La patente comunitaria está en su fase final. La UE, bajo la consigna de hacer más competitiva a la economía europea al reducir costes burocráticos, trata de resolver un objetivo que persigue desde hace una década. Las divisiones han venido por los países más perjudicados, España e Italia, que se quejan de la limitación de la patente tan solo en tres idiomas, francés, alemán e inglés, en nombre de ahorrar gastos. El monopolio franco-alemán se hace valer.
Para los reresentantes españoles, la fase final de procedimiento "ha sido un ejercicio de hipocresía y cinismo", ya que lo que España e Italia argumentan para no limitar la patente a estos tres idiomas es lo mismo que argumentaron en su día Francia y Alemania para que no se limitara exclusivamente al inglés. Los ministros de Industria de la UE dieron ayer en Luxemburgo el visto bueno definitivo al proyecto de crear un régimen común de patentes para toda la UE que debería recortar los actuales 32.000 euros que cuesta conseguir una patente en los Veintisiete (23.000 solo para traducciones) hasta 2.500 euros para los 25 países que participan en el proyecto (todos, menos España e Italia) y a 680 euros al final de un periodo transitorio previsto de 12 años. En Estados Unidos, una patente viene a suponer unos 1.850 euros. En todo este tema no se nos debe escapar el papel que la patente, comunitaria o no, juega al servicio del constreñimiento del desarrollo y la innovación, así como de la monopolización de los productos. Alemania y Francia disponen de gigantescos monopolios en varios sectores en los que las patentes son cruciales, aunque realmente lo sean en todos los ámbitos, química, alimentación, farmacéuticas… Pero puestos en la polémica las razones del “eje franco-alemán” son ridículas. Sobretodo porque han utilizado los datos de inversión española en investigación para considerar el poco valor que tiene incorporar el español como lengua. Primero: considerar la inversión que hace España en el campo de la investigación al margen de las restricciones alemanas, especialmente, es como considerar la Guerra de Irak sin valorar la participación norteamericana. No olvidemos que medidas como la Reforma de las Pensiones es imposición alemana directamente, en función del pago de intereses del que la banca española ha de responder ante la alemana. Segundo: porque si en el mundo existen 120 millones de germanoparlantes, los hispanoparlantes somos 500 millones. ¿Alguien entendería que una empresa pusiera dificultades para multiplicar por 4 su mercado?, en absoluto, ¿y que una empresa con un mercado potencialmente menor que otra trate de boicotearla o hacerse con el control de sus ventas?, pues lo que pasa todos los días.