Han bastado unos pocos días para que empecemos a conocer los resultados de la visita de Rajoy a Washington. EEUU ha solicitado oficialmente ampliar en al menos un 50% la Fuerza de Respuesta para Crisis en África afincada desde abril en la base de Morón de la Frontera. Además, en febrero empezarán a llegar a la base de Rota los destructores que integran el escudo antimisiles. El gobierno de Rajoy incluso está dispuesto a incumplir las leyes españolas para cumplir con los mandatos de la superpotencia. Un grado cada vez más extremo de sumisión, que permite a EEUU intervenir sobre nuestro país. Para facilitar, por ejemplo, que sus bancos y monopolios arramblen con una parte cada vez mayor de nuestras riquezas, mientras a nosotros nos imponen recortes y ajustes.
Barack Obama se encargó de recordar la semana pasada, aprovechando la visita de Rajoy a Washington, que “la cooperación en materia de seguridad entre EEUU y España nunca ha sido tan fuerte”. Incluso se mostró “agradecido al primer ministro y a su gobierno, así como a la oposición, por el apoyo que han dado a nuestro trabajo conjunto, incluso albergando algunas de nuestras operaciones e instalaciones militares”. «Ni un soldado norteamericano en España, ni un soldado español en el extranjero participando en “guerras imperiales”»
Y no le faltan razones. En 2011 Zapatero aprobó el despliegue en España del odiado escudo antimisiles de la OTAN, uno de los “proyectos estrella” de Bush. Y el pasado 19 de abril, el gobierno de Rajoy aprobaba el despliegue de 500 marines y ocho aeronaves en Morón de la Frontera, integrantes de la Fuerza de Respuesta para Crisis en África.
Pero Washington quiere más. Por eso exigió prorrogar un año más la presencia de esta fuerza en Morón e incrementar su volumen en un 50%.
Ante el fracaso de su proyecto de “primaveras árabes” y la creciente inestabilidad en el continente africano –de Mali a Somalia, de Libia a Egipto-, Washington quiere incrementar su presencia militar, utilizando a España como plataforma.
Desde su llegada a Morón, los marines se han se han desplegado varias veces en la base italiana de Sigonella, preparados para intervenir en Libia, y en diciembre pasado fueron enviados a Yibuti, en el Cuerno de África.
Las condiciones en que el gobierno español aprobó este despliegue militar evidencian su extremo grado de sumisión.
Primero, al violar los términos del convenio vigente con EEUU. Éste permite destacar en España hasta un máximo de 900 marines sin solicitar la aprobación del parlamento. Pero sólo “temporalmente”, para situaciones puntuales que se prolongasen unos meses, y no varios años, como Washington pretende.
Además, esta autorización extraordinaria no conlleva un control real de las misiones que hacen los marines desde Morón. Cuando le preguntaron sobre ello al secretario de Estado de Asuntos Exteriores, su respuesta fue escandalosa. ““¿Qué operaciones [realizan]? No se lo puedo decir (…) De manera que no va a haber un control de las operaciones, porque no corresponde”.
Además, el próximo 11 de febrero llegará a la base de Rota el USS Donald Cook, el primero de los cuatro destructores de la clase Arleigh Burke que integrarán el componente naval del escudo antimisiles, aprobado por Zapatero y ratificado por Rajoy.
En el referéndum de 1986 se incluían tres condiciones que obligaban a la reducción progresiva de la presencia militar norteamericana en España, o que prohibían la incorporación a la estructura militar de la OTAN.
Los sucesivos gobiernos han incumplido estas condiciones. No solo no se reduce, sino que la presencia militar norteamericana en España aumenta sin cesar.
Es la señal de una sumisión que estamos pagando todos. La dependencia militar viene junto a los “hombres de negro” de la Troika, que nos imponen recortes sin fin. Y a una creciente entrada del capital extranjero en España, arramblando con nuestras riquezas.
Ha llegado el momento de decir basta. Ni un soldado norteamericano en España, ni un soldado español en el extranjero participando en “guerras imperiales”.