La marcha por la secesión aunó a ¿cuántos miles?, exactamente dos. Dos mil novecientas personas han participado en una marcha bajo el lema «we want a catalan State». Dos mil novecientos, entre los que se encontraban muchos militantes de ERC y CDC, solicitaban a «los partidos nacionales catalanes que, de una vez, sitúen la independencia en sus programas electorales y la autodeterminación como una prioridad en su acción de gobierno». No está el horno para ese tipo de bollería.
Dos mil novecientos que han viajado hasta Bruselas ara golpear la puerta tras la cual en su momento se lanzó la promoción de “la Europa de los Pueblos”, que posibilitó la emergencia de partidos nacionalistas hasta en Castilla. Y que ahora ven que sus líderes “nacionales” se ven obligados a subordinar sus proclamas identitarias a hablar de las recetas contra crisis, bajo riesgo de seguir la senda de los Ibarretxes y Touriños.En efecto, golpean la puerta de la UE para que reconozca los “derechos nacionales de Cataluña. Entre ellos, el de tener Estado propio” como medida in extremis al no poder conseguir el apoyo de su propio pueblo. Este reconocimiento internacional es imprescindible tras los batacazos que el nacionalismo, y en especial el nacionalismo excluyente, ha venido obteniendo en toda España desde el primer plan Ibarretxe, pasando por los diferentes “esatuts” (defenestración de Maragall incluida) y acabando por el sonoro fracaso electoral de Ibarretxe y Touriño que van marcando el paso de las ráfagas de viento popular por la unidad de España que siguen arrasando la geografía española.Se entiende por tanto la preocupación. Por cierto, la manifestación era en Bruselas, donde esperan encajar la Catalunya-nación una vez desencajada de España. Ya lo decía un votante optimista de Ibarretxe en una carta hoy en El Correo (El Correo Español El Pueblo Vasco), “Dentro del mundo abertzale vamos a tener unos cuantos años para meditar sobre algo tan evidente como que la unión hace la fuerza. Construyamos una Euskadi-nación con un encaje razonable en Europa. Ya habrá tiempo de debatir sobre conservadurismo, progresismo, soberanismo, independentismo… La próxima debería ser en EEUU, otro de los centros de poder fáctico en España. Al fin y al cabo allí ya tienen una embajada Catalana en la que, Carod Rovira, seguro habilitará unas salas para los manifestantes. Eso sí, no deben de olvidar que la realidad histórica es contundente en este sentido. Ir a golpear las puertas de los poderes imperialistas siempre tiene un precio de servidumbre. Y, al final, el imperialismo propone, pero es el pueblo el que dispone.