Polonia vive la mayor movilización popular desde la caída del régimen prosoviético en los años 90. El malestar ha estallado después de que el Tribunal Constitucional polaco, controlado por jueces afines al actual Gobierno ultraconservador Ley y Justicia, endureciera una Ley del Aborto que ya era una de las más restrictivas de la UE. Desde entonces, las mujeres, los jóvenes -y buena parte de la sociedad civil progresista polaca- han protagonizado masivas protestas y huelgas, que están poniendo en graves aprietos al gobierno.
La lucha de las mujeres polacas ha brotado con tanta energía que las imágenes de las masivas manifestaciones -como la de Varsovia, con más de 100.000 participantes- han dado la vuelta al mundo. Las protestas han tomado como emblema un rayo rojo sobre fondo negro. El símbolo está en los carteles, en los balcones, en las redes sociales, dibujado en los rostros o en las mascarillas de las manifestantes; muchas hasta se lo han tatuado.
La mecha que ha hecho estallar el hasta ahora larvado descontento ha sido la decisión del Tribunal Constitucional de declarar inconstitucional la interrupción del embarazo en caso de que el feto sufra una malformación o enfermedad irreversible. Hasta ahora, esta causa era una de los pocos supuestos permitidos -junto a la violación, el incesto y el peligro para la vida de la madre- por una legislación que es una de las más retrógradas de la UE, solo por detrás de Malta, San Marino y Andorra, donde el aborto no es legal en ningún caso.
Las malformaciones fetales representan en torno al 97% de los 1.110 abortos practicados de manera legal en el país el año pasado, según los datos oficiales. De tal forma que la sentencia del Constitucional ilegaliza en la práctica el aborto en Polonia, y aboca inevitablemente a abortos clandestinos o en el extranjero para las mujeres que puedan permitírselo. Se calcula que entre 80.000 y 120.000 polacas viajan cada año al extranjero para interrumpir la gestación, y que esa cifra podría ahora alcanzar a las 200.000 mujeres.
Para más inri, el dictamen del Alto Tribunal, impulsado a instancias de los 191 diputados de Ley y Justicia, se ha lanzado en el peor momento de la segunda oleada del Covid. “Es absolutamente repugnante que el gobierno haya tomado esta decisión durante el peor momento de la pandemia, porque sabía perfectamente que íbamos a protestar. Esperaban que el miedo a la Covid nos detuviera, pero no», dice Ewa Wasiak, una maestra de Secundaria participante en las protestas.
La sociedad polaca lleva años enfrentada y polarizada por una derecha gobernante cada vez más ultraconservadora, que esgrime los sentimientos religiosos para encuadrar a la población en un permanente recorte de libertades y en la «obediencia a la autoridad». Por eso no es de extrañar que tras las organizaciones feministas -las primeras que se han movilizado- buena parte de la juventud se esté uniendo en masa a las protestas. Junto a ellos, otros sectores sociales descontentos por otras razones, con el gobierno -hinchas de fútbol, agricultores, taxistas, conductores de autobús etc…- también han secundado las movilizaciones.
Carlos dice:
Muy de acuerdo con la noticia.Tengo un amigo polaco que me contaba que es que en Polonia solo gobiernan los ultra’-conservadores,estando prohibida hasta la socialdemocracia. Ya hace poco ilegalizaron a los lgtb,dandoles un toque en Bruselas. La unica oposicion que tienen es Lech Walesa. Los antiguos pro-sovieticos? Se han hecho nazis, como corresponde a los buenos socialfascistas (la madre que los pario)