En el centenario de la muerte de Franz Kafka

Necesitamos a Kafka

Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Su obra sacude saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o más vigor que hace un siglo.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define “kafkiano” como “una situación absurda y angustiosa”.

Pocos escritores han obligado a acuñar una palabra, que se ha popularizado, para definir su particular mirada. Kafka lo ha conseguido. Todos entendemos al momento cuando alguien dice haber vivido una situación “kafkiana”. Nos vemos arrastrados por algo que no entendemos, ahogados por un poder que nos ignora y aplasta. Y nos sentimos como Gregorio Samsa, cuando al despertar se ha transformado en un inmundo insecto.

La obra de Kafka responde a su concepción de la literatura: “Necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa”.

Hoy nosotros necesitamos a Kafka. Necesitamos libros que nos duelan, que desvelen la horrenda verdad escondida tras bellas y falsas palabras, que nos sacudan para liberarnos de la narcotización de nuestras conciencias, y que nos rebosen de indignación para conminarnos a actuar.

La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su afán por señalar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy más urgente.

Kafka está aquí y ahora

“Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana”. Así comienza “El proceso”, un asfixiante retrato de como el Estado destroza al individuo para devorarlo.

Policías, pero también jueces y abogados, aquellos que deberían “protegernos”, son aparatos cuya sustancia es dominarnos. Y nos vemos sometidos a un demencial callejón sin salida donde somos culpables por decreto.

Se ha repetido que “El proceso” denuncia la arbitrariedad que caracteriza a los totalitarismos. Es una tranquilizadora explicación. Que Kafka pulveriza en las primeras líneas de la novela, al especificar que “K. vivía bien en un estado de derecho, la paz reinaba en todas partes, todas las leyes estaban en vigor, ¿quién se atrevía pues a asaltarle en su casa?”.

La pesadilla de “El proceso” no sucede en una dictadura. No se trata de ningún estado de excepción. Es la normalidad que sufrimos bajo los actuales Estados burgueses. No es la “maquina del fango de la ultraderecha”, es la criminal actuación de los Estados más “avanzados” y “democráticos”.

Kafka tritura la fantasía, que narcotiza nuestras conciencias, de “la igualdad ante la ley”, “la separación de poderes” o “el Estado como protector de los más débiles”.

La odisea de Joseph K. en “El Proceso” es la más alta expresión del carácter aniquilador de los modernos Estados burgueses, que Kafka vio desarrollarse, y que hoy han multiplicado su capacidad de intervención en nuestras vidas.

Joseph K. somos cada uno de nosotros en muchas situaciones de nuestra vida cotidiana. Y de la misma manera, el terror de Gregorio Samsa nos inquieta profundamente porque sabemos que también es el nuestro.

Kafka asistió al nacimiento del imperialismo, la hiperconcentración de poder económico y político. Frente a ellos, las nuevas y más poderosas burguesías, armadas de unos mastodónticos Estados, el individuo se ha convertido en poco más que un insecto, cuya vida no vale nada, que puede ser aplastado sin compasión.

Ansia de revolución

Dibujo de Kafka: “Un mendigo y un hombre generoso y elegante”

La obra de Kafka no es una desgracia que nos paraliza. Es un dolor que nos impulsa a hacer, a rebelarnos.

Él mismo nos dijo: “yo, que muy a menudo he carecido de independencia, tengo una sed infinita de autonomía, de independencia, de libertad en todas direcciones”.

Y ese impulso revolucionario, presente en todas las vanguardias de entreguerras, recorre en su espina dorsal toda la obra de Kafka.

La barbarie de la Iª Guerra Mundial desató un más que lógico odio hacia el orden burgués que había engendrado la masacre. Y el triunfo de la Revolución de Octubre señalo que era posible cambiar el mundo de base.

Kafka expresa “la gran impresión que ha causado en mi cuerpo, mis nervios, mi sangre” el artículo “Sobre la Rusia bolchevique” que lee en un periódico de Praga.

Y el autor de “El proceso” participó activamente en el Club Mladich, una organización libertaria enfrentada a la guerra. Acudió a diversas manifestaciones, y organizó conferencias sobre hitos revolucionarios, como la Comuna de París.

Contra toda opresión

Kafka desarrolla una aguda sensibilidad contra toda forma de opresión, frente a toda manifestación del dominio que se nos impone sobre nuestras vidas.

En cada cosa, en las más cotidianas, ve la fuerza aplastante del poder, pero también la torrencial rebelión que engendra.

