¿En qué estado se encuentran las diferentes fuerzas políticas? ¿Cuáles se fortalecen y cuáles salen debilitadas? ¿Qué batallas políticas van a ser claves en un otoño que se augura convulso y decisivo?
En el mapa de carreteras de la política española hay normas de tráfico prefijadas por la “autoridad competente”, que deben respetarse. Desde el inicio de la pandemia, los más importantes agentes económicos y sociales se han reunido para valorar la situación y presentar su “hoja de ruta”. Podemos recordar la insólita asamblea de las élites económicas nacionales celebrada bajo la forma de una “macrocumbre” organizada por la CEOE. Y muchas de esas normas están dictadas desde fuera de nuestras fronteras. Las cuantiosas ayudas europeas incluyen una “condicionalidad” de la que apenas han trascendido sus líneas generales, y cuyo contenido real comprobaremos en los próximos meses.
Sin partir de este marco general, no podremos comprender la posición de las principales fuerzas en el tablero político español
Las fuerzas del gobierno y sus apoyos
La principal particularidad de la política española es la existencia del gobierno más a la izquierda de toda Europa. Llegó a Moncloa aupado por una mayoría progresista, contra la voluntad de las principales élites nacionales e internacionales. Y ha debido enfrentar con la pandemia un reto mayúsculo.
¿Cómo ha saldado el envite? En medio de dificultades, el gobierno de coalición progresista se ha fortalecido.
La gestión de la pandemia no ha provocado un vuelco político. Aunque se haya erosionado, todas las encuestas, sean del signo que sean, corroboran que el apoyo a las medidas tomadas por el gobierno se mantiene por encima del 50%. Y confirman que sigue disponiendo de una mayoría suficiente para gobernar.
En medio de dificultades, el gobierno de coalición progresista se ha fortalecido
El gobierno presidido por Pedro Sánchez ha demostrado iniciativa política. Ofreciendo a las autonomías la posibilidad de decretar el estado de alarma bajo el amparo del gobierno central. Una maniobra que evita enfrentamientos y traslada la responsabilidad a los gobiernos autonómicos.
Y, aunque con disensiones que se pretenden magnificar, la coalición entre PSOE y Unidas Podemos ha pasado con éxito la prueba. Al día siguiente de que la ejecutiva del partido morado pareciera lanzar un últimatum, anunciando su voto en contra si el PSOE pactaba los presupuestos con Ciudadanos, matizaba su posición: no habrá veto al apoyo de Ciudadanos, y sí la exigencia de un acuerdo previo entre PSOE y Unidas Podemos que fije las líneas generales.
El gobierno actual debe basarse en un apoyo parlamentario más amplio que las fuerzas de la coalición. ¿Disminuyen o se amplían esos apoyos? La cercanía de las elecciones catalanas ha abierto una brecha con ERC. Pero esa es solo una parte de la “mayoría de investidura”. La realidad es que un abanico parlamentario amplio, desde el PNV a Mas País, el PRC, Compromís o Teruel Existe, mantiene su apoyo al gobierno.
Es más, el actual ejecutivo ha ampliado sus aliados. El giro dado por Inés Arrimadas en Ciudadanos ha permitido firmar acuerdos con el gobierno. Primero en las últimas prórrogas del estado de alarma, y ahora abriéndose a negociar los presupuestos. Se ha demostrado que puede formarse una mayoría de gobierno sin el peligroso apoyo de las fuerzas del procés.
Ciudadanos se ha retirado de la “foto de Colón”, y Pablo Casado se ha visto obligado a cambiar de discurso
No es previsible que retornemos al “acoso y derribo” contra el gobierno de los momentos más duros del confinamiento. La presentación de los “planes de reformas” ante Bruselas, imprescindibles para recibir las ayudas de la UE, excluyen convulsiones políticas de calado. Pero sí vamos a asistir a maniobras para fijar las condiciones y los límites en los que puede moverse.
Es desde aquí que puede entenderse la ofensiva contra Unidas Podemos. Al cambio de escenario en el “Caso Dina” -con la implicación del oscuro comisario Villarejo-, donde Pablo Iglesias puede pasar de víctima a imputado, se une la admisión a trámite por parte de un juez de la denuncia -basada en rumores- del ex abogado de Podemos José Manuel Calvete sobre una supuesta financiación irregular. Mientras, el Tribunal de Cuentas ve irregularidades en la contabilidad de Unidas Podemos relativas a las generales del 28-A.
Desde su misma fundación, Podemos ha sido blanco de ataques, pero los tribunales siempre habían desestimado todas las denuncias presentadas. Ahora se dibuja el inicio de un calvario judicial.
Evidentemente, algo ha cambiado: Unidas Podemos está en el gobierno, y representa a sectores radicalizados en la lucha contra los recortes.
Dinamitar de forma abrupta el actual gobierno no parece una opción viable a corto plazo. Pero sí se puede señalar a Unidas Podemos para reducir al mínimo, al menos disminuir, su influencia en el gobierno.
El estado de la oposición
Cuando se convocaron las generales en abril de 2019, el PP aspiraba a encabezar una alternativa de gobierno apoyándose en Ciudadanos y Vox. Hoy, Ciudadanos se ha retirado de la “foto de Colón”, y Pablo Casado se ha visto obligado a cambiar de discurso.
Se ha ejemplificado en la sonora destitución como portavoz parlamentaria del PP de Cayetana Álvarez de Toledo. Sustituida por voces más moderadas, como Cuca Gamarra o el alcalde de Madrid, Martínez Almeida.
El perfil explícitamente reaccionario de Álvarez de Toledo generaba un rechazo insalvable y era un lastre para el PP. Pero el movimiento es más profundo. Pablo Casado empezó a modular su discurso justo cuando en la “macrocumbre” organizada por la CEOE las élites económicas exigieron a los principales partidos “un acuerdo político” que “blindara las reformas ante cambios de gobierno”.
La alternativa de un “gobierno de los recortes sin complejos” genera un rechazo social tan amplio que no ha sido capaz de concitar los apoyos suficientes, ni siquiera intentando instrumentalizar la pandemia. Y no es posible en España una “gran coalición” a la alemana. Ante esta situación, algunas fuerzas aspiran a preparar el terreno para futuros “acuerdos de Estado” entre PSOE y un PP “centrado”, una revitalización bajo otras formas de un bipartidismo que evite excesivos escoramientos a la izquierda.
En el extremo derecho de la oposición, Vox enfrenta más problemas de los previstos. Sus 52 diputados le permiten presentar, como hará en septiembre, una moción de censura. Pero los vientos políticos soplan en su contra. Las élites económicas nacionales están más interesadas en condicionar al actual gobierno -determinando en su beneficio el destino de los 140.000 millones de ayudas europeas, o fijándole los límites que no deben traspasar- que en derribar un ejecutivo para el que no existe hoy en día una alternativa viable. Y más allá de nuestras fronteras, las fuerzas que los impulsaron no están en las mismas condiciones. Cabe recordar que Steve Bannon, cuyo aliento está detrás del avance de la ultraderecha europea, se enfrenta a una pena de cárcel por corrupción.
¿Y dónde queda el procés?
La pandemia no ha sido el “momentum” esperado por las élites del procés, esa situación de máxima debilidad de España que permitiría avanzar hacia la independencia. Ha ocurrido exactamente lo contrario.
Las encuestas del CIS de la Generalitat muestran un retroceso del apoyo social a la independencia. Y la cabeza del procés ha estallado incluso allí donde nadie lo esperaba. No solo se ha agrandado la brecha entre una ERC ahora “posibilista” y un Puigdemont que asume como imposible “ensanchar la base social del independentismo” y apuesta por una “confrontación inteligente con el Estado”. Las disputas han subido de tono y los restos de la ex-Convergencia se han plantado ante Waterloo. Presentando por parte de la dirección del PDeCAT una demanda judicial ante la pretensión de Puigdemont de apoderarse de la marca electoral de JxCat.
Caminamos hacia unas elecciones catalanas que las disputas en las élites independentistas pueden aplazar hasta febrero de 2021. Los sectores más agresivos de las élites del procés, con sede en Waterloo, siguen teniendo importantes cartas, pero las condiciones de la partida les son cada vez más adversas.
Una mayoría nada silenciosa
Cuando se analiza la actualidad política, casi siempre se deja de lado un protagonista decisivo: la sociedad civil, su capacidad de organización y movilización. Sin embargo, va a estar presente, con una influencia nada testimonial, en los principales acontecimientos.
La vemos en las movilizaciones de profesores, alumnos y padres para reclamar la inversión y medidas necesarias para garantizar una “vuelta al cole” segura y en condiciones de igualdad. También en las posiciones de unos sindicatos que insisten en la derogación de partes sensibles de la reforma laboral. O en un movimiento en defensa de las pensiones públicas que va a ser un actor protagonista cuando se aborde el debate en el Pacto de Toledo.
Esta, junto a otros muchos movimientos, es la expresión de una mayoría progresista nada silenciosa, y que se expresa políticamente. Ha cambiado la composición del parlamento, liquidando el bipartidismo e implantando un multipartidismo donde incluso la posición de un solo diputado puede ser decisiva. Y sigue sosteniendo al que es el gobierno más a la izquierda de todo el mapa político europeo.
Juan Tala dice:
Lo que se sigue moviendo como pez en el agua mientras se desarrolla todo este panorama, es la CLOACA, los BULOS y manipulaciones de «Las derechas» y lo fácil que es comprado por mucha gente de «a pie»
Una lástima!!