Las posibles consecuencias para España de la victoria de Trump

Nubarrones al otro lado del Atlántico

No es posible saber aún cómo se desarrollarán, pero entre el gobierno de Sánchez y Trump hay profundas contradicciones en política internacional

La victoria electoral de Donald Trump, que no será investido hasta enero del año que viene, abre un periodo de incertidumbre, en el que aún no podemos conocer el alcance y la dimensión de sus políticas hacia cada zona y país del mundo. Pero aunque no sepamos cómo se resolverán, a tenor de su mandato anterior y de sus declaraciones, si que podemos dar por sentado que su presidencia traerá importantes contradicciones con nuestro país y con el gobierno de coalición.

«La victoria de Donald Trump dejó al Gobierno progresista desolado, al PP con sensaciones agridulces y a Vox en un estado de euforia absoluta», dice Carlos E. Cué en El País. No es un secreto que en Ferraz habían puesto una vela por la victoria de Kamala Harris, lo mismo que los de Abascal estaban rezando el rosario por el triunfo del republicano. En Génova hay partidarios de uno y de otro.

Como no podía ser menos, Sánchez ha guardado bajo la alfombra calificativos como «líder de la extrema derecha internacional» y ha felicitado -diplomáticamente y en inglés- al ganador de las elecciones. “Trabajaremos en nuestras estratégicas relaciones bilaterales y en una fuerte colaboración transatlántica”. Pero en el Ministerio de Exteriores se ven venir nubarrones. Las relaciones con la administración Biden -salvando las desavenencias sobre Oriente Medio- han sido de mansa sintonía, con momentos álgidos como la Cumbre de Madrid. Con Trump ya hubieron turbulencias desde 2018 a 2020. Ahora pueden ser más fuertes.

«Es la hora de los patriotas. Es la hora de la libertad», ha dicho un Santiago Abascal, pletórico -al igual que otros muchos ultraderechistas del mundo- por la victoria de su patrón. Seguros del nuevo impulso que el trumpismo traerá a su reaccionaria agenda, la extrema derecha está crecida, tanto que hasta se atreven a arremeter contra un Partido Popular que ha sido «equidistante» en la pugna entre republicanos y demócratas. La maniobra arriesgada de Vox al romper con el PP en las comunidades autónomas quizá tenga ahora recompensa desde el otro lado del Atlántico.

La lista de contradicciones ideológicas y políticas entre el gobierno de coalición de PSOE y Sumar -con todo, uno de los más escorados a la izquierda de la UE- y la nueva administración trumpista que echará a andar en enero es larga y abarca una gran cantidad de temas.

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En política internacional

El gobierno de Sánchez es firmemente europeísta, mientras que el de Trump respaldó indisimuladamente el Brexit, o alienta a líderes euroescépticos como Viktor Orbán o Le Pen. El actual gobierno español es uno de los mayores defensores de que Europa debe liderar las políticas de transición ecológica -hasta el punto de que Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha sido cooptada por la Comisión Europea como comisaria de esa cartera-, algo que choca de plano con el acendrado negacionismo climático de Trump y su encendida oposición a la «agenda 2030».

La posición diplomática española puede pasar a chocar con la de la nueva Casa Blanca en las dos guerras que afectan de lleno a Europa, mientras que ahora sólo lo hacía en una. Desde el inicio de la invasión rusa, España se ha alineado con Washington y la OTAN en el apoyo militar a Ucrania, algo que puede decaer cuando Trump asuma la presidencia.

En cuanto al genocidio en Gaza, la invasión de Líbano y la escalada em Oriente Medio, el gobierno de Sánchez las ha condenado y -junto a otros nueve países de la UE- ha reconocido al Estado Palestino, manteniendo una posición hasta cierto punto disidente al cerrado apoyo a Israel de la administración Biden. Pero esas «fricciones» diplomáticas pueden quedar en nada si, tal y como muchos esperan, un Trump de retorno a la Casa Blanca se lanza, de la mano de Netanyahu, a incendiar Oriente Medio, dando a Israel carta blanca para lanzarse a fondo en Cisjordania, Líbano, Siria, y especialmente contra Irán.

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En el gasto militar

En el plano militar, el primer gobierno de Sánchez ya tuvo problemas con el anterior gobierno de Trump, cuando Washington le exigió de manera marcial que debía aumentar de manera inmediata su gasto militar hasta alcanzar el 2% del PIB. Desde entonces, las exigencias -igual de firmes, pero con otros modos- de Biden han forzado a España a «hacer sus deberes» para con la OTAN y el Pentágono. El gasto militar ha aumentado un 62,4% desde la llegada de Sánchez, pasando de 10.283 millones de euros anuales a los 16.474 millones «oficiales» (el 1,24% del PIB), aunque según el Instituto Internacional Sobre la Paz en Estocolmo (Sipri) el gasto militar real de nuestro país -contando otras partidas ministeriales- ya es de 22.000 millones, el 1,5% del PIB.

Sin embargo, en sus últimos años de mandato, Trump ya dijo que el 2% era «un mínimo», y que el nuevo umbral de exigencia a los miembros de la OTAN estaba en gastar… el 4% de sus respectivos PIB.

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Choques económicos

Tal y como ocurrió en su primer mandato, y como temen muchos analistas internacionales -también las bolsas europeas, que han acogido con alarma la victoria de Trump- el acendrado «proteccionismo» del republicano y su gusto por declarar guerras arancelarias podría volver a dañar nuestras exportaciones agrícolas hacia EEUU, afectando a sectores como el aceite de oliva y el vino, de los que dependen muchos cientos de miles de familias en amplias zonas agrícolas de nuestro país.

Durante la anterior presidencia de Trump, España perdió el 80 % de las exportaciones de aceite. También están en vilo las 313 millones de las exportaciones de vino a EEUU o los 192 millones de las exportaciones de legumbres y hortalizas.

Pero, como ya ocurrió en 2019, los conflictos arancelarios podrían afectar también al acero y al aluminio, así como a la industria del automóvil. Trump ha prometido en campaña imponer unos aranceles nunca vistos a los productos europeos. Además, promete que no se venderá «ni un solo coche» extranjero en el país. Esto tendría un profundo impacto económico sobre nuestro país.

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