Nos lo arroja en muchos de sus aforismos: “Una jaula fue en busca de un pájaro”.

O bucea hasta lastimarse en las relaciones paterno-filiales, es decir el dominio de los padres sobre los hijos que define a la familia burguesa.

Porque para Kafka “un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos adentro”. Anticipándose al mayo del 68, Kafka nos dijo que para liberarnos “hay que matar al policía que llevamos dentro”.

Sí, necesitamos a Kafka.

Pocos autores han influido tanto en el curso de la literatura. Gabriel García Márquez recuerda cómo decidió ser escritor tras leer “La metamorfosis”. Afirmando que “al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: ‘Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa”.

Y pocos autores rebosan en cada línea de su obra de un filo revolucionario tan agudo, tan cortante, tan rabiosamente actual.

Definitivamente, necesitamos a Kafka.

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Dos películas kafkianas

  • El proceso, de Orson Wells

Wells se atrevió con Kafka, y de esta feliz colisión surgió la más desasosegante transposición en imágenes de las pesadillas del hombre moderno.

En Wells, el proceso kafkiano se transforma en una pesadilla surrealista, asfixiante, captando la angustia del texto original sin dejar ninguna válvula de escape que dulcifique el mensaje.

Cada uno de los elementos intensifica el desasosiego, plasma la insignificancia del individuo ante la monstruosa maquinaria del Estado burgués. Joseph K. camina entre laberintos repletos de culpables esperando sentencia, o acude a casa de un abogado defensor -impagable Wells- , que es el principal enemigo de los acusados.

  • Con la muerte en los talones, de Alfred Hitchcock

Hitchcock dijo que Kafka nos enfrenta a la “pesadilla realista”. Y ese fue el leiv motiv de toda su obra. El horror que está no en un suceso que nunca puede suceder, sino en lo que vivimos diariamente.

Una de las obsesiones, muy kafkianas, del director inglés era la del falso culpable, el hombre inocente perseguido por un delito que no ha cometido pero que es atrapado irremediablemente.

En “Con la muerte en los talones” Cary Grant es un moderno Joseph K. que se enfrenta a un pecado que desconoce pero del que todos le acusan, que es atacado por los “malos” y manipulado fría e inmisericordemente por los que supuestamente dicen protegerlo.

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El Año Kafka en sus libros esenciales

Con motivo del centenario de la muerte del escritor checo se han publicado nuevas ediciones de sus obras. Esta es una selección de algunos de esos libros.

  • El Proceso.

Arpa Editores. Traducción, notas y estudio de Luis Fernando Claros.

Es la más moderna edición del clásico de Kafka, fiel a los manuscritos originales e incorporando un fragmento hasta ahora no traducido al castellano.

  • Cuentos Completos.

Páginas de Espuma. Traducción de Alberto Gordo. Prólogo de Andrés Neuman.

Incluye todos los relatos de ficción escritos por Kafka, excepto las novelas. Con fidelidad al texto original y editando los cambios impuestos en ellos tras la muerte del autor checo.

  • El desaparecido – El Proceso – El castillo.

Alianza Editorial. Traducción de Miguel Sáenz.

Reúne las tres novelas de Kafka publicadas póstumamente, en un estuche especial para el centenario.

  • La metamorfosis y otros relatos.

Astiberri Ediciones.

El afamado dibujante español Paco Roca ilustra algunos de los relatos más impactantes de Kafka.

  • Tú eres la tarea. Aforismos.

Acantilado. Edición, prólogo y comentarios de Reiner Stach. Traducción de Luís Fernando Moreno.

Las breves sentencias, aforismos, escritas por Kafka entre 1917 y 1918 son píldoras que apenas necesitan unas pocas palabras para noquearnos.

  • Kafka al completo

Salamandra Graphic.

Biografía de Kafka en cómic realizada por Nicolas Mahler.

One thought on “Necesitamos a Kafka”

  • Los que deberían protegernos son los que nos oprimen

    Aquí en España tenemos a la policía nacional,creada por el Rey absolutista Fernando VII,en 1824 , para controlar al Pueblo español, como buen régimen absolutista, aunque yo creo que burguesía ni había y si la había era raquítica. Qué decir de la guardia civil, por el Duque de Ahumada, para servicio de la nobleza

    Hombre, siempre hay excepciones, como mi amigo Antonio, policía nacional de Moratalaz, sacerdote católico y de la ORT maoísta,muy parecido a UCE, pero son raras excepciones, generalmente los adoctrinan en el nazismo

    Muy buen artículo

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