Pedro Sánchez ha defenestrado a Ignacio González. Quien le ha dado pasaporte es Mariano Rajoy, evidentemente, pero ha sido el reciente movimiento del secretario general del PSOE para dotar a su partido de un candidato verdaderamente competitivo para la Comunidad de Madrid –el profesor Ángel Gabilondo–, el que ha empujado al inquietante González hacia el alféizar de la ventana.
Chaqueta corta, mechón de pelo blanco en la nuca, rostro endurecido por el ejercicio del poder, inteligente en el campo de maniobras, excelente conocedor del cuarto de máquinas de la comunidad autónoma menos endeudada de España, nadie duda que el actual presidente regional madrileño es un tipo duro de pelar. Pero esta vez tenía las de perder. Los sondeos le eran adversos y Rajoy no quería ceder tanto al PP madrileño, que es un mundo en sí mismo. El tándem Aguirre-González para las elecciones de mayo no era un plato fácil de digerir en la Moncloa. Con el profesor Ángel Gabilondo en escena, recordando, sin imitarle, a Enrique Tierno Galván, ese tándem continuista era casi imposible.
González nunca ha encabezado una lista electoral. Llegó a la presidencia de la comunidad como Ana Botella a la alcaldía de Madrid, por la vía sucesoria. Esperanza Aguirre renunció a la presidencia regional cuando vio venir los fuertes recortes sociales que imponía la crisis. Con la crisis en fase menguante –eso dicen-, ahora vuelve. Es lista, muy lista, vive constantemente pendiente de su popularidad, y su desparpajo divide a la sociedad madrileña en dos, de manera tajante. Unos votarán con entusiasmo una alcaldesa castiza. Otros saldrán de casa con la papeleta de Podemos entre los dientes con el deseo de sepultarla. Ella intentará convertir las elecciones de mayo en un gran enfrentamiento entre el PP de toda la vida y el ‘bolchevismo’ de Podemos. El candidato socialista a la alcaldía, Antonio Miguel Carmona, un castizo menor que se proclama jacobino, puede quedar desdibujado por ese combate. Corresponderá al profesor Gabilondo Galván ganar Madrid para el PSOE. Cristina Cifuentes, nueva candidata regional del PP, combina el perfil duro con algún guiño retórico a la izquierda. Será fiel a Rajoy y a la estructura de la Moncloa. Es eficaz.
González no quería renunciar y le han dado ‘kompromat’. Me he referido en ocasiones anteriores a esta expresión rusa. Es la abreviación de ‘komprometiruishiy material: difusión de material comprometedor para deshacerse de un adversario político. Una práctica conocida en casi todos los países del mundo, pero muy intensa en la Rusia de Vladímir Putin. A González le han aplicado esta semana el tratamiento ‘kompromat’ y anoche aceptaba con resignación el designio de Rajoy. Escena impresionante en un país en el que tanto se habla de la renovación de la política. Observada con frialdad y con el necesario distanciamiento, la metodología del PP es rusa. Mientras los demás partidos ensayan elecciones primarias o votaciones de militantes en sus diezmadas agrupaciones –caso del PSOE con el profesor Gabilondo–, el partido unificado del centroderecha español nombra candidatos a dedo y al que se resiste se le aplica ‘kompromat’.
Madrid será fundamental en mayo. Sólo falta que Podemos decida sus candidatos. Parece que algo les chirría. Podría haber ‘efecto Viridiana’ en el Podemos madrileño. Aquella escena de la gran película de Buñuel, en la que los desheredados logran sentarse en la mesa del amo y lo primero que hacen es pelearse entre sí.