El Consejo de Europa acusa a la Organización Mundial de la Salud de favorecer a las farmacéuticas en la gestión de la gripe A

Nuestra salud en manos del Dr Frankenstein

Hace unos pocos meses, parecí­a que la gripe A iba a convertirse en un azote sanitario global. Bajo esta justificación, la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia mundial, y obligó a los gobiernos a comprar ingentes cantidades de vacunas. Hoy, se ha demostrado que la virulencia de la temida gripe A era mucho menor, y los gobiernos buscan deshacerse de las vacunas sobrantes, compradas a precio de oro. ¿Feliz desenlace… o negocio amañado? Catorce diputados del Consejo de Europa han forzado la apertura de una investigación, acusando a la Organización Mundial de la Salud de generar un falso alarmismo para favorecer a los monopolios farmacéuticos.

Wolfgam Wodarg, medico eidemiólogo, presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa, y cabeza de los diputados que han presentado la demanda, se expresa con rotunda claridad: “Para promocionar sus vacunas contra la gripe A (H1N1), las empresas farmacéuticas influyeron sobre los responsables de la salud pública a fin de alarmar a los gobiernos en todo el mundo”.Pero Wodarg no deja aquí su denuncia: "la OMS, en cooperación con algunas de las grandes compañías farmacéuticas y sus científicos, redefinieron el nivel pandémico y redujeron el umbral de alarma. Estos nuevos estándares obligaron a los políticos de la mayoría de los países a reaccionar inmediatamente y firmar acuerdos comerciales para adquirir adicionales vacunas nuevas contra la nueva gripe, y gastar millones de dólares para responder al alarmante escenario que el Big Pharma (nombre literario para el lobby de las farmacéuticas), los medios de comunicación y la OMS estaban propagando".España llegó a contratar 37 millones de dosis de las vacunas y, como otros países, está renegociando los pedidos con los grandes laboratorios, o revendiendo a terceros las dosis que jamás se van a utilizar.Por si esto fuera poco, el “alarmismo social” prefabricado permitió exponer innecesariamente a millones de personas sanas al riesgo de los efectos colaterales de las vacunas contra la gripe A, insuficientemente testadas, y que contenían, en algunos casos, elementos tóxicos como los coadyuvantes basados en antiescualenos.No se trata de un “error” de la OMS. Tal como denuncia Wodarg, “la definición de una pandemia alarmante no debe estar bajo la influencia de los vendedores de drogas”.Y no es ninguna exageración. Los vínculos entre la OMS y las grandes farmacéuticas son vergonzosamente evidentes.Klaus Stöhr, quien era el jefe del Departamento de Epidemiología de la OMS en la época de la gripe aviar, y que preparó entonces los planes destinados a enfrentar una eventual pandemia, luego pasó a ser un alto funcionario de la empresa Novartis. Vínculos similares existen entre firmas como Glaxo o Baxter y miembros influyentes de la OMS.El gigante farmacéutico GlaxoSmithKline fue el primer contribuyente del Programa de Investigación en Vacunas de Finlandia, dirigido por el científico Juhani Eskola, al cual otorgó nueve millones de dólares.Bueno, pues Skola es miembro del Grupo Asesor Estratégico de Expertos en Inmunización (SAGE) de la OMS –organismo que asesora a los Estados miembros sobre qué vacunas utilizar y qué cantidades comprar– . ¿Adivinan a quién han favorecido las “desinteresadas” recomendaciones de Skola en la OMS?

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