La clase obrera aumenta en todo el mundo y su trabajo es la base de toda la riqueza

No son los robots, son los obreros

Hay un nuevo tema estrella en muchas tertulias para dilucidar cuál es el futuro que nos espera: la robotización. Entendida como una cadena de transformaciones tecnológicas, donde a los robots se une la digitalización o la inteligencia artificial, que según todos los analistas va a traer “un cambio de época”. Nos repiten que se reducirán los empleos, habrán menos trabajadores y vendrán cambios sociales imprevisibles.

No es la primera vez que se anuncia algo similar. Sucedió en los años ochenta con la llegada de “la revolución científico-técnica”, o en los noventa con la irrupción de internet.

No es un debate teórico para entendidos. Tiene enormes consecuencias prácticas.

En cada uno de esos cambios, siempre se anuncia que los tradicionales trabajadores manuales perderán importancia, y especialmente que la vieja clase obrera será barrida por los cambios tecnológicos.

Y en la izquierda siempre aparecen voces que certifican como los enormes cambios en el capitalismo han dejado desfasado el marxismo. Alegando que gracias a la tecnología se ha formado un “capitalismo de casino” donde las ganancias ya no vienen de la explotación del proletariado en la producción, sino de una especulación financiera descontrolada.

¿Los cambios tecnológicos han colocado a la clase obrera en el camino hacia su extinción, o por el contrario se han traducido en un espectacular aumento del número de proletarios en todo el mundo? ¿El marxismo ha quedado obsoleto, o los hechos confirman que, como planteó Marx, la ganancia capitalista solo puede provenir de la plusvalía, de la explotación de la fuerza de trabajo?

Los hechos de la economía mundial

Más riqueza, más proletarios

Ya se ha producido, y lo hemos notado, un enorme cambio tecnológico, producto de la generalización de internet y de todos los dispositivos informáticos. Se han aplicado a la producción con enorme éxito, y han influido en nuestras costumbres y comportamiento.

¿Significa eso que esta nueva tecnificación ha reducido el número de obreros en el mundo, o que gracias a ella el capital ha construido una gigantesca “ingeniería financiera” que crea nueva riqueza de la nada?

No. Lo que ha sucedido es exactamente lo contrario.

En las últimas décadas, las que corresponden a lo que se ha denominado “auge del capitalismo salvaje”, no hemos asistido a una enloquecida especulación financiera cuyo valor es artificial, sino a una multiplicación de la capacidad de la humanidad de producir nueva riqueza.

El PIB mundial, el nuevo valor creado en la producción, ha aumentado en los últimos veinte años un 251%. Pasando de 31,81 billones de dólares en 1997 a 79,86 billones en 2017. No son derivados financieros cuyo valor puede aumentar o desaparecer artificialmente. Es nueva riqueza contante y sonante.

Esta, y no las maquinaciones de Wall Street, es la base de la expansión del capitalismo que se ha llamado “globalización”.

¿Y quién ha producido toda esta riqueza? La clase obrera mundial. Hay más riqueza porque hay más obreros en el mundo. No lo dicen informes de partidos comunistas, sino las estadísticas de los principales organismos mundiales.

Según la OIT (la Organización Internacional del Trabajo), el número de obreros industriales ha pasado, en los últimos 30 años, de 479 millones a 735.

Pero el número real de proletarios en el mundo es mucho mayor. Hay que añadirle los 450 millones de obreros agrícolas que la propia OIT reconoce. Y una cifra, importante pero imposible de determinar con claridad, de obreros “borrados” de las estadísticas, porque pertenecen al 40% de la población activa que se calcula trabaja “en negro”, o porque son algunos de los 168 millones de niños explotados en las fábricas o minas de todo el mundo.

Si lo sumamos todo, según las estimaciones de la OIT, el número de obreros en el mundo sería al menos de 1.200 millones, y supondría al menos el 36,2%, más de un tercio, de toda la población activa mundial.

¿Dónde está la clase obrera que según muchos teóricos está desapareciendo? Porque lo que los hechos dicen es que no para de crecer.

Este es un fenómeno que podemos rastrear en todos los países del mundo.

El incremento del número de obreros es mayor en aquellas zonas que tienen mayor crecimiento económico. La OIT certifica que en las economías emergentes del Tercer Mundo la fuerza de trabajo industrial aumentó un 120%, más que la media mundial. Algo ratificado por el “Informe de desarrollo industrial” de la ONU, que nos desvela un crecimiento espectacular del proletariado en China, de 77 millones en 1980 a 210 millones en la actualidad… Diez veces más. Esta es una de las bases del fulgurante crecimiento chino, que le ha llevado a ser el segundo país del mundo por volumen de PIB.

¿Aunque eso suceda a nivel mundial, en los países más poderosos y avanzados sí se produce una progresiva extinción de la clase obrera, que luego acabará trasladándose al resto?

Esta idea, ampliamente difundida, también es falsa. En EEUU el número de proletarios ha bajado un 18%, pero sigue teniendo 24 millones de obreros industriales, más que la población de la mayoría de países del mundo. Y son, visto por países, los que más valor añadido producen en todo el mundo. No es que el proletariado esté en vías de desaparición en EEUU. Es que se han trasladado los procesos menos tecnificados, pero reservándose aquellos que añaden más valor, base del poder industrial de la superpotencia.

Si cogemos el caso de España, las cifras son contundentes. Nos han vendido que en nuestro país la clase obrera ha quedado reducida a un papel secundario a golpe de desindustrialización. No es verdad. De 1996 a 2008 el PIB español se multiplicó un 257%. ¿Por qué se produjo? ¿Solo por la especulación inmobiliaria? No. Hubo un hipertrofiado desarrollo de la construcción, pero sobre todo el número de obreros en España paso de 4,3 millones a 6,5. Más de dos millones de obreros más, cuyo trabajo fue responsable de que se produjera más riqueza.

Los datos son claros y rotundos. No son “los robots”, los cambios tecnológicos, o la “especulación financiera” los que crean la riqueza, sino el trabajo de la clase obrera, y de toda la sociedad. Y siempre que se produce un aumento de la riqueza es porque se incrementa los brazos de proletarios que trabajan.