Se ha descubierto ahora que la inmobiliaria catalana Habitat, a través de los administradores concursales, que el agujero patrimonial es de 1.137 millones de euros, lo que supone, prácticamente, el triple de la cantidad que dicha inmobiliaria declaró cuando presentó el concurso de acreedores el pasado noviembre. Habitat tuvo que solicitar el concurso después de no poder asumir el préstamo de 1.785 millones por la compra de Ferrovial Inmobiliaria, que los administradores señalan que se pagó con un sobreprecio superior al 10,7%. Desde entonces el activo ha caído de 1.955 millones a 1.670 millones, debido a la devaluación de 240 millones de los activos inmobiliarios. Y el pasivo ha crecido. Fuentes financieras afirmaron que la diferencia entre el activo y el pasivo, de un 40%, en la inmobiliaria Habitat todavía sería asumible en caso de que se necesitara una quita de la banca. El principal peligro, añadieron, es que los pisos y el suelo de Habitat sigan depreciándose y el agujero se ensanche más.
Como se ve la razón rincipal no es que la gente no pueda pagar su hipoteca. La verdadera causa es que estas grandes inmobiliarias se habían dedicado a sobrevalorar sus activos, aprovechando la elevada concentración de capitales en la construcción que eran atraídos por la alta tasa de ganancia proporcionada por el abusivo precio de la vivienda, hasta que acabaron por dinamitar el mercado, haciendo descender drásticamente las ventas, y llegando a acumular casi dos millones de pisos sin vender. No era una pulsión irracional, sino el resultado de un modelo productivo que estaba generando inmensos beneficios a bancos, grandes constructoras e inmobiliarias, pero convirtiendo al país realmente en un monocultivo inmobiliario.