“El consumo de los pensionistas genera más actividad de lo que gasta la Seguridad Social en ellos”. Esta es la conclusión general a la que llega un estudio hecho por dos economistas investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y recogido por el digital eldiario.es.
Cuando la reforma de las pensiones públicas está siendo sometida a examen por la Unión Europea y arrecia la ofensiva que cuestiona la sostenibilidad de las pensiones públicas, este estudio ofrece otra visión y da la vuelta a las críticas que defienden la insostenibilidad del sistema público de pensiones.
El examen para evaluar la sostenibilidad de las pensiones se basa en informes elaborados por la propia Comisión Europea y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), centrados exclusivamente en computar los gastos que representan las pensiones y contrastarlos con los ingresos del sistema y deducir de esa relación si el actual sistema de pensiones es sostenible o si se necesitan tomar medidas, más ingresos o ajustes en los gastos.
Para esta evaluación -impuesta por Bruselas para revisar cada tres años la relación de gastos e ingresos- se toma el llamado ‘informe de envejecimiento’ que elabora la Comisión Europea. Y para los ingresos, el que elabora la Airef. Según un estudio preliminar, al juntar los dos informes dio como resultado un desfase de unos 12.000 millones de euros que habría que compensar. El gobierno quiere que Bruselas reconozca como ingresos en el informe de la Airef los 20.000 millones de transferencias del Estado a la Seguridad Social en 2024.
Los técnicos de la Comisión ya defendieron en una visita a Madrid su desacuerdo para considerar como ingresos las transferencias, según ellos “ingresos son cotizaciones o impuestos, no las transferencias que trasladan el problema de una administración del Estado a otra”. Ahora la Comisión Europea tiene que decidir si lo acepta o no y exige medidas correctoras, como subidas de cotizaciones sociales.
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La otra mirada

Los dos economistas investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, Eladio Febrero y Fernando Bermejo, llevan varios años trabajando con un enfoque completamente diferente a partir de un hecho evidente: En los informes de Comisión Europea, los de la Airef e incluso los del Grupo de Trabajo sobre Envejecimiento de la ONU “se computan exclusivamente los gastos que representa el sistema, pero no los impactos macroeconómicos eventualmente positivos que sobre el PIB puede poseer el gasto de los pensionistas”.
Y es desde ahí como Febrero y Bermejo desarrollan sus investigaciones avanzando “desde una concepción centrada en el peso en el PIB del gasto público en pensiones hacia una que, además, integre el peso en el PIB del consumo privado de los pensionistas”.
Al mirar de otra manera el ‘gasto en pensiones integrando el gasto de los pensionistas’ los resultados presentados por los dos economistas son extraordinariamente significativos. Sobre todo porque no se detienen solo en la relación consumo privado-facturación empresarial, sino también en sus repercusiones en los puestos de trabajo, la inversión empresarial o la recaudación fiscal.
Estas son sus principales conclusiones, calculadas con los datos de 2021:
1). El nivel de autofinanciación del sistema de pensiones es del 41,8%.
Con datos de 2021, esta es la principal conclusión del estudio. El Estado recupera por cada euro gastado en pensiones de jubilación 42 céntimos en impuestos. En 2021 se pagaron 97.334 millones de euros en pensiones de jubilación y recuperó 40.700 millones, solo teniendo en cuenta los ingresos fiscales. El IRPF e IVA pagados por los pensionistas en función de la cuantía de su pensión y la composición de su cesta de consumo representativa; IRPF, IVA y cotizaciones pagados por los trabajadores implicados a todos los niveles en la cesta de consumo.
2). En 2021 los pensionistas habrían contribuido a mantener 1.223.000 puestos de trabajo a tiempo completo.
Los economistas incluyen los trabajadores directos (empleados en producir la cesta de consumo de los pensionistas), los indirectos e inducidos.
3). El “efecto estabilizador” de las pensiones.
Según el estudio, el gasto de los pensionistas tiene además un “efecto estabilizador”, al “evitar en torno a 5 y 5,5 puntos adicionales de desempleo entre 2009 y 2024”.
4). El “efecto multiplicador” de la conversión del ‘gasto en pensiones en gasto de los pensionistas’ es del 1,1.
Es decir, un gasto en pensiones de jubilación de la Seguridad Social de 97.334,7 millones en 2021, habría generado una demanda en consumo de los pensionistas de 107.313,5 millones; casi 10.000 millones de euros más de lo pagado en pensiones de jubilación.
Como decíamos al inicio: “El consumo de los pensionistas genera más actividad de lo que gasta la Seguridad Social en ellos”.
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Las pensiones como motor de crecimiento y activación económica
El estudio de Eladio Febrero y Fernando Bermejo se apoya en hechos y cambia la mirada sobre los pensionistas, no como un colectivo que consume recursos públicos, sino como un sistema de “transferencias de rentas” a un colectivo esencialmente consumista. Así en 2021 las pensiones pagadas a las personas de 65 años o más representaron algo más del 8% del PIB, y demandaron bienes y servicios por aproximadamente el 6,7% de la producción total”.
Es decir, las prestaciones de pensiones son una medida distributiva intergeneracional, son un componente de la demanda autónoma y por lo tanto “pueden considerarse un motor de crecimiento”.
El destino principal de las pensiones es el consumo y, por lo tanto, son una inyección milmillonaria cada mes en la economía nacional de la que no solo se benefician los pensionistas. Al adquirir con su pensión los productos y servicios de su cesta de consumo el dinero de las pensiones actúa como un “supermultiplicador miltisectorial” y pone en movimiento el 6,7% de la producción nacional y del empleo que ese movimiento conlleva. Una reactivación de la economía de la que se benefician principalmente los productores nacionales y las pequeñas y medianas empresas.
Esta mirada, que parte de los hechos en su conjunto y no solo de las pensiones como gasto, golpea de lleno a las posiciones que atacan la sostenibilidad del sistema público de pensiones y especialmente a ‘expertos’ y centros de análisis cuya solución es la congelación o los recortes… Nos pone ante los ojos a los pensionistas y al sistema público de pensiones como un sistema de distribución intergeneracional de riqueza, motor de crecimiento y activación de la economía, generadores de nueva riqueza y empleo.