante lo que sucede en Catalunya. Una Lidia Falcón, emblema del feminismo de izquierdas, que denuncia a quienes se apropian de Cataluña para lanzarla contra los catalanes. Unos sindicalistas que se enfrentan a quienes quieren dividir a la clase obrera para dominarla mejor…
Hay un enorme caudal de valientes en Catalunya, que se enfrentan al poder y denuncian los proyectos antidemocráticos de Puigdemont.
Ellos son los que de verdad quieren que el pueblo catalán tenga derecho a decidir, frente a quienes pretenden imponer por la fuerza una ruptura que la mayoría de la sociedad catalana rechaza.
Queremos dar las gracias a Joan Manel Serrat y a los muchos Serrats que hoy viven en Catalunya.
En 1972, cuando Franco todavía vivía, Serrat musicó poemas de Miguel Hernández, convirtiendo “Para la libertad” en un himno contra la dictadura.
Hoy, como muchos en Cataluña, vuelve a movilizarse “para la libertad”.
Gracias.
amilkar dice:
Fantastico
Ángeles Granell dice:
Lo que he leido , me parece magnífico , yo , no lo hubiera hecho mejor .Estoy, cien por cien de acuerdo .
Loumo dice:
Es estupendo q Serrat haya denunciado lo q esta pasando y q haya por fin hablado,pero en los medios de comunicacion debería salir este artículo y un total apoyo a todos los Serrat
Elo dice:
Que maravilla de artículo