Ya es un hecho. Pese a las amenazas de Putin, que advirtió de «graves consecuencias políticas y militares”, Finlandia ha solicitado incorporarse a la OTAN «cuanto antes», y se espera que en pocos días Suecia siga sus pasos. La invasión rusa de Ucrania se ha convertido en el fulcro que necesitaba EEUU para revitalizar la Alianza Atlántica, y sumar nuevos miembros. Paradójicamente, han sido las agresiones de Putin las que han prestado un impagable servicio a EEUU, impulsar el encuadramiento de Europa en los planes del Pentágono
La brutal invasión del imperialismo ruso sobre Ucrania ha dado un formidable impulso a los planes militares de EEUU en Europa. Hace apenas unos años, en 2019, algunos líderes europeos como Macron declaraban a la OTAN en «muerte cerebral» y hasta Trump desdeñaba el papel de la alianza. Ahora, mientras las bombas rusas caen sobre las ciudades ucranianas y la opinión pública de la UE se horroriza de los crímenes de guerra del Kremlin, EEUU aprovecha el rechazo al imperialismo ruso para fortalecer sus posiciones. Una Alemania que llevaba años siendo reticente a enfrentarse a Moscú y aumentar su presupuesto militar, anunciaba hace pocas semanas que destinará 100.000 millones de euros a fortalecer sus Fuerzas Armadas. Lo mismo se puede decir de un gobierno español, cada vez más atlantista, que ha trasladado a los mandos de la OTAN que aumentará el gasto en Defensa hasta alcanzar el 2% del PIB en el año 2030.
Pero si hay un revulsivo proatlantista derivado de la invasión de Ucrania -una «operación militar especial», en palabras de los propagandistas del Kremlin, para «defender» a Rusia de la ampliación de la OTAN hacia el este- es sin duda el caso de Suecia y Finlandia, dos países del norte de Europa que no forman parte de la OTAN pero que ahora quieren unirse a esta Alianza.
Durante toda la Guerra Fría, tanto Suecia como Finlandia se mantuvieron neutrales, rehusando ser encuadradas por ninguna de las dos superpotencias en sus bloques militares. En el caso de Finlandia, un país que comparte más de 1.300 kilómetros de frontera con Rusia, tal «neutralidad» fue una imposición de Moscú, que impuso a través de la amenaza militar un chantaje permanente sobre Helsinki. Suecia, también dentro del alcance de los misiles rusos, se mantuvo neutral, incluso en los momentos más tensos y «prebélicos» de los años 80.
Pero la enorme inquietud que ha generado la agresividad del imperialismo ruso, han acabado superando las reticencias de las opiniones públicas sueca y finesa. Finlandia ya ha solicitado formalmente su entrada a la OTAN, y se espera que Suecia haga lo mismo. Ambos gobiernos esperan que el proceso de adhesión pueda acelerarse y tarde semanas en lugar de meses.
Para entender hasta qué punto la guerra de Ucrania ha sido el fulcro del ingreso en la OTAN para Suecia y Finlandia solo hay que consultar la hemeroteca. A finales de enero, la primera ministra finlandesa, la socialdemócrata Sanna Marin, dijo que veía «muy improbable» que su país pidiese entrar en la OTAN durante el año y medio que restaba de legislatura. Pero a finales de febrero se producía la invasión, y ahora el apoyo a la OTAN es claramente mayoritario tanto dentro del Gobierno de coalición que lidera Marin como entre los diputados y la opinión pública.
Para entender hasta qué punto la guerra de Ucrania ha sido el fulcro del ingreso en la OTAN para Suecia y Finlandia solo hay que consultar la hemeroteca.
Un caso paralelo al sueco. A primeros de año, aunque las encuestas en Suecia ya reflejaban un cambio en la opinión, los contrarios al ingreso en la OTAN eran mayoría en el Parlamento sueco. La primera ministra Magdalena Andersson, también socialdemócrata, declaraba que una entrada en la Alianza desestabilizaría la situación de seguridad. Pero la guerra ucraniana, la deriva finesa -y las ofertas de Washington- han provocado un vuelco: los partidarios de la OTAN ya son mayoría en la Cámara. La opción de un referéndum, propuesta por grupos de la izquierda, ha sido descartada por Andersson.
Este acto tendrá consecuencias en el Báltico. Putin ha advertido de que, si Suecia y Finlandia se unen a la OTAN, Rusia reforzará la presencia militar en el mar Báltico, desplazando hasta allí armamento nuclear. Pero al mismo tiempo, un eventual ingreso de Suecia y Finlandia en la Alianza podría complicar, en caso de embargo o bloqueo, la comunicación marítima no ya del enclave ruso de Kaliningrado, sino de San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia y clave en el comercio del país.
maonesa dice:
Putin es un lince.