Entrevistamos a Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CSIC. Está convencido de que los trágicos fenómenos ambientales, como los incendios de este verano, tienen como factor determinante el cambio climático; y trabaja de forma constante, también en esta entrevista, por esclarecerlo.
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Nuria Suárez – ¿Para entender y analizar las causas de los incendios que hemos vivido, es imprescindible partir de la determinación del cambio climático?
Fernando Valladares – Las tragedias tan intensas que estamos viviendo con los incendios, pero que también vivimos con otros fenómenos como las DANAS hay que verlos en un contexto más global. Tanto las DANAS como los incendios son fenómenos naturales, pero no se puede entender su intensidad, frecuencia y la ventana de tiempo en la que ocurren, que cada vez es más amplía, sin el factor del cambio climático.
Todo esto lo sabemos por estudios estadísticos, complejos, que están apuntando a ello con mucha seguridad Hasta los primeros días de agosto estábamos en una de las temporadas más bajas en incendios de los últimos años, y de repente una de las olas de calor más extensa en cantidad de días, ha permitido generar unos incendios que no había forma de apagar porque no daban tregua. Y esto está ocurriendo en todas las zonas con veranos cálidos y secos como Chile, Sudáfrica, California, Australia…
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¿Cómo afecta esta situación a nuestra vida y necesidades?
El cambio climático afecta a muchos aspectos de la vida. En nuestro entorno uno de los recursos más afectados es el agua dulce por varios motivos: por una parte porque llueve de forma más torrencial y es más difícil que penetre en el suelo, que nutra los acuíferos o su aprovechamiento; también en muchos lugares están lloviendo menos y además las olas de calor provocan más vapor y menos agua líquida y esto a su vez resiente la producción agrícola.
Ya hay mecanismos financieros para sacar rentabilidad a los desastres, es la “necro-economía”
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El cambio climático se suma a otros problemas como la falta de recursos materiales para acabar con los incendios. ¿Dónde tenemos más deficiencias?
Por orden de prioridades, necesitamos bomberos forestales en buenas condiciones laborales; en segundo lugar, equipos de voluntarios entrenados y una población rural con protocolos claros; miembros de administraciones públicas locales y provinciales con conocimientos e instrucciones precisas y medios materiales bien distribuidos por el territorio, incluyendo autobombas, helicópteros…
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¿En qué medida influye también el abandono del medio rural?
Los incendios tienen mucho que ver con el abandono del medio rural. Si el ser humano estuviera más presente en el medio rural podría haber segado esa paja, haberla guardado… eso no ha sido así y esta vegetación ha servido de combustible.
Tenemos que pensar que lo que está pasando en el medio rural es una transformación. El abandono de actividades agrícolas, ganaderas y la menor presencia del ser humano está provocando una transición. Pero este paso de ecosistemas del campo a ecosistemas de matorral, que al cabo de un tiempo pueden dar lugar a bosques que son más estables, ocurre en el peor momento. Los cambios en el medio rural, hay que entenderlos como una transición, que si no fuera por el cambio climático, darían lugar a otro nuevo equilibrio, pero esto no está siendo así.
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El gasto que implica no sólo apagar los incendios sino reponer la enorme destrucción que provocan, produce unas pérdidas enormes. ¿Por qué no se aplica entonces una política de prevención?

No se aplica una política de prevención porque no es rentable. Lo que da dinero a la industria, es apagar incendios, hacer frentes a las catástrofes.
Se podría con medidas reducir la capacidad destructiva de estos incendios, pero estas medidas suponen sostener una inversión durante mucho tiempo con independencia del color político, sin ver la rentabilidad económica.
Recordemos la importancia de la eficiencia, que significa hacer mucho con poco. Esto trae poca riqueza financiera, mueve poco a las macroeconomías, a los fondos de inversión y estos “productos” especulativos nos están complicando la vida en todos los aspectos, en las playas, en el turismo, en el sector agrícola, en el desarrollo urbanístico…
Hay que dejar a un lado la tentación de hacer negocio con todo. Ya hay mecanismos financieros para sacar rentabilidad a los desastres, es la “necro-economía”, que se alimenta de las catástrofes. No puede ser que se haga dinero con todo, y menos con las catástrofes.
Gobierne quien gobierne, debe haber una continuidad en las políticas de prevención de incendios, de adaptación y de mitigación del cambio climático
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Durante estos días hemos vivido un cruce de acusaciones entre administraciones. ¿Ve usted necesario un Pacto de Estado para hacer frente a esta situación?
La política ramplona de miradas cortas que estamos viviendo no sólo en España sino en todo nuestro entorno es producto de estar ya en una gran crisis eco-social que va teniendo diferentes síntomas. Los políticos que no están a la altura se limitan al rifirrafe en lugar de ponerse juntos a resolver problemas que trascienden un proceso electoral.
El Pacto de Estado es imprescindible pero es insuficiente. Depende de cómo se haga será más o menos útil, el protagonismo lo ha de tener la ciudadanía, los políticos tienen que aplicar sus programas a las necesidades sociales y no al contrario.
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¿Qué ejes de actuación debería abordar este pacto? ¿Con qué administraciones, organizaciones o expertos hay que contar?

El pacto debe abordar el largo plazo, gobierne quien gobierne tiene que haber una continuidad en las políticas de prevención de incendios, de adaptación y de mitigación del cambio climático. El primer eje es asegurar la continuidad, son medidas que tardan años en notarse sus efectos.
El segundo eje es la coordinación entre administraciones, no están habituadas a colaborar y esto hay que ejercitarlo. Son las cosas que debemos hacer en invierno cuando no tenemos las catástrofes encima. Que los ayuntamientos, autonomías, el gobierno central, los organismos europeos, la UME, los voluntarios… se coordinen. Esto no se puede improvisar.
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Estos días se ha puesto como ejemplo concreto las lecciones aprendidas y aplicadas en Gran Canaria. ¿Le parecen un buen modelo a seguir y extender? ¿Es necesario un análisis en cada zona? ¿Hay otros modelos de los que podemos aprender?
Gran Canaria tiene una larga tradición en incendios, pero tiene una especie autóctona muy bien adaptada al fuego, que es el pino canario. Pero cada zona tiene su idiosincrasia, por eso hay que escuchar y meter en los equipos a las personas que conocen el territorio y a los científicos y técnicos que han afinado sus conocimientos a la realidad concreta. La orografía, la naturaleza, las especies son diferentes…
Es necesario afinar a cada zona los conocimientos, hay muchos modelos de los que aprender pero ninguno se puede trasplantar directamente a un territorio

