¿Qué posición tienen los principales centros de poder mundiales ante el «proceso soberanista» catalán y cómo están influyendo en su desarrollo?
Iniciamos aquí un proceso de investigación, sobre las “conexiones internacionales” del independentismo catalán y nos permitan, por tanto, poder pensar en otra dirección.
La “internacionalización del procés”
Muchos destacaron, ante la intención del nuevo gobierno catalán por llevar adelante la “desconexión con España”, que el 27-S, en una elecciones presentadas por Artur Mas como “plebiscitarias”, solo el 48% de los votantes respaldó la independencia. Remachando que el 20-D el apoyo a la fragmenación apenas superó el 30% de los votos.
Al mismo tiempo, destacados círculos de la gran burguesía catalana, encabezados por La Vanguardia, reclamaron “realismo” al nuevo gobierno, dictaminando que persistir en la “independendencia exprés cuando no existe una mayoría social que lo avale conduce al desastre”.
Desde el gobierno catalán se ofreció como alternativa la “internacionalización del proceso soberanista”, afirmando que “frente al inmovilismo del gobierno y el Estado español es necesario tejer complicidades internacionales” que permitan avanzar hacia la independencia.
Con ese objetivo se creó en el gobierno catalán la cartera de Exteriores, Transparencia y Relaciones institucionales, encabezada por Raül Romeva, ex eurodiputado procedente de Iniciativa per Catalunya. Y que contaba con el respaldo de “la larga lista de contactos internacionales de Artur Mas”.
¿Se trata como algunos afirman de un voluntarismo absurdo o de un empeño inútil, puesto que es imposible que ninguna instancia internacional seria se comprometa con la independencia catalana?
La realidad es exactamente la contraria. Y los ilusos seremos nosotros si no lo tenemos en cuenta.
Es absolutamente impensable que los círculos nucleados en torno a Artur Mas se lancen, sin red, a su aventura independentista.
Deben, necesariamente, de contar de alguna manera con respaldos o apoyos, abiertos o encubiertos, de centros de poder internacionales que le permitan mantener un desafío abierto al Estado español, la quinta economía de la zona euro. Y que proteja y garantice su futuro político.
La fragmentación de España no entra en los planes del hegemonismo norteamericano, ni tampoco del imperialismo alemán. Simplemente por puro interés. España es un “peón fiable”, y la política de recortes o el dominio económico, político y militar norteamericano sobre España no está puesto en cuestión.
Pero la carta de la fragmentación ha sido utilizada muchas veces por EEUU y Alemania como un instrumento de dominio. Bien culminando la separación -como en el caso de la prefabricada independencia de Panamá de Colombia, para hacerse con el control del Canal-, bien manteniendo permanentemente abierta la herida de la amenaza de fragmentación, como históricamente ha hecho el imperialismo en España. La remodelación del mapa europeo que acompañó la reunificación alemana, a veces de forma sangrante, como en Yugoslavia, otras veces con una “ruptura pactada”, como en Checoslovaquia, así lo atestigua.
El proyecto del hegemonismo norteamericano para Cataluña, así como los planes alemanes, son los mismos que para el resto de España: su objetivo central es intensificar el saqueo contra el 90% de la población y la apropiación y expolio de las principales fuentes de riqueza del país. Lo que implica un incremento de la intervención y el control, y precisa elevar de grado la degradación política del país.
Por eso, aunque ni Washington ni Berlín contemplen la fragmentación de España como un objetivo inmediato, si les puede interesar utilizar el “problema soberanista” para incrementar la degradación política de España y rebajar nuestras defensas ante los nuevos saltos de su proyecto de intervención y saqueo.
Y también por ello, los círculos nucleados en torno a Artur Mas llaman a la puerta de los centros de poder mundiales, esperando contar con su respaldo y apoyo.
Detrás de los “asuntos internos” siempre hay “agentes externos”, las grandes potencias interesadas en utilizarlos para aumentar su dominio sobre nosotros.
Ofrecemos a nuestros lectores los primeros hechos y conclusiones en el camino de desentrañar las “conexiones internacionales” que permitirían explicar el “problema catalán”.