Frente a la negativa del primer ministro de Chipre y la oposición de la mayoría de países del sur, Berlín y el FMI, actuando conjuntamente desde el principio, han impuesto finalmente que los ahorradores chipriotas paguen directamente con el dinero que tienen depositado en sus cuentas corrientes el 40% del coste de rescate del sistema financiero de su país.
A cada chipriota se le quitará un 9,99% de su dinero en el banco si posee más de 100.000 euros. Y el 6,75% si tiene menos. Pero además, se les impone un aumento del impuesto que deben pagar por los intereses del 25%. Junto a ello, se impondrá un drástico plan de privatizaciones de las empresas públicas chipriotas así como recortes en salarios, gastos sociales y pensiones todavía sin cuantificar. «Con la imposición del corralito a Chipre, la Troika ha cruzado una línea roja»
Para hacer efectivo este auténtico expolio, se ha decretado de forma inmediata un corralito al estilo argentino: desde el sábado 16 de marzo, bancos y cajeros chipriotas permanecen cerrados y sin que los ciudadanos puedan retirar ni un euro de sus cuentas. Antes de robarles su dinero, la Troika ha tomado como rehenes a los 800.000 habitantes de Chipre.
La emisora estatal de televisión de Chipre CyBC informaba cómo el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, entró en la reunión del Eurogrupo el viernes proponiendo una quita del 40% en las cuentas bancarias chipriotas. El ministro de Finanzas de Chipre Michalis Sarris confirmó, por su parte, que esa había sido también la propuesta del FMI desde el principio.
El primer ministro, Nikos Anastasiadis, se vio forzado a aceptar la imposición, dijo, “para evitar una quiebra desordenada, que era una posibilidad real”.
Sin embargo, Andros Kiprianou, líder del principal partido de la oposición, el comunista Partido Progresista de los Trabajadores, calificaba de “neocolonial” la actitud de la Troika, al tiempo que afirmaba que su partido estudia si pedir la salida de Chipre de la zona euro. También el Movimiento para la Socialdemocracia ha criticado al Gobierno por su “rendición incondicional” a las exigencias de la Troika. “No toleraremos estas medidas sin precedentes, catastróficas, ni tampoco la humillación de la República de Chipre y de su pueblo”.
Dentro incluso del partido gobernante, el conservador Unión Demócrata, han levantado su voz varios diputados denunciando las imposiciones de la UE, lo que complica la aprobación de la medida en el parlamento chipriota, donde la alianza de Anastasiadis cuenta con una mayoría exigua.
A pesar de los intentos del gobierno español de alejar el fantasma de posibles medidas similares en nuestro país, afirmando que la situación de la isla no es extrapolable a España, lo cierto es que la reacción de los principales medios de comunicación españoles expresa una indisimulada alarma.
No ya por la posibilidad de un corralito en España, sino por las turbulentas consecuencias sobre nuestro sistema financiero y la fuga masiva de capitales que puede llegar a provocar.
Y, sobre todo, por el endurecimiento extremo de la posición del FMI y Berlín que refleja tanto la medida como las presiones de todo tipo ejercidas por Merkel, formando una minoría de bloqueo para impedir que saliera adelante cualquier otra propuesta hasta conseguir la aprobación del corralito.
Washington y Berlín parecen haberse puesto de acuerdo en pisar a fondo el acelerador de la intervención y el saqueo sobre los eslabones más débiles de la cadena de países que formamos parte de la UE. Y en ese reparto de papeles, nuestro país no dispone de las mejores cartas.
Sin embargo, con la imposición del corralito la Troika ha cruzado una línea roja hasta ahora inviolable. Y deberán andarse con ojo. Lo mismo hicieron en Argentina y en poco menos de dos años hasta tres presidentes hubieron de salir a marchas forzadas de la Casa Rosada. El último de ellos en helicóptero para evitar la ira de la indignación popular.