Según difunde la agencia germana de noticias Reuters, un alto funcionario alemán, presente en la reunión del G-7, declaró que «los españoles no quieren ser rescatados. Son demasiado orgullosos. Es una arrogancia fatal». Tiene razón en una cosa. Tenemos orgullo nacional. Y nos negamos a entregar a Berlín nuestra soberanía, pues eso, y no otra cosa, significa el «rescate». Se equivoca de medio a medio cuando afirma que es una «arrogancia fatal». Negarnos a aceptar que Berlín haga y deshaga a su antojo en España es todo un acierto. Es la primera medida para poder crecer.
Alemania es como el lobo que ve a su presa herida y no está dispuesto a dejarla escapar. Quieren “merendarse” a España. Y no están dispuestos a desaprovechar la oportunidad. «¡No al rescate! Esta es la consigna que debe hoy unir a toda España.»
Esta es la razón de su “intransigencia”. De que no acepten otra salida que no sea el rescate europeo sobre el país, es decir, la rendición incondicional de España ante Berlín, que pasaría, como ocurre en Grecia o Portugal, a dirigir la política nacional por encima del gobierno y las instituciones españolas.
El gobierno de Rajoy, y determinados sectores de la oligarquía española, han levantado una línea de resistencia dirigida a ahuyentar la posibilidad de un rescate total sobre el país. Han buscado el respaldo norteamericano –dispuesto a aceptar que el rescate se restringa a la banca, y no al conjunto del país- para sortear el zarpazo del lobo alemán.
Pero Berlín no está dispuesto a dejar escapar una presa que ya consideraban cazada. Por eso reaccionan con inusitada virulencia.
El alto funcionario alemán se asombra ante que los españoles seamos “demasiado orgullosos”. Para las grandes potencias no plegarse sumisamente a sus designios es un pecado.
E inmediatamente nos arroja una nada velada amenaza: negarse a ser rescatados es “una arrogancia fatal”. No requiere demasiado esfuerzo descifrar estas palabras. “Si hemos sido capaces de arrastraros al borde del abismo, podemos daros el empujón final si os negáis a acatar nuestros mandatos”.
Alemania va a utilizar todos los cartuchos que disponga para quebrar las resistencias españolas. Y nosotros debemos empeñarnos en lo contrario. Nos jugamos nuestro futuro.
¿Qué sería de pensionistas o parados en una España intervenida? ¿Hasta dónde degradarían nuestra sanidad y educación? ¿Cuánto serían capaces de rebajar nuestros salarios?
Sólo hace falta dar un vistazo a Grecia o Portugal para comprobarlo.
¡No al rescate! Esta es la consigna que debe hoy unir a toda España. Porque todos saldremos perdiendo si Berlín o Washington nos imponen sus dictados.