Recortaron en médicas y enfermeros, les ofrecieron contratos basura, cubriendo lo que nadie quería y con una esclavitud telefónica de 24 horas los 365 días. Los habíamos formado primorosamente. Sus años de carrera o de grado universitario, sus años de MIR y de másteres de postgrado. Estaban preparados para luchar contra lo que más mata en este país: las enfermedades indoloras, hijas del hartazgo de dietas insensatas pletóricas de azúcares, de sal y de grasas animales. Nuestros diabéticos, hipertensos, arterioscleróticos os van a echar de menos porque os vais a los países del norte, que no han invertido ni un euro en vuestra formación y que nos acusan a los que nos quedamos aquí de cuidar demasiado a nuestros viejos. Con lo que se han ahorrado en docencia ellos sí que os pueden pagar un sueldo decente. Hoy en día, el cardiólogo más famoso de Holanda se apellida Brugada y no creció comiendo smörgåsbord sino pan tumaca.
Y nosotros nos quejamos de que no habíamos comprado suficientes mascarillas ni respiradores después de lo mal que nos había salido lo de las vacunas de la gripe aviar que compramos por 40 millones de euros en 2008 y tuvimos que tirar a la basura en 2010.
¿No os preocupa que no tengamos un plan para tsunamis? No, eso no va a pasar nunca. Lo máximo que habíamos previsto en problemas NBQ (Nuclear Biológico Químico) era que pudiera llegar un Crucero de Lujo con 500 turistas con la Venganza de Moctezuma corriendo por sus intestinos.
El otro día leí a un argentino que definía a los argentinos como aquellas personas que tienen un problema para cada solución. ¿De quién habrán aprendido?
Ahora es el momento de callar, apretar los dientes y empujar todos en la misma dirección. Tenemos un enemigo común que nos ha unido como pocas veces antes nos había unido nada, pero ya empezamos a pensar en quién tiene la culpa y a señalar con el dedo como si esta actitud nos arreglara algo a todos. A balón pasado, el penalti lo hubiéramos parado todos. Esto sólo les sirve a unos pocos que van a intentar sacar rédito político de nuestro miedo y nuestra ignorancia, posiblemente los mismos que, sometidos a los intereses de capitales extranjeros, recortaron en Sanidad Pública para hacer del derecho a la salud un negocio privado. Me da igual el color político de los dirigentes que ejecutaron los recortes, porque no han sido todos de un mismo partido, pero han sido votados por nosotros.
¿Qué Sanidad queremos? ¿Queremos seguir siendo el número uno del mundo en trasplantes? Cuando llegamos a casa y las camas están hechas, el suelo limpio y la comida en la mesa, no decimos nada, es lo normal. Nuestra Atención Primaria hace un trabajo que es como las labores domésticas, sólo lo notamos el día que no están hechas. El dinero que se ahorra con su trabajo de prevención y control de estas enfermedades y haciendo que la derivación a los Médicos Especialistas sea la razonable en función de lo que necesitamos, es enorme.
Si no peleamos por nuestra Sanidad Pública nos la van a quitar porque el Capital sólo ve negocio, no le importa el beneficio social. El mismo razonamiento vale para las pensiones, el Capital pretende que sea un negocio privado, pretende usar los ahorros de los trabajadores en contra de sus intereses. Ya lo ha hecho con el derecho a la vivienda y con la educación. ¿Son nuestros derechos o sus negocios? ¡tú decides!