Las cifras de casi 300 días de genocidio en Gaza

No son números, son surcos de sangre y muerte

Diez meses, trescientos días de brutal ofensiva en Gaza. Cada uno de estos números es un crimen de guerra flagrante. Todos juntos cantan una terrible canción de holocausto y genocidio.

A punto de cumplirse 300 días desde el inicio de la más sangrienta ofensiva de los 76 años de guerra, limpieza étnica y apartheid del Estado de Israel contra Palestina, las cifras que nos llegan desde las ruinas son más que estremecedoras. Son surcos de sangre y dolor, que retratan lo que no puede llamarse de otra manera que no sea genocidio.

Desde que comenzaran los bombardeos tras el 7 de octubre, las bombas israelíes han masacrado a más de 38.400 personas -el 70% de ellos, mujeres y niños- y han causado cerca de 90.000 heridos. Pero estos son sólo los datos de muertes comprobadas por el Ministerio de Sanidad de Gaza, que -obviamente- no está en condiciones de hacer evaluaciones sobre un terreno en el que se producen masacres cada día y cada hora.

Si sumamos los cadáveres de las personas desaparecidas bajo el mar de escombros, la cifra sangrienta se eleva a 46.848 muertes, de las cuales 15.813 serían niños, unas 10.292 serían mujeres, y el 90% (42,230) serían población civil.

Inforgrafía de Euro-Med Human Rights con cifras a 12 de julio

Hay estimaciones que van más allá. Un artículo publicado por especialistas norteamericanos, canadienses, israelíes y británicos en la prestigiosísima revista médica The Lancet, afirma que «no es inverosímil estimar en hasta 186.000 o más las muertes en Gaza». Los autores parten del principio, constatado en todos los conflictos, de que en las guerras de esta intensidad -un asedio implacable- se producen «cuatro muertes indirectas por cada muerte directa», debido a la hambruna, las heridas sin tratar, las enfermedades derivadas de la insalubridad, y otros factores. Y es una «estimación conservadora», advierten. «Es una afirmación coherente» dicen desde Médicos del Mundo.

Pero el genocidio en Gaza tiene muchas más aristas sangrientas, muchas más cifras que rezuman muerte y dolor.

Las bombas israelíes han causado el desplazamiento de 1,7 millones de personas dentro de la Franja, han destruido más de 153.000 hogares y han dañado seriamente otras 321.000 casas, transformando en inhabitable el enclave costero.

Prácticamente no hay crimen de guerra que las tropas sionistas no hayan dejado sin perpetrar, borrachas de impunidad, delante de las cámaras y sin pretender ocultarse. Han arrojado bombas incendiarias contra tiendas de campaña; han tiroteado colas de civiles ante un camión cisterna, intentando conseguir algo de agua potable; han acribillado a la muchedumbre que se bañaba en la costa, tratando de lavarse o de refrescarse; han bombardeado a chavales jugando al fútbol en escuelas de la UNRWA.

Israel ha dirigido hasta 381 ataques contra edificios e infraestructuras sanitarias -contra 32 hospitales, 110 clínicas, contra 239 ambulancias- matando a 507 médicos o enfermeros, hiriendo a otros 670, así como a 276 bomberos y personal de protección civil. Las bombas de Netanyahu han alcanzado 476 escuelas y 203 refugios humanitarios. Los sicarios militares de Tel Aviv han asesinado a 152 periodistas, y han detenido y torturado a más de 3.100 prisioneros gazatíes.

Cada uno de estos números es un crimen de guerra flagrante. Todos juntos cantan una terrible canción de holocausto y genocidio.

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