Tras su XV cumbre celebrada en Sudáfrica, los BRICS, el grupo de economías emergentes más importantes del planeta ha acordado ampliarse con seis nuevos miembros, dando un salto cualitativo en su influencia económica, comercial, diplomática y política. Se trata de un acontecimiento geoestratégico de hondo calado que significa un enorme impulso al naciente orden mundial multipolar, y que significa un grave revés para el unilateralismo de la superpotencia norteamericana.
Los BRICS ya no son los BRICS. El acrónimo formado por las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica ya no sirve para expresar su composición, tras la incorporación al grupo de (por orden alfabético) Argentina, Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán.
Desde su nacimiento en 2006, y luego reforzados con la incorporación de Sudáfrica, los BRICS han hecho de creciente contrapeso al poder de EEUU y sus aliados, pujando por el multilateralismo y por el fomento de las relaciones Sur-Sur. Su peso en el mundo ya era formidable -el bloque ya representaba más del 42% de la población mundial y el 30% del territorio del planeta, así como el 18% del comercio mundial- pero ahora lo será mucho más. Con las seis nuevas incorporaciones, los BRICS elevan su participación en el PIB mundial del 27% al 32%, superando al G-7. Si contamos los 40 países que han solicitado su ingreso, la cuota de los BRICS subiría al 45%.
La ampliación de los BRICS tiene un enorme calado geopolítico, con muchos y diferentes vectores. Incorpora a un nuevo país iberoamericano, Argentina, reforzando la presencia del mundo hispano. Pero además coopta a tres potencias económicas y militares que son cabezas del mundo islámico: la de la rama sunita (Arabia Saudí, junto a Emiratos Árabes) y la de del chiismo (Irán), antes enfrentados pero que ahora forman parte de un mismo club. Y también destaca el aumento del peso de África: con Egipto y Etiopía el Mar Rojo -clave para la navegación- queda «blindado» para los BRICS.
A la lista de las actuales cooptaciones, están otros que han presentado su candidatura y que podrían incorporarse en el futuro: Argelia, Bangladés, Cuba y Vietnam. Y además México, Pakistán o Turquía, entre otros, han mostrado su interés, aunque sin presentar una demanda formal.
Como escribe Xulio Rios -experto en China- en El País, «los BRICS han dejado de ser una alternativa hipotética [al actual orden unipolar] para convertirse en otra pata de la mesa de ese orden internacional emergente que evoluciona de posibilidad a realidad». La Cumbre de Sudáfrica plasma «un enfoque distintivo de las relaciones internacionales» radicalmente distinto al que defiende EEUU o las potencias occidentales, donde «se suman aliados para gestionar intereses», y «se apela a respetar la soberanía nacional (…) como característica básica, el bienestar como objetivo compartido, la equidad anti-hegemónica como principio orientador de las relaciones internacionales».