Los “métodos ampliados de interrogatorio” de la CIA, introducidos luego del 9/11, no solo eran crueles, sino que nunca produjeron resultados valiosos para los servicios secretos de EE. UU., según un informe del Senado.
El resumen de un informe secreto de 6.300 páginas sobre métodos ampliados de interrogatorio de la CIA, que comenzaron a aplicarse luego de los atentados a las Torres Gemelas, será puesto a disposición de la opinión pública. El jueves (3.4.2014), el Comité de Inteligencia del Senado estadounidense, que compiló la información, votó por el pase del sumario al poder Ejecutivo para ser desclasificado y dado a conocer.
Se cree que el informe es el más completo de la era Bush. No solo contiene detalles sobre los llamados “métodos ampliados de interrogatorio”, como el del “submarino”, un método de tortura por medio de sumersión en el agua, que fue introducido por el Gobierno de Bush luego de los atentados del 9/11, sino, de acuerdo con el Washington Post, también demuestra que la CIA engañó al Gobierno en cuanto a la efectividad de dichas técnicas.
Los métodos -algunos de los cuales recientemente fueron caratulados como métodos de tortura por el Gobierno de Barack Obama- fueron empleados en prisiones de la CIA fuera de EE. UU., en los centros clandestinos de detención o “black sites”.
“Errores terribles”
“Creo firmemente que la creación de centros clandestinos de detención de largo plazo, así como el empleo de los métodos ampliados de interrogatorio, fueron errores terribles”, dijo Dianne Feinstein, quien preside el Comité de Inteligencia del Senado de EE. UU., el 13 de diciembre de 2013, luego de que dicho comité hubiera aprobado comunicar por sumario sobre el informe, que aún sigue siendo top secret.
Barry Eisler, un exempleado de la CIA que ahora es novelista y autor de bestsellers, dijo a DW via E-mail que los altos funcionarios del Gobierno de Bush, como el ex vicepresidente Dick Cheney, hablaba de obtener «datos factibles de inteligencia » de detenidos sometidos a esos métodos. Pero, subraya Eisler, «no hay información sobre esos datos, porque los métodos de tortura no los produjeron. Eso es lo que querían hacernos creer, aun si un prisionero daba información factible antes de ser torturado».
El Washington Post publicó que Abu Zubaydah, un sospechoso de operar para Al Qaeda que ahora está preso en Guantánamo, es un ejemplo de un detenido que, de acuerdo con la CIA, dio información tras haber sido sometido a los métodos ampliados de tortura. Ammar Al Baluchi, el sobrino del autoproclamado cerebro de los atentados terroristas del 11 de septiembre, Khalid Sheik Mohammed, era un sospechoso, según ese periódico, que fue torturado incluso luego de mostrarse cooperativo con las autoridades.
Eisler opina que pueden pasar varios meses antes de que se revele “una ínfima parte” del informe. “Ese tipo de ocultamiento de información es típico del EE. UU. actual, donde el Gobierno sabe cada vez más sobre los ciudadanos, pero los ciudadanos saben cada vez menos sobre su Gobierno”, subraya.
Sin instrucciones después del 9/11
Bob Graham, exsenador por el Estado de Florida, quien presidió el Comité de Inteligencia del Senado durante 18 meses, en 2001 y en 2002, dijo a DW: “No estaba enterado de los métodos ampliados de interrogatorio mientras trabajé en el Comité de Inteligencia”.
Mientras la CIA insiste en que instruyó a los senadores acerca de dicho programa desde su inicio, Graham asegura que aún conserva un registro diario de sus citas, que no concuerdan con las afirmaciones de la CIA.
“Se me informó sobre que fui instruido en cuatro ocasiones, y al investigar ese dato descubrí que en tres de esas cuatro ocasiones no se realizó una instrucción respecto de los métodos ampliados de interrogatorio, y que en la cuarta ocasión ni siquiera se trató el tema”, dijo Graham a DW.
El exsenador añadió no estar sorprendido de no haber tenido conocimiento del programa, ya que “en un contexto muy amplio, hay muchos asuntos sobre los que no sabemos nada, y hay mucha información que se ha estado ocultando”.
Graham califica el asunto como una “ruptura de las relaciones” entre la CIA y los comités del congreso, dado que la ley exige a los servicios secretos que mantenga informado al comité sobre sus actividades, algo con lo que, al parecer, no se está cumpliendo actualmente.
¿Más transparencia?
Está por verse si la publicación de una parte del informe conducirá a una mayor transparencia por parte de los servicios de inteligencia en EE. UU., dice Eisler. “No creo que se pueda lograr que las agencias de servicios secretos, que se extienden por todo el territorio de EE. UU., se adjudiquen la responsabilidad por lo sucedido”, dijo a DW. “La única solución real que veo es reducir de manera radical toda la infraestructura de los servicios secretos. Pero no creo que se pueda”, añadió. Además, dijo que tanto el escándalo de espionaje de la NSA como el empleo de tortura por parte de la CIA son “ejemplos de lo que sucede cuando se otorga amplios poderes a sistemas burocráticos sin vigilarlos”. En cuanto a los métodos de tortura, Graham sostiene que “nuestros antepasados fueron lo suficientemente sabios como para reconocer la falta de confiabilidad inherente a la información que se obtiene por medio de torturas”, por lo cual su aplicación» es inconstitucional y viola el derecho internacional”.
En cuanto al silencio de Obama respecto del debate, Eisler piensa que “está claro que Obama quiere que el asunto desaparezca”. Cuando asumió el poder, en 2009, año en que el Comité de Inteligencia del Senado decidió comenzar con el informe, Obama dijo que no quería perseguir a ningún funcionario del anterior Gobierno, a pesar de haber clasificado como “tortura” algunos de los métodos que aquel aprobó. Según Eisler, “al fallar en dirigir el Departamento de Justicia, Obama está violando su obligación constitucional de ‘cuidar que se cumpla fielmente la ley’”.