Fuertes protestas de la juventud contra las antipopulares políticas del gobierno

Nigeria: rebelión contra los dictados del FMI

Como en el caso de Kenia, el detonante de las protestas en Nigeria han sido las políticas neoliberales y empobrecedoras dictadas por el Fondo Monetario Internacional, un instrumento de poder de los EEUU

A primeros de agosto, grandes protestas populares -protagonizadas por los jóvenes, que constituyen el 40% de la población del país, y por los sindicatos- han llenado las calles de las principales ciudades de Nigeria, un país que a pesar de ser una de las grandes economías emergentes de África, tiene aún a más de la mitad de la población (112 millones de personas) sumida en la extrema pobreza, con menos de 1,9 dólares al día.

Al grito de #EndBadGovernance (Acabemos con el mal gobierno), y enfrentándose a una fuerte represión policial, con gases lacrimógenos y munición real, las protestas exigen el fin de las políticas empobrecedoras del actual gobierno.

La mecha la prendió el presidente Bola Tinubu, que prometió acabar con la grave crisis económica que vive Nigeria… pactando un préstamo con el Fondo Monetario Internacional. Como siempre, el organismo con sede en Washington impuso draconianas condiciones: la liberalización del mercado de cambios y la eliminación de los subsidios al petróleo y la energía que aliviaban los bolsillos de las amplias masas.

El resultado estaba cantado. Los dictados del FMI han hundido aún más la moneda nacional (el naira) frente al dólar, y han hecho que se dispare el coste de la vida, elevando la inflación hasta un máximo histórico del 40%.

Mientras el precio de productos básicos como el arroz y el maíz se han triplicado, y el coste de la gasolina se ha duplicado tras suspenderse un subsidio sin ningún plan de respaldo, los salarios permanecen congelados, extendiéndose la carestía y la malnutrición para grandes sectores de las masas.

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La rebelión se contagia

A pesar de las grandes distancias geográficas y de las diferencias políticas y sociales, muchos expertos han observado en el estallido de las protestas nigerianas cierta inspiración en las masivas movilizaciones que comenzaron a finales de mayo en Kenia.

Como en el caso de nigeriano, las protestas en Kenia estaban protagonizadas por jóvenes y organizaciones de izquierdas, y se dirigían -con más conciencia y vehemencia aún- contra las políticas dictadas por el FMI al gobierno pronorteamericano de William Rutto, que establecía un fuerte aumento de impuestos para garantizar el pago de una deuda externa que ya equivale al 37% de los ingresos estatales. Pero en el caso keniata, la lucha popular -que a pesar de la represión, llegó a prender fuego al parlamento en Nairobi- le ha torcido el brazo al gobierno Rutto, que ha tenido que recoger cable y retirar sus leyes entreguistas.

La rebelión popular en Kenia parece haberse contagiado a Nigeria, pero también a la mucho más próxima Uganda, donde de nuevo decenas de miles de jóvenes han salido a las calles para manifestarse contra los escándalos de corrupción del presidente Yoweri Museveni, también en la órbita de las potencias occidentales.

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