La imagen internacional de España no es un asunto de “alta política” que no afecte a nuestras vidas. Una España degradada, cuya imagen exterior sea vapuleada y denigrada es más débil, más manejable.
Sucede cuando Puigdemont presenta en foros europeos a España como “un país neofranquista”. Pero también cuando Pablo Casado expresa públicamente en Bruselas, al lado de Jean Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, y de forma que todos los medios puedan captar sus palabras, que “España es un desastre”.
Pero en la gira que Pedro Sánchez ha realizado, recalando primero en Canada y luego en Nueva York para acudir a la Asamblea General de la ONU, hemos podido comprobar como existen oportunidades y capacidades que proyecten al mundo otra visión muy distinta sobre nuestro país.
En una comparecencia conjunta con el primer ministro canadiense, y en el país donde los independentistas perdieron el referéndum celebrado en Quebec, Pedro Sánchez se empeñó en reiterar que “los procesos electorales han demostrado que en Cataluña no existe una mayoría social por la independencia”. Desmontando una de las grandes mentiras, difundidas internacionalmente, para acusar a España de un comportamiento autoritario.
Pocos días más tarde, al intervenir en el foro anual de la ONU -Rajoy llevaba cuatro años sin acudir, dejando vacía la silla de España-, el actual presidente reivindicó el papel de nuestro país. Afirmando que “España no se ha dejado radicalizar por la xenofobía”, como otros países europeos. Y que eso está entroncado con nuestra propia historia (“fuimos un país de emigrantes y de refugiados”).
En Nueva York, en una entrevista con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, se ha acordado, en una fecha todavía sin concretar, una próxima visita oficial de Pedro Sánchez a Cuba. Hace 32 años que un presidente español no visita Cuba. Esta es una situación anómala, si tenemos en cuenta en Cuba vive 140.000 ciudadanos españoles, más que en algunas provincias de la península, expresión de los profundos lazos históricos que nos hermanan. La sumisión a EEUU nos ha distanciado, y ha provocado que otros países, como Francia, Italia, Holanda o Portugal, hayan intervenido diplomaticamente en Cuba mientras España estaba desaparecida.
En agosto, Pedro Sánchez también visitó Bolivia, y fue recibido por Evo Morales con los más altos honores, firmando unos acuerdos comerciales que el presidente boliviano calificó de “históricos”.
Y el gobierno de Pedro Sánchez ha aceptado la mediación de Zapatero en Venezuela, reconocida por el gobierno bolivariano y furibundamente atacada por EEUU y sus esbirros (como el presidente de la OEA, la Organización de Estados Americanos, que llegó a calificar de “imbécil” al ex presidente español).
Son signos, pero apuntan en una buena dirección, la de recuperar el papel que a España le corresponde en el mundo hispano, en un sentido progresista.
El gobierno de Pedro Sánchez no va a desafiar la “relación con EEUU” ni a enfrentarse a Washington. Pero la realidad nos demuestra que hay suficiente margen, dentro de los límites impuestos, para moverse en otra dirección. Que, además de estar mucho más acorde con el sentir general de los países y pueblos del mundo hispano, es beneficiosa para España, para su proyección internacional.
La imagen de degradación de España, señalando a los “vestigios del franquismo”, es una creación artificial e interesada. España ha encabezado las más importantes luchas feministas, ha dado ejemplos de integración frente a la deriva racista imperante en otros países, es un ejemplo de diversidad y pluralidad, y de autogobierno para sus nacionalidades, que en otros lugares ha sido cercenada.
Juan tala... dice:
Y algo que aunque parezca una nimiedad, a mi me ha parecido muy importante: este presidente habla inglés!!
Parece mentira, pero es la primera vez que un presidente español va a foros internacionales y no necesita traducción!!
MariaJosd dice:
Muy importante, muy oportuno.
Fátima dice:
Muy interesante. Los ataques q sufre el gobierno de Sánchez tienen objetivos que nada tienen q ver con la defensa de la democracia ni con la lucha contra la corrupción, sino mañana bien con degradarla y también con acabar con la posibilidad de un gobierno algo más progresista y social.
Por otro lado, en cuanto a la proyección en Hispanoamérica, está no sólo política sino también, a mi entender, económica, o debería serlo.