Galicia tiene en su producción forestal una mina. O un banco. Como decía Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, «vale máis unha terra con árbores nos montes, que un Estado con ouro nos bancos». Vista en perspectiva, la producción de madera gallega del año pasado llenaría el equivalente a ocho estadios de fútbol de las dimensiones del Santiago Bernabéu.
Los montes gallegos encierran un capital, contando 133 millones de metros cúbicos de madrea a precio de mercado, de aproximadamente cuatro mil millones de euros. No en vano, la industria forestal convierte a Galicia en la novena potencia forestal europea. Supone el 3,5% del PIB gallego, lo que coloca a la comunidad de Galicia a la altura de los grandes productores como Finlandia (3,7% de su PIB) o Nueva Zelanda (3,1%). Supone actualmente una fuente de empleo fundamental. Son 26.000 puestos de trabajo directos y cincuenta mil indirectos. Se trata, visto por provincias, de la cuarta actividad industrial en A Coruña, la tercera en Pontevedra y Ourense, y la segunda en Lugo. En la mayoría de las comarcas del rural es una de las tres principales fuentes generadoras de puestos de trabajo. En un momento donde la producción ha sufrido un auge y los precios han subido fruto de que ha bajado la producción forestal en Europa y EEUU, coincide con el estallido de la crisis financiera y de la construcción que ha golpeado de lleno al sector. El año pasado se cortaron las históricas cifras de 3.2678.000 metros cúbicos de eucalipto, 3.892.800 m3 de pino y otras coníferas y 409.000 m3 de frondosas. Sin embargo, es un sector tremendamente atomizado. Los cuarenta mil propietarios gallegos venden su producción a un tejido empresarial maderero dominado por compañías de pequeño tamaño, de forma que la presencia de medianas y grandes empresas es casi residual. Sólo 1 de cada 10 compañías gallegas tienen unos ingresos de explotación superiores a los tres millones de euros. El año pasado, el mercado forestal arrancó el ejercicio con un cambió de tendencia, con repuntes en los precios pagados por Sin embargo, el sector de la madera está siendo arrastrado por la crisis financiera y la por la caída de la construcción y la consiguiente caída general de ventas en toda Europa y EEUU. En los momentos actuales, la industria de la madera gallega está poniendo en marcha medidas de flexibilidad laboral. Sólo en 2008 se redujeron un 5% el número de horas trabajadas, suspendiendo horas extras, adjudicando vacaciones anticipadas o haciendo paradas técnicas. Pero estas medidas tienen un límite, en tanto el consumo no vuelva a levantarse o no llegue plan alguno de rescate. Ya no hay quien grite ¡más madera!