La pasada semana nos desayunábamos con la sorprendente noticia de que la Agencia Federal de Empleo alemana (BA), prepara para finales de enero próximo una gran conferencia con representantes de España, Italia, Portugal y Grecia, con el objetivo de posibilitar que los jóvenes en paro de estos países puedan recibir «formación profesional» directamente en las empresas alemanas.
La Formación Profesional en Alemania es dual, es decir, se dedica una tercera parte del tiempo a las enseñanzas teóricas de la profesión elegida, mientras que en los dos tercios del tiempo restante se lleva a cabo un trabajo práctico “de aprendizaje” en las empresas. Durante tres o cuatro días a la semana, los jóvenes estudiantes trabajan 8, 9 o 10 horas en la empresa que los ha solicitado, a cambio de sueldos que oscilan entre los 500 y 800 euros. Completar el ciclo educativo, según la especialidad elegida, requiere entre dos y tres años y medio. A lo largo de ese tiempo, las empresas disponen de una mano de obra barata, muy barata, que en muy poco tiempo ha adquirido por regla general la capacitación necesaria para ser tan productiva como el resto de trabajadores. Y a la que, además, la empresa puede exigir la realización de horas extras también a un precio un tercio inferior. «Aunque con formas más edulcoradas, no quita un ápice su condición de negreros de Europa» Por último, y dado que el 80% de los puestos de trabajo de “formación” están ofertados por pymes, los tres años de trabajo de “aprendizaje” no aseguran de ninguna manera la posterior contratación.Es justamente este sistema de híper-explotación de la mano de obra de la juventud trabajadora la que ha provocado que cada vez sean menos los jóvenes alemanes que se forman en este sistema dual. Y ante la falta de mano de obra barata a la que explotar a conciencia en el interior del país, a los dirigentes empresariales alemanes se les ha ocurrido la ‘genial’ idea de importarlos desde el exterior. Ese es el objetivo de la gran conferencia, en la que también está previsto que participen países del Este de Europa. No es algo nuevo para la burguesía monopolista alemana, aunque sí lo sean las formas que lo recubren. En marzo de 1942, y ante la prolongación de la guerra en la URSS, el Gauleiter Fritz Sauckel fue encargado por el gobierno alemán para reclutar mano de obra forzosa por toda la Europa ocupada y llevarla a Alemania para que reemplazaran en las fábricas a los trabajadores alemanes en el frente. Se calcula que alrededor de 700.000 trabajadores de toda Europa fueron trasladados forzosamente a Alemania como mano de obra semiesclava e híper-barata de la que los grandes monopolios alemanes sacaron jugosos beneficios. A Fritz Sauckel acabó conociéndosele como “el negrero de Europa”. 80 años después, Berlín ha decidido que necesita resucitar a esta vieja figura. Y aunque las nuevas formas que adopta sean más edulcoradas, ello no quita un ápice su condición de “negreros de Europa”. De raza le viene al galgo.