Son 17.000 mujeres trabajadoras -en Elche, Elda, Petrer y Villena- pero son invisibles, están en sus casas y en talleres clandestinos. Las aparadoras son mujeres que aparan, cortan, cosen y dan cola a los zapatos que se venden en medio mundo. Y han decidido ser protagonistas de su lucha y levantar un movimiento asambleario -aprendiendo de la experiencia de Las Kellys- y han llevado su lucha desde la calle a las Cortes Valencianas y el Congreso, y hasta el Parlamento Europeo.
La Asociación de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado de Elche nace en 2018 para defender a las mujeres del calzado -maltratadas por la industria y víctimas de la economía sumergida- y luchar por sus derechos laborales. Llevan décadas aportando trabajo y riqueza desde el anonimato. Ahora exigen que se les devuelva lo robado y que todos los años trabajados sean reconocidos. Han estado recluidas y dispersas, aisladas y solas ante la faena, trabajando a destajo en jornadas inacabables, pero sin existir para la Seguridad Social.
Según un estudio de la Universidad de Alicante, el 67% de las aparadoras sufren dolor de huesos, columna y articulaciones; el 20% padece trastornos psicológicos, como depresión y ansiedad. Por eso reivindican también el reconocimiento de las enfermedades laborales, que la economía sumergida les quita. El 88% de la actividad de la industria del calzado se desarrolla como economía sumergida, y hay 7.332 mujeres trabajando “en negro”.
Entrevistamos a Isabel Matute, presidenta de la Asociación de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado de Elche
.
¿Cuándo organizáis vuestra lucha?
En abril de 2018 nacimos como organización a iniciativa de un grupo de cinco mujeres para luchar por nuestros derechos elementales -negados por la economía sumergida- y a los pocos meses creamos una asociación ante la respuesta que tuvimos en la primera asamblea que convocamos, a la que acudieron 79 mujeres.
¿Cuáles son vuestras principales reivindicaciones?
Nuestra principal reivindicación es el reconocimiento de los años trabajados. Porque hay mujeres con 40 y 50 años de trabajo no reconocido, que tienen que jubilarse por edad o por enfermedad profesional -por estar diez u once horas con la máquina de coser-, y no tienen pensión ni derecho a nada.
A inicios de los años 70 -todavía bajo el régimen fascista- cuando las mujeres se casaban las empresas las mandaban a casa para cuidar de los hijos y seguir trabajando desde casa. En 1977 hubo una huelga de un mes y se consiguió el contrato domiciliario, pero las empresas no cumplieron y desde entonces seguimos igual.
Otra reivindicación es el reconocimiento de las enfermedades por el trabajo de todos estos años. Y que cumplan con el contrato domiciliario que ya existe en la legislación laboral.
Nuestra principal reivindicación es el reconocimiento de los años trabajados
¿Qué objetivos conseguisteis hasta ahora?
Que se aprobara por unanimidad una Proposición No de Ley (PNL) en las Cortes valencianas -que recogía todas nuestras reivindicaciones- para acabar con la economía sumergida, donde nosotras somos invisibles. También se presentaron una PNL en el Congreso y una moción en el Senado, aprobadas igualmente por unanimidad. Pero las tres las metieron en un cajón y se olvidaron de ellas. Con la intención de que nuestro movimiento desapareciera por cansancio.
Pero nosotras seguimos, y denunciamos los talleres clandestinos -que producían para las grandes empresas del calzado- situados en almacenes sin distintivos, con aparadoras amontonadas que trabajan igual que nosotras sin contrato o de pocas horas cuando las jornadas son de diez y más horas. El sistema de talleres en Elche es el mismo que el de Bangladesh.
¿Por qué decidís llevar vuestra lucha a Bruselas?
Viendo que no nos hacían caso aquí y que después las PNL no se convertían en leyes decidimos llevar nuestras reivindicaciones al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pero era un proceso muy farragoso y costoso. Así que elegimos el camino de la denuncia ante el Parlamento europeo.
Hay unos intereses muy poderosos para mantener los beneficios de un sistema de dinero negro que no deja rastro ni tributa, y que tiene detrás a las grandes empresas del calzado. Hemos luchado mucho. Hemos ido a la Feria del calzado en Madrid a denunciar cómo se hacen todos esos calzados tan caros. También hemos ido a la Feria de aquí, en Alicante. Hemos hecho infinidad de manifestaciones y concentraciones, hemos salido muchas veces en la prensa y televisión -tanto pública como privada, nacional como local- pero no conseguimos avances.
Pensamos en llegar a la cercanía de los eurodiputados y que se conociera la gravedad de nuestra situación. A pesar de que la Comisión Europea responsable nos dijo antes de ir que no podían hacer nada porque la legislación europea y española ya existía, lo que pasaba es que no se cumplía. Pero persistimos en acudir.
Éramos 14 mujeres en la delegación que fuimos a Bruselas. Los europarlamentarios españoles quedaron impresionados, pero plantearon que el problema era cómo articular legalmente nuestra inclusión y regularización laboral. Yo les contesté que ya se había hecho antes, y que ellos saben hacer leyes y nosotras zapatos; por tanto, que lo hicieran.
¿Qué consecuencias ha tenido el viaje a Bruselas?
Las reacciones aquí en España han sido inmediatas. Me ha llamado hoy la Fiscalía del Estado para tener una reunión. Porque en Bruselas hablamos de los muchos delitos que se están cometiendo con nuestra situación laboral. Y también el ministerio de Empleo ha contactado. El viaje a Bruselas ha tenido impacto, pero se centra en la economía sumergida. Nadie habla del reconocimiento de los años trabajados, que es nuestra reivindicación clave.
Las mujeres del calzado se han puesto en pie para luchar por sus derechos
¿Con qué criterios funcionáis?
Somos un movimiento asambleario. Funcionamos con asambleas donde se toman las decisiones. Nos constituimos legalmente, tras tres meses de papeleo, como Asociación. Tenemos una ejecutiva de once mujeres -de las más comprometidas y de la que soy la presidenta- y hay varias portavoces. Representamos a las aparadoras y trabajadoras de la comarca, sólo mujeres.
Conocí a Yolanda, líder de Las Kellys de Benidorm y a su organización. Me quedó como un runrún en la cabeza y me dije por qué no podemos hacer nosotras lo mismo. Y así lo hemos hecho. Y por supuesto hemos participado con Las Kellys en varias movilizaciones.
¿Cuántas aparadoras sois y cuántas participan en la lucha?
Al ser economía sumergida es muy difícil saber el número exacto, pero -según los últimos estudios- en Elche seríamos unas 7.500 mujeres trabajadoras del calzado, y, según Josep Antoni Ybarra -economista de la Universidad de Alicante-, en total serían unas 17.000 contando las de Elda, Petrer y Villena.
En Elche participamos regularmente unas 200. También colaboramos estrechamente con la asociación de aparadoras de la comarca de la Vega Baja -que son como nosotras y luchan por lo mismo- y nos apoyamos en nuestras movilizaciones.
Carlos, el de los pdfs de dominación mundial dice:
Si Dora, es que el capitalismo es criminal. La explotación, el nódulo central de éste.
No son el único sector con problemas médicos. En mi sector, el de la ingeniería de software, también tenemos largas jornadas de trabajo, tensión, etc, etc. Tanto es así que en mi caso me produjo esquizofrenia, oía voces, aunque con tratamiento psiquiátrico se me pasó hace siglos, pero tuve que olvidarme de trabajar para otros(total, para hacerles ricos). Ahora estoy empezando con la inteligencia artificial, pero a mi ritmo
Si no fuera por la lucha obrera y las revoluciones proletarias estábamos trabajando 12 horas en la fábrica y sin derechos ni pensiones
Mucha suerte Isabel
Dora dice:
Este no es tan solo un problema de alicante
En baleares durante muchisimos años tsnbien se ha explotado a las aparadoras en talleres clandestinos o bien en casa.
Ahora el problema casi ha desaparecido porque no se fabrican zapatos pero las secuelas han quedado
Mujeres sin derecho a pension y con problemas medicos de por vida
Carlos dice:
Mira Isabel, una peli que te va a gustar https://youtu.be/s1rOhrqGYjw
Carlos dice:
Pues anda, que no sacan plusvalía con vosotras
https://www.gucci.com/es/es/ca/women/shoes-for-women-c-women-shoes
Por par de zapatos : costes fijos = 0,50 céntimos. Costes variables = 0,20 céntimos. Plusvalía = aproximadamente 800€
Normal que tengan la fortuna que tienen
Carlos, el de los cuerpos y fuerzas de seguridad del monopolio dice:
Mucha suerte Isabel, porque estáis mega-explotadas. Vaya condiciones de trabajo.
Pd: compra zapatos Gucci