La composición del nuevo gobierno de Rajoy ha sido presentada por la mayoría de los medios como un gobierno «continuista», hecho «a la medida de Rajoy» y para respetar «los equilibrios internos» del PP. Sin embargo, la composición de gobierno lo que pone de manifiesto es qué objetivos se propone y cuál es su carácter. Atrapado en la contradicción de tener que ejecutar las exigencias de la UE, el FMI, o la OTAN, pero en minoría dentro del parlamento y enfrentado a un rechazo social que no va a desaparecer.
Lo primero que refleja el nuevo gobierno de Rajoy, manteniendo a De Guindos como ministro de Economía y a Fátima Báñez al frente del ministerio de Empleo y Seguridad Social, es que su primer objetivo va a ser mantener las grandes líneas económicas impuestas desde 2011 y exigidas por Bruselas.
Rajoy ya anunció en su investidura que no estaba dispuesto a “demoler lo construido ni a liquidar reformas”, sobre todo en el terreno económico. Rajoy deja al frente de la política económica a los ministros que han impuesto los recortes y una reforma laboral que ha multiplicado la precariedad del mercado laboral.
El primer reto del nuevo gobierno será aprobar el techo de gasto y los presupuestos cumpliendo con Bruselas que exige 5.500 millones en recortes. Pero debe hacerlo en una nueva situación, que poco tiene que ver con la pasada legislatura. Ahora hay un gobierno en minoría parlamentaria. Con una mayoría de diputados de las fuerzas que en campaña prometieron enfrentarse a la continuidad de las políticas sufridas estos últimos años, y unos sindicatos que ya anuncian movilizaciones si no hay marcha atrás en la reforma laboral y cambios en los salarios.
Rajoy ha tenido que cambiar de caras por el rechazo a sus políticas o por los casos de corrupción. Ya tuvo que quitar al ministro de Educación, José Ignacio Wert, al de Industria, José Manuel Soria, por corrupción y ahora al de Interior, José Fernández Diaz. Pero las nuevas caras no van a suponer un cambio sustancial, como máximo nuevas formas que ofrezcan concesiones secundarias para mantener lo principal.
Tampoco se puede ver el nombramiento de María Dolores de Cospedal al frente del ministerio de Defensa, para compensar equilibrios o “contentar” sus aspiraciones. El ministerio de Defensa es especialmente un ministerio de Estado y de importancia vital. Mucho más en unas condiciones en las que España tiene que cumplir importantes exigencias dentro de la estrategia militar norteamericana y de la OTAN.
Los ministros de Defensa españoles siempre han tenido una relaciones especiales con Estados Unidos. Habrá que tener esto muy en cuenta también en el caso de Cospedal, y esta será una de las claves de su nombramiento.
Con el nuevo gobierno, Rajoy ofrece una declaración de intenciones: mantener, con nuevos modos adaptados a las nueva condiciones, las políticas que ha ejecutado en los últimos cuatro años. Forzando a PSOE y Ciudadanos a “garantizar la gobernabilidad”, esgrimiendo la amenaza de la convocatoria de nuevas elecciones a partir de mayo.
En estas nuevas condiciones, lo que nos interesa es trabajar por unir a la mayoría progresista, dentro y fuera del parlamento, para enfrentarse a los ataques contra las pensiones, derogar la reforma laboral, ampliar la sanidad y la educación públicas, luchar de verdad por un frente amplio de progreso contra los recortes, el saqueo y la intervención.