Hasta el 13 de diciembre, Madrid acoge la Cumbre del Clima (COP 25), la cita internacional clave que reúne a representantes de 197 países, y que debería servir para que se alcancen compromisos firmes en política climática antes de que el año que viene se active el Acuerdo de París.
Ya no hay tiempo que perder, el diagnóstico del calentamiento global ha empeorado. Un reciente informe de un equipo de científicos de la ONU revela que el cambio climático se acelera más de lo previsto. Y advierte que los compromisos del Acuerdo de París ya no sirven. Deberían ser 5 veces más ambiciosos si se quiere conseguir el objetivo: que la Tierra no se caliente más de 1,5ºC. Por encima de eso, todo se descontrolaría en un proceso irreversible. Las cifras actuales de emisiones conducen casi seguro a un aumento de 3ºC.
Muy pocos negacionistas se atreven ya a contradecir algo en lo que toda la comunidad científica internacional está cerradamente de acuerdo. De no detenerse el calentamiento global, las consecuencias para el medio ambiente y los ecosistemas de todo el mundo serán extremadamente perjudiciales: deshielo de los polos, aumento del nivel del mar, inundación de amplias zonas costeras, salinización de los acuíferos costeros; calentamiento de la masa oceánica, fenómenos climáticos extremos; extinción de cientos de miles de especies o desaparición de ecosistemas completos. Algo que tendrá -está teniendo ya- dramáticas consecuencias para miles de millones de personas, especialmente en los países en vías de desarrollo: desde migraciones masivas por las inundaciones costeras, hasta sequías y desastres agrícolas.
Para lograr detener este proceso es necesario un compromiso internacional. Por eso es una muy mala noticia que los tres países más contaminantes del mundo -China, EEUU e India- no participen en la COP25.
La administración de EEUU (13% de las emisiones), montada en el negacionismo, hace meses que rompió todo compromiso climático y se retiró del Acuerdo de París. Rusia (4,6%) acude al COP25, pero sin compromiso climático.
China (27%) e India (9%) no estarán en la cumbre, pero su actitud es de sumarse. Han presentado compromisos para reducir su intensidad de emisiones en relación con el PIB para 2030, que probablemente se cumplirán, pero sus emisiones continuarán aumentando en la próxima década debido al crecimiento económico.
La UE (con sus 28 Estados miembros) es la más cumplidora en materia climática. Se espera que para 2030 la eurozona reduzca las emisiones en un 58% por debajo del nivel de 1990.
Madrid, anfitriona en tiempo récord
La COP25 tenía previsto celebrarse en Chile, pero la convulsa situación política del país andino obligó a los anfitriones a tener que desistir de celebrar la cumbre. Casi inmediatamente, el Gobierno de España ofreció Madrid al ejecutivo chileno y a Naciones Unidas para acoger el evento. Chile mantendría su presidencia y España solo sería el anfitrión.
Este hábil ofrecimiento diplomático se corresponde con los ejes de la política exterior del gobierno Sánchez, que hace meses manifestó su voluntad de reforzar sus relaciones con los gobiernos hispanoamericanos («sean del signo que sean», dijo entonces Borrell).
Pero además España tiene dos capitales -Madrid y Barcelona- con instalaciones e infraestructura completamente preparadas para poder acoger una cumbre de estas características, organizando los preparativos en tiempo récord.
Una Cumbre de la ONU como el COP25 acogerá en 10 días a entre 20.000 y 25.000 personas de unos 200 países. Recibirá a más de 1.500 periodistas acreditados y 200 personas de la Administración General en diferentes equipos. Además se espera que el staff técnico que trabaje durante la cumbre alcance los 4.000 trabajadores.
Para ello, la Feria de Madrid (IFEMA) destinará siete pabellones que suman más de 100.000 metros cuadrados, a lo que hay que añadirle 13.000 metros cuadrados de convenciones y salas de reuniones. Y la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital destinarán un refuerzo en transportes y personal de apoyo.
En cuanto al coste total, se estima que sea de unos 60 millones de euros, aunque las estimaciones prevén un retorno de 200 millones de euros para Madrid.
Casi todos los grupos políticos -excepto la ultraderecha- se ha mostrado satisfecha porque nuestro país acoja la COP25. Pero España debería hacer mucho más por la lucha contra el cambio climático.
Sería una gran noticia que, ya que la UE parece dispuesta a encabezar en la comunidad internacional las políticas de transición energética y de lucha contra el cambio climático, nuestro país asumiera el liderazgo de esto mismo dentro de Europa. Esperemos que ser anfitriones de la COP25 sea el anticipo de ello.