Hace unos días, el avezado columnista de La Vanguardia, Enric Juliana, publicaba un video-blog sobre los actores que van a buscar el descarrilamiento del acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos. Los «francotiradores» a los que hacía referencia Juliana son «la derecha independentista» -es decir, la caverna de Waterloo: Puigdemont y Torra- y «el sistema Madrid, el eje Castellana», refiriéndose a la oligarquía financiera española, muchas de cuyas sedes y rascacielos están en el Paseo de la Castellana. ¿Qué declaraciones tenemos de estos enemigos del gobierno de progreso, emboscados desde las alturas de sus despachos?
El sorpresivo acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, apenas 48 horas después del resultado electoral, ha hecho sonar las alarmas de muchos despachos en La Castellana. Uno de los primeros en reaccionar fue el del Círculo de Empresarios, John de Zulueta, que se declara “consternado”, planteando que “es muy preocupante la incoherencia de Sánchez (…) dijo hace sólo unos meses que con Pablo Iglesias en el Gobierno no podría dormir el 95% de los españoles y ahora no le veta y le parece bien”.
Más taimado, pero no menos preocupado, se mostraba el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que atacaba el acuerdo afirmando que “en un contexto de desaceleración, es fundamental hablar de rigor presupuestario y ortodoxia económica”. Y planteando que “los empresarios reiteramos en todo caso nuestra apuesta por la formación de un Gobierno estable y moderado e insistimos en la necesidad de avanzar en las reformas pendientes».
El presidente de Freixenet y presidente de la Cámara de Comercio de España, Josep Lluis Bonet, también criticaba el pacto declarando que “es necesario un gobierno que acometa las reformas necesarias”. Lanzando una advertencia al plantear que “es necesario un gobierno que respete las líneas rojas del sistema”.
Los rotativos más ligados al mundo financiero y al Ibex35 también mostraban sus preferencias y su desazón. «La gran coalición a la alemana –donde socialdemócratas y conservadores gobiernan en coalición– es la fórmula preferida de inversores y empresarios. La suma de PSOE, PP y Ciudadanos permitiría un ejecutivo estable con el que agotar la legislatura y del que quedarían fuera las medidas que más nervios desatan en el mercado, como un impuesto a la banca o una derogación de la reforma laboral y que son las que reivindica Podemos», decía Cinco Días.
«Lo más desestabilizador de un ejecutivo PSOE-Podemos para el mercado español, en el que tiene un peso determinante la banca, sería un impuesto específico para el sector financiero, que el anterior gobierno de Pedro Sánchez ya tanteó y acabó desechando», dice en el mismo medio Javier Ferrer, director de deuda pública de Ahorro Corporación. Por su parte, la banca suiza UBS pide «reformas económicas, sociales e institucionales necesarias para mejorar el crecimiento y la sostenibilidad fiscal”.
El blog salmón dice textualmente que el pacto PSOE-UP «ha puesto nerviosos a diversos sectores económicos, entre los que se incluyen la banca». Entre las entidades financieras cunde la inquietud por los impuestos a la banca o por la posibilidad de que la privatización de Bankia se vea bloqueada.
Otro de los sectores oligárquicos que está haciendo rechinar sus dientes son las eléctricas y las empresas energéticas, que han pedido a Pedro Sánchez que el Ministerio de Transición Ecológica «no cambie de inquilino».
Habrá que estar atentos a estos francotiradores, apostados a lo largo de toda la Castellana.