“La esperanza llega de China”. Este titular de un reciente artículo de El Periódico resume un estado de opinión generalizado. Se publicó cuando el gobierno chino anunciaba que la provincia de Hubei levantaría su cuarentena, y la ciudad de Wuhan, primer epicentro de la pandemia, lo hará el 8 de abril.
Es la expresión del éxito de unas medidas que han colocado la pandemia bajo control. En todo el territorio chino apenas se registran cuatro contagios locales diarios, y el número total de infectados activos se ha reducido a 4287, tras haber superado los 80.000.
Mientras esto sucede, la OMS sitúa a EEUU, donde se registran el 40% de los nuevos casos mundiales, como el nuevo epicentro de la pandemia. Una situación agravada por la relajación de las medidas de contención anunciadas por Trump, colocando la economía por delante de la salud.
El consenso acerca de que el “modelo chino” es el que hay que seguir para combatir el virus supera las barreras ideológicas. Miguel Sebastián, ex ministro de Zapatero y procedente de los servicios de estudios del BBVA, se ha convertido en uno de los grandes defensores de la línea de actuación de China en los medios.
¿En qué consiste el “modelo chino”? ¿Qué enseñanzas podemos sacar de él?
No ha estado exento de errores, algo inevitable al enfrentar un reto desconocido para todos. Pero tras los primeros bandazos, el gobierno chino ejecutó con una extraordinaria celeridad medidas drásticas de contención. Con un confinamiento total en la ciudad de Wuhan y en la región de Hubei, epicentros de la pandemia. Y, aunque a un nivel diferente, extendiendo el confinamiento a todo el territorio nacional. Sabían que iba a tener un alto coste económico. Y así ha sucedido: la producción industrial ha caído un 13,5% y las ventas un 20,2%, anunciando la mayor contracción económica desde 1976. Pero se ha antepuesto la salud a la economía. Garantizando en todo momento el suministro de productos básicos a la población confinada, hasta el punto de que no ha habido en ningún momento problemas de desabastecimiento.
Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo Global del Instituto de Salud Global, centro impulsado por La Caixa, afirma que «lo que mejor ha funcionado en China es la movilización de todos los servicios públicos: incluido el ejército”. La enorme potencia del Estado chino ha centralizado los recursos nacionales para concentrarlos en combatir el virus. Lo que ha permitido levantar hospitales en diez días, o mantener el abastecimiento de 50 millones de personas bajo confinamiento total. Grandes empresas públicas como la petrolera Sinopec han reconvertido ramas enteras hacia la producción de mascarillas y material sanitario. Pero el Estado chino ha impuesto también que recursos privados, como los de gigantes como Alibaba o Huawei, o toda la red de bancos, se pongan al servicio de contener la expansión del coronavirus.
China ha elevado el gasto sanitario y desarrollado un enorme esfuerzo de investigación, que permitió identificar el virus y secuenciar su genoma en un tiempo récord. Pekín ha compartido todos estos nuevos conocimientos científicos con la comunidad internacional, permitiendo una investigación del virus, y de remedios como una vacuna, mucho más rápida que en ocasiones anteriores.
Y, según la expresión de un medio español como El Independiente, nada sospechoso de ser “prochino”, los éxitos en la lucha contra el coronavirus en China se asientan sobre “una gigantesca colaboración y concienciación colectiva”, con un gobierno que ha movilizado a la población en torno a “una guerra popular contra el virus”.
Todo esto ha sido posible por la dirección y autoridad del Partido Comunista de China. Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China, uno de los mayores especialistas en el país asiático, remarca que en esta crisis “ha quedado claro quien manda: el Partido Comunista Chino. Ha aplicado altas dosis de centralismo democrático”. Lo que ha disparado el éxito: “en un país de estas dimensiones, esa capacidad para hacer converger los recursos y movilizarlos, desde el ámbito civil y el militar, brinda una importante efectividad final”.
No se puede aplicar mecánicamente el modelo chino. En España no es posible aplicar en todo el territorio el confinamiento total de Wuhan, posible allí gracias a que el resto del territorio chino le garantizaba el suministro. Pero el “modelo chino” sí nos regala valiosas experiencias. Por su demostrada efectividad, y porque a la cabeza de la lucha contra el coronavirus, impulsando una respuesta al servicio de la población y que está haciendo contribuciones a la humanidad, ha vuelto a estar un partido comunista.
Maite dice:
Wuhan està rodeado de 5D, qué casualidad se haya disparado originàriamente el virus allí. Guerra fría entre EEUU y China como superpotencia emergente, socialfascista. El COVID-19 no és el enemigo, es el miedo, los medios de comunicación de 4 empresas que decidien què notícias deben saturar el mundo y lavar el cerebro a la gente, y la ignorància lo que està causando muertes.