Comienza a remitir el grave brote de listeriosis que ha intoxicado a más de 200 personas, ha provocado varios abortos y se ha cobrado la vida de dos ancianas en Sevilla, tras ingerir carne mechada contaminada. La alarma sanitaria, al principio concentrada en Andalucía -el origen del brote está en productos cárnicos de la marca ‘La Mechá’, que elabora la empresa Magrudis SL, con sede en Sevilla- se ha extendido por la península, con casos en Aragón, Castilla y León y otras cinco comunidades.
En estos momentos, lo prioritario debe ser la atención a los afectados y la investigación exhaustiva de las vías de propagación del brote, para evitar nuevos casos.
Pero llegado el momento, habrá que depurar responsabilidades -empresariales y políticas- y extraer lecciones para fortalecer las medidas de seguridad alimentaria, cuyos fallos tienen consecuencias graves o fatales en la salud de miles de ciudadanos.
La listeriosis es, debido al auge de la industria alimentaria, una enfermedad emergente. Pero se puede y se debe lograr el objetivo de «listeriosis cero», mediante la combinación del autocontrol sanitario en las empresas, del reforzamiento de los sistemas públicos de control por parte de CCAA y ayuntamientos -sistemas a los que los recortes presupuestarios de los últimos años han privado de adecuada financiación, medios y personal- y la educación de la población en seguridad y sanidad alimentaria. Dotando de más capacidad de decisión y reforzando los canales de diálogo entre organizaciones de agricultores y ganaderos, de veterinarios, médicos, científicos y asociaciones ciudadanas, se podrán mejorar los protocolos de seguridad y los tiempos de respuesta ante las crisis alimentarias.
Se puede y se debe evitar en el futuro un nuevo brote que, como el actual, tenga tan trágicas consecuencias. Los ciudadanos debemos exigir que las autoridades extraigan lecciones y tomen medidas para lograr que nunca más, las intoxicaciones como la listeriosis lleguen al nivel de epidemia.