El gobierno de Pedro Sánchez va a hacer efectiva una largamente anunciada decisión, la de indultar a los nueve líderes independentistas que cumplen prisión tras hacer sido condenados por la declaración unilateral de independencia de 2017. A todos ellos les queda buena parte de su condena por sedición y, en algunos casos por malversación.
Hace unas semanas, parecía que con esta decisión el Gobierno podía desatar una tormenta política de grandes dimensiones. Pero ahora, como mucho, la mar parece marejadilla. Porque se pongan como se pongan los que se oponen -principalmente, la derecha y la ultraderecha, tanto la española como la catalana- el apoyo social a los indultos a los presos independentistas está en avance.
Avanza porque hay una situación política que lo favorece. Determinada en primer lugar porque desde hace tiempo, el procés ha sido derrotado. Lo ha derrotado una mayoría social de catalanes que apuestan por la unidad y que no sólo han dado la espalda -en las calles y en las urnas- al proyecto secesionista, sino que muestran crecientemente su hartazgo, su hastío. En las recientes elecciones del 14F Junts y ERC perdieron 600.000 votos, el 33% de sus votantes y el partido más votado no fue ni Esquerra ni Junts sino el PSC.
El camino de la DUI es una huida a ninguna parte, una vía muerta, y así lo han tenido que acabar reconociéndolo líderes independentistas como Junqueras. El liderazgo del procesismo le ha sido arrebatado a la caverna de Puigdemont y Junts -representantes puros de la burguesía burocrática catalana y apóstoles del «cuanto peor, mejor» en su búsqueda de la secesión a cualquier precio- y ha pasado a manos de Esquerra, que desde hace tiempo representa una línea -que sin renunciar a la independencia- cada vez más posibilista y pragmática, que huye del enfrentamiento frontal con el Estado españo y apuesta por abrir otras vías como la «fórmula escocesa».
Hay una amplia mayoría en Cataluña que lo que quiere es dejar atrás el procés, pasar página, campana y se acabó, a otra cosa, mariposa. Una mayoría social catalana preocupada, como la de Madrid, Sevilla o Vigo, por la dura realidad de la crisis económica y social que se cierne sobre las clases populares. Y no por banderas ni por fronteras ni por identidades ni por ficciones. Por eso, se esté a favor o en contra de los políticos condenados por el procés, los indultos y su argumentario «desinflamatorio» son percibidos mayoritariamente con alivio.
Y en el conjunto de la sociedad española el sentir mayoritario acerca de los indultos no es muy distinto. El procés y sus líderes no son percibidos ya por la mayoría social sino como un problema en retroceso, como los rescoldos de la hoguera que una vez fue. Por eso los llamamientos a la Plaza de Colón han pinchado: 25.000 asistentes siendo Madrid es poca cosa, tratándose de un acto convocado por las tres derechas. Lo mismo que ha pinchado la recogida de firmas contra los indultos -300.000 apoyos en dos semanas, frente a los cuatro millones logrados en dos meses en 2006 contra el Estatut- que ve comprometida su continuidad.
Pero tampoco parece que la línea de Casado cuente con un firme respaldo, ni entre la oligarquía española ni entre su propio partido. Ya hace días que Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, se mostró favorable a los indultos en nombre la buena marcha de los negocios del Ibex35. «En el Estado de derecho caben los indultos. Hay muchas opiniones entre los empresarios, pero si esto acaba en que las cosas se normalizan, bienvenido sea», dijo, y luego añadió que por «normalizar» se refería a «que puedan volver las compañías que en 2017 trasladaron su domicilio social fuera de Cataluña tras la incertidumbre causada por la declaración de independencia unilateral». Y dentro del Partido Popular no pocos barones le están diciendo a Casado que relaje su oposición a Sánchez en este tema.
¿A quién le escuecen los indultos?
Además de la Plaza de Colón, los vociferios contra los indultos tienen otro foco emisor: Waterloo y sus acólitos.
El lunes, Pedro Sánchez expuso en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona su hoja de ruta del «reencuentro entre España y Cataluña», dando un discurso que fue interrumpido por un independentista al grito de «Visca la terra» e «Independència». Un gesto más o menos igual de patético que la protesta a las puertas del Liceu, unas 500 personas convocadas por una Asamblea Nacional Catalana que ha llegado a organizar diadas independentistas de más de un millón.
La «fuerza» de estas protestas es tan reveladora como sus consignas. Además de contra Sánchez, no pocos gritos de «botifler» también se dirigieron contra Oriol Junqueras. De mártir por el 1-O a Judas de la causa.
Los sectores más ultras del procesismo, los gurús del choque de trenes con España, viven con desesperación la luz verde a los indultos. Así lo expresaba Carles Puigdemont en twitter: «Ha nacido el espíritu del Liceu. Nace para confrontarse con el espíritu del 1-O, y dar oxígeno a los que pretenden neutralizar el independentismo a golpe de represión o de renuncia. El pedante discurso de Pedro Sánchez no engaña a nadie: anuncia una reedición del régimen del 78».
Indultos sí
Estas palabras no hacen sino respaldar lo que desde hace dos semanas venimos sosteniendo desde estas páginas. Apoyamos los indultos, porque generan mejores condiciones para luchar por la unidad, en la defensa de nuestros intereses comunes frente a los recortes y el saqueo, y porque dividen y debilitan a las élites del procés.
La decisión de indultar a los dirigentes del procés encarcelados les quita una de las banderas victimistas que enarbolan para cohesionar sus filas, y deja sin palabras a quienes se empeñan en difundir la mentira de que en España existen presos políticos.
Y los indultos también desactivan, en buena parte, los daños generados por la inminente sentencia del Tribunal de Estrasburgo enmendando la sentencia del Supremo. Una sentencia de Estrasburgo que de todos modos las fuerzas procesistas van a esgrimir en los próximos días para degradar a España, presentándola como “un país antidemocrático”.
Carlos dice:
Muy, muy bueno el artículo. Vuestro apoyo a los indultos deja fuera, tanto a la rancia derecha castellana (25000 cutres gatos en todo Madrid), como a la más cutre derecha catalana, de 500 imbéciles. Lo que el pueblo catalán quiere es acabar con la explotación, acabar con el covid y medidas sociales, como bien te refleja el informe Petras https://www.inventati.org/ingobernables/textos/anarquistas/informe-Petras pdf, no por algo ganó el psoe y junto a Podemos y C’s gobernaria por mayoría simple
Marc dice:
Me parece muy bien que apoyeis los indultos, pero el independentismo (no uso la palabra proces) va a seguir allí, el total de voto independentista de las elecciones del 14-F fue del 52% por mucho que os empeñeis en hacer interpretaciones con la participación que fue baja por la situación del covid, aparte de que se venía de una participación récord en las pasadas elecciones